@| Uno de los aspectos fundamentales que se van a dilucidar el próximo 24 de noviembre, es el relativo a la conducción de la política exterior de nuestro país.

En estos tres lustros de gobierno del Frente Amplio hemos visto, con desazón y tristeza, como fue generándose un franco deterioro en el prestigio que el Uruguay había adquirido en sus relaciones internacionales como país fundador de las Naciones Unidas, protagonista en la redacción de la Declaración Universal de los derechos humanos y de múltiples tratados de vigencia universal. Personalidades como las de Baltasar Brum, Rodríguez Fabregat, Domínguez Cámpora, Alberto Guani, Carlos María Velázquez, Julio Lacarte Muró, José Antonio Mora Otero, Enrique Iglesias y Sergio Abreu, entre otros, prestigiaron internacionalmente al Uruguay antes de que asumiera esa responsabilidad esta coalición denominada progresista. Lamentablemente, ese nivel de capacitación y experiencia no se mantuvo con los distintos cancilleres que el Frente puso a cargo de nuestra política exterior y así, para dar un par de ejemplos, el Uruguay se transformó en la única democracia del mundo que apoya la dictadura de Maduro, por un lado y, por el otro, el actual gobierno se ha sentido solidario con la suerte del Señor Lula da Silva, procesado por la justicia ordinaria del Brasil por corrupción y ha denostado a su actual Presidente, incluso con declaraciones sumamente infelices del Canciller Técnico Agropecuario Rodolfo Nin Novoa.

El 24 de noviembre, la ciudadanía va a optar por el continuismo de esta lamentable conducción de nuestra política exterior o por un cambio que implique retornar a los principios que, en esta materia, prestigiaron internacionalmente a la República Oriental del Uruguay, puesto que, en todos los programas de gobierno de los principales partidos de oposición, se ha hecho hincapié en esta problemática y en la necesidad de cambiar el derrotero que se ha seguido, últimamente, en nuestras relaciones internacionales.