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Tiempo de esperanza

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@|El resultado de las pasadas elecciones nacionales, nos indicó sin duda alguna que, la mayoría de la ciudadanía apostó por los partidos de la oposición, y la aparición de un cuarto partido político, marcó el fin del tri-partidismo que imperaba en la realidad nacional.

La posibilidad de que el partido de gobierno, autodenominado “progresista”, sea derrotado en la segunda vuelta es muy alta, y entendemos que sería muy bueno que ello ocurriera, pues la forma en cómo se procese la transición, demostrará a las claras la fortaleza de nuestras instituciones democráticas.

La mayoría, esto es casi un 60 por ciento de los votantes, marcaron su aspiración de cambio, muchos seguramente decepcionados por no haberse concretado las promesas de “un país productivo, un país de primera”, habiendo tenido todo a su favor para lograrlo. Menos de un 40 por ciento de los mismos, optaron por la seguridad de la continuidad, apostando tal vez a mantener en el gobierno a una coalición de “izquierdas”, hoy dominada por los más radicales. Radicales que siguen celebrando la “toma de Pando” y aplaudiendo los “logros” de los regímenes totalitarios y violatorios de los derechos humanos más elementales, de Cuba y Venezuela, así como las directivas del “Foro de San Pablo”. Ciertamente inaceptable.
La soberbia demostrada por sus cuadros en el ejercicio del gobierno, con mayorías absolutas en ambas cámaras del Poder Legislativo, los alejó de quienes representaban a la oposición y produjo un hartazgo en la gente de a pie, que todavía razona y tiene la esperanza de alcanzar un mejor país para vivir.

Ciudadanos que, apuestan a lograr superarse por el esfuerzo propio, sin sentirse agobiados por cargas tributarias que terminan pagando la fiesta de otros, -cuando no clientelismos políticos- muy alejados del interés general.
Al parecer todo vale en esta campaña por la segunda vuelta, incluso mentir, asustar y confundir a los más débiles, todo por mantenerse en el poder. Una falta de respeto. Tal vez, preocupados porque ya no podrán impedirse las investigadoras parlamentarias, que darán luz sobre la legalidad o ilegalidad de negocios que terminamos pagando todos.

Advertimos con preocupación que en nuestra sociedad, el desprecio por quienes piensan distinto se ha instalado y la grieta social se ha visto claramente profundizada. Decisiones, expresiones y actitudes de encumbrados referentes del partido que busca con Martínez y Villar su cuarto período gobierno, prometiendo “hacerlo mejor”, cuando son muy alejadas de la realidad cotidiana, que a todos nos afecta. Lo que resulta imperdonable.

Pues ahora pretenden que apoyemos su fórmula, invocando atrevidamente a José Batlle y Ordóñez y a Wilson Ferreira Aldunate, en una campaña de cara a la segunda vuelta, cuando nos tildaron de “oligarcas”… y pretenden injustamente atribuir a “antiguos apellidos” la responsabilidad de la crisis del 2002. Cuando nada dicen de haber recibido “un país con las cuentas en orden y en crecimiento”, por la sabia administración de aquella crisis por Jorge Batlle y su equipo.

En suma, han perdido credibilidad aunque les cueste admitirlo. Los acuerdos logrados por los partidos de la oposición, detrás de la fórmula del Partido Nacional, abren un tiempo de esperanza. Ya votamos la integración de un nuevo Parlamento.

Este, es el tiempo de votar con la razón. Y sin miedos.

Es tiempo de lograr la alternancia en el poder. Pero no por el poder mismo, sino para gobernar dentro de valores democráticos y republicanos, que han hecho grande a nuestro país, que debe dar oportunidades de crecimiento para todos.

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