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Ciberprotección ciudadana

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@| Hoy, que hasta los niños poseen un móvil multifunción entre cuyas aplicaciones está la de llevarnos de la mano a un destino desconocido mientras el Cicerone cibernético nos va indicando hasta los minutos que faltan para llegar. 

Hoy, que si esperamos un transporte público el mismo chiche nos dirá por dónde pasará y cuánto falta para ello.

Hoy, que nuestras mascotas ya cuentan con chip subcutáneo que las identifica, tal vez a un avispado programador se le ocurra conjuntar tales avances para crear y proponer a las autoridades supremas un programa en que, el cada vez más indefenso ciudadano decente pueda alejarse voluntariamente del peligro, ya que los poderes que debieran velar por su seguridad se muestran desbordados o ineficientes. 

Hoy, ¿se opondrían nuestras autoridades a la creación de una aplicación en que un usuario corriente y potencialmente expuesto a sufrir agresiones, especialmente el menor, anciano, mujer y comerciante, sea alertado de la posible inminencia de un ataque de delincuentes fichados como violentos reiterados? 

Ejemplo: -¡Se detecta la presencia de violador, ladrón, etc., a menos de… metros! Se recomienda doblar hacia… o rezar. Baje la cortina metálica ya… No levante pasaje en los próximos… metros o años-. (No me animo a pedir que el salvador mensaje muestre una foto del sujeto. Sería abusar de la buena voluntad de quienes deciden por nosotros). 

¿Ridículo? Lo es. Tanto como aquellas antológicas y luminosas recomendaciones: -No use ropa cara, ni anillos o relojes. No calce championes “de marca”. Disfrácese de bichicome. Si es verano vista solo short de baño y chancletas. En invierno un grueso poncho será suficiente, mejor si está apolillado. No se resista, no interfiera con la tarea del señor chorro, déjese robar a las buenas. 

¿Futurología, estupidez o ambas? 
Creo que ambas.
Dejálo así.
Posiblemente fuese peor el remedio que la enfermedad. 

Tal vez se nos agravaría la paranoia al sumar a la mendaz “sensación térmica”, la certeza de que estamos a merced de la delincuencia, que parece jugar al financista, según los no creíbles reportes oficiales de alzas y bajas.
Y el pobre móvil, aún nuevecito, infosaturado, se nos colapsaría en acto de servicio.

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