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La crisis de la narración

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Discursos políticos que prometen cambiar el mundo, cremas para la cara que nos hacen más felices, ropa que nos empodera. Especialistas en huella digital que trabajan nuestra marca personal, la pulen como una escultura con lo que queremos mostrar de nosotros mismos en internet. Hoy todo se basa en relatos, en narrativas emocionales, construidas y prometedoras, llenas de buzzwords, palabras de moda que se repiten una y otra vez, que se terminan tragiversando y banalizando.

En su último libro, el conocido filósofo Byung Chul Han nos hace reflexionar sobre lo paradójico de nuestros tiempos y el uso inflacionario de las narrativas que ponen de manifiesto una crisis de la narración en sí misma. Vivimos en una sobredosis de storytelling, está de moda el arte de narrar historias como estrategia para transmitir mensajes emocionalmente. Pero lo que hay detrás es un vacío, una carencia de sentido.

Según el filósofo, las narraciones auténticas dan sentido a la vida y sirven de sostén, de orientación. Como la religión, la mitología griega, la historia de la independencia de un país, incluso un refrán. Crean comunidad, nos acomodan en el ser creando sentido en torno a ellas, en oposición a las narrativas aligeradas e intercambiables. No fueron creadas por una sola persona, sino que son el resultado de un complejo proceso que da sentido y proporciona identidad a una comunidad.

Hoy se sobreutilizan los relatos construidos artificialmente que prometen experiencias extraordinarias, prontas para ser mercantilizadas de alguna manera. Pasamos del storytelling al storyselling, o venta de historias que no aportan ningún efecto transformador genuino de la sociedad. Es lo que Chul Han llama la era posnarrativa, llena de relatos light, que carecen de toda gravitación. Los populismos, el marketing emocional, los movimientos que quieren cambiar el mundo con un posteo, nuestro propio uso de las redes sociales. Todas prácticas que no son verdaderos agentes de cohesión sino de promoción para ser compradas por el receptor.

El relato moderno suele fraccionarse para poder transmitirse en una story, en un hashtag, en un titular de periódico. Un golpe de efecto que lo que termina generando es una sucesión de instantes, que además llegan por toneladas.

Todo lo contrario a lo que genera la verdadera narración que es un continuo temporal, una historia que nos da identidad. Al no tener un anclaje externo, una orientación, la vida moderna tiene una atrofia muscular que nos hace ir existiendo en una suma de momentos mundanos sin hilo conductor. No importa el ayer ni el mañana, solo el hoy, lo que nos lleva a perder la mirada prolongada, el análisis profundo. Solo importa el momento, desestimulando hacernos cargo y poder aprender de la historia.

Al punto de llegar a esta imposibilidad de narrarnos verdaderamente a nosotros mismos.

El resultado según Chul Han, es que estamos más informados que nunca pero tremendamente desorientados.

Porque tener destino significa hacerse cargo expresamente de su historicidad y las personas, lejos de destruirlas, precisamos construir un relato que nos ayude a entendernos, a explicarnos y a darnos sentido. Y eso es lo que él llama, la crisis de la narración.

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