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¿Qué es América?

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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Luis Alberto de Herrera (1873-1959), caudillo del Partido Nacional, hurgó en la Historia, para comprender nuestro ser nacional.

El título de algunos de sus libros habla: La tierra charrúa, La Misión Ponsonby (vinculado a la Convención Preliminar de Paz de 1828 que diese origen formalmente a nuestro estado nacional, basado en estudios realizados en la cancillería británica), La Revolución Francesa y Sudamérica y El Uruguay Internacional, son ilustrativos. Sus conceptos se nutrían además en la experiencia familiar heredada, construida en el hacer de gobierno desde los tiempos de la colonia. Lo citado explica por qué el “herrerismo” ha mantenido inquietud internacional y un culto por la realidad y la Historia ante las idealidades, sabiendo como decía Benedetto Crocce que la “Historia es siempre contemporánea”. Ayuda a encarar el presente.

Por estos días contemplar al continente americano desde Canadá a la Patagonia y del Pacífico al Atlántico, es atender a un rompecabezas desarmado y entreverado de difícil reconstrucción. A un uruguayo le resulta más familiar la realidad cultural y la forma de vida europea y aún la estadounidense que la propiamente latinoamericana.

La odisea de Cristóbal Colón no fue fácil. Convenció a los Reyes Católicos de que la tierra era redonda cuando se creía era plana y que una embarcación llegado determinado punto se volcaba en las fauces de gigantescos monstruos marinos. Hizo la travesía sin tierra a la vista con una tripulación de presidiarios prontos para el amotinamiento. Hasta que en islas paradisíacas del actual Caribe, se encontraron con nobles indios e indias. Así llamados por entender se había llegado a las Indias Orientales. Establecida una primera colonia cuando Colón regresado a Castilla volvió a ella le encontró en ruinas sin marineros sobrevivientes. La chicha y el trato abusivo a los indígenas habían desatado su ira y reacción. De allí en más por el oro y metales preciosos España y Portugal se concentraron en el centro y sur de la tierra nueva. Franceses, holandeses y británicos fueron al norte del Río Bravo donde no había civilizaciones desarrolladas, y dieron origen a Canadá y Estados Unidos.

El grueso repaso de estos hechos es reacción ante las noticias cotidianas. Si en Norteamérica se abriesen de par en par las fronteras millones de personas del centro y sur americano se trasladarían hacia allí inmediatamente.

La diáspora cubana y venezolana multitudinaria es una tragedia equiparable al genocidio del Paraguay por la Triple Alianza. Nuestro vecindario contempla a una Argentina naturalmente rica gobernada por Cristina Kirchner desde el vicepresidencialismo, en la que el eje central es un personaje notoriamente corrupto, su familia y conmilitones, queriendo destruir las instituciones republicanas. Derribando al Poder Judicial constitucionalmente establecido para lograr impunidad ante el dolo por el que se les enjuicia. Mientras tanto, uno de cada dos argentinos es pobre. Y, Brasil, el país continente se debate entre su secular crisis social y el descomunal destrozo humano y económico de una mal encarada pandemia.

Compartiendo absolutamente la posición diplomática gubernamental de abrirse a todo el mundo vale recordar a Herrera: “Totalmente uruguayos… Como en el verso de Musset digamos: Mi vaso es pequeño, pero yo bebo en mi vaso”.

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