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La coalición y Teseo

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La paradoja del barco de Teseo está basada en un mito de la Antigua Grecia y suele ser un recurso filosófico aplicable a distintos ámbitos de la vida de una sociedad.

La leyenda que da origen a esa paradoja cuenta que en una oportuni-dad Teseo regresaba desde la isla de Creta, junto a su tripulación en un barco. Durante el largo viaje el barco se fue dañando y cada daño que sufría se reparaba, reemplazando las piezas rotas por otras nuevas. En otras oca- siones las piezas eran recicladas y se colocaban en partes diferentes del barco.

Cuando Teseo y sus tripulantes llegaron finalmente a su puerto, el barco había sido completamente transformado, ya no quedaba una sola pieza que fuese del barco original que partió desde la isla de Creta, o en su defecto estas habían sido colocadas en lugares distintos, como una nueva pieza.

Esta increíble transformación suscitó una pregunta por parte de los filósofos de la época: “¿el barco en el que Teseo y su tripulación llegaron a puerto es el mismo barco en el que han salido de la isla de Creta?”.

Volviendo a tierras orientales, y tomando como herramienta de reflexión esa interesante paradoja cabe preguntarnos: ¿la esencia de la Coalición Republicana sigue intacta a pesar de los varios y complejos episodios de los últimos años?

Estoy convencido de que sí, porque la coalición está en la gente. Es más, la coalición la genera la gente que piensa y siente de la misma forma en cuanto a su posicionamiento político.

Episodios tensos han abundado, es verdad. Negarlo es en vano, porque han sido públicos, demasiado públicos.

Pero no son determinantes en lo que tiene que ver con la fortaleza o la viabilidad de una herramienta que excede a los partidos que la componen.

No debemos confundir un medio con un fin. La coalición es un medio para la transformación positiva del país, no un fin en sí mismo, y como tal puede variar, mutar, transformarse, debilitarse y fortalecerse, siempre y cuando su causa final (siempre útil herramienta aristotélica) no varíe.

Diferencias existen dentro de la coalición, y es válido, pero ninguna es más fuerte que la vocación de transformar el Uruguay. Es más, esos diferendos son protagonizados por actores políticos, por personas que legítimamente pueden tener matices o grandes diferencias sobre ciertos asuntos de la cosa pública, pero no pasan al plano de la gente que los eligió. Sus diferencias no deben ni pueden trascender al plano popular, porque es ahí donde radica la génesis de la coalición. Es con el Pueblo y desde el Pueblo.

Las cuestiones orgánicas de las colectividades políticas son importantes, y cuanto mejor funcionen, mejor para la vida partidaria y el relacionamiento institucional. Pero no superan en importancia ni en efectividad a la conexión de los electores con la fuerza de una idea.

Mi humilde reflexión en ese sentido es que la Coalición Republicana goza de buena salud y tiene larga vida por delante, porque radica en la gente más que en sus líderes. Y respecto de estos lo que falta es la consolidación de una vida orgánica que permita administrar coincidencias y diferencias y que desde ahí se afiance la vital “affectio societatis”.

La última encuesta de Equipos Consultores arroja interesantísimos insumos para analizar la realidad política uruguaya.

La autoidentificación ideológica en el primer semestre de 2023 muestra que un 13% se autoidentifica de izquierda, un 18% de centro-izquierda, un 39% de centro, un 16% de centro derecha y un 14% de derecha.

Uno podría interpretar que el público proclive a votar a la coalición se encuentra desde el centro hacia la derecha, por lo que si esta expresión electoral encuentra candidatos, proyectos y plataformas claras podrá canalizar de forma exitosa el sentir popular de los uruguayos. Especialmente en un frente amplio absolutamente volcado a la izquierda, con un Partido Comunista y un Movimiento de Participación Popular comandando las riendas de la coalición de izquierda y una conducción orgánica determinada por la cúpula sindical. Ya no hay que maquillar su influencia, pusieron en la Presidencia del Frente Amplio al expresidente del Pit-Cnt. Ahí está la prueba del 9, como en el truco.

La cancha está despejada para una Coalición Republicana que deberá mejorar y aprender a convivir, pero que cuenta con un elemento objetivo a favor muy importante. Las nuevas generaciones que nacen a la vida cívica lo hacen viéndola gobernar, y particularmente viendo conducir al país a un Presidente con un liderazgo y una simpatía popular incuestionable. Esto probablemente sea el motivo por el cual los jóvenes ya no corren natural y románticamente hacia la izquierda. Hoy se pueden enamorar de una idea liberal porque en el gobierno hay líderes que llevan adelante esa concepción filosófica en la práctica, sin lugar para los “cucos” que siempre les quisieron imponer.

Analizando la misma encuesta de Equipos Consultores, ya entrando en autoidentificación ideológica según edad, me permito reafirmar con datos el razonamiento anterior. Solamente un 28% de las personas de 18 a 29 años se autoidentifica de izquierda, mientras que un 48% lo hace de centro y un 24% de derecha.

Es más, dentro de las cuatro categorías etarias (de 18 a 29, de 30 a 49, de 50 a 64 y de 65 y más) la primera (los más jóvenes) es la que tiene menor autoidentificación de izquierda. Tiene un 28% como dijimos, mientras que en la segunda tiene un 34%, en la tercera un 31% y la cuarta un 29% se autoidentifica de izquierda. En fin, la izquierda pasó de moda.

Hay un horizonte esperanzador, jóvenes a los que nadie los puede asustar con relatos infames, una coalición que está en la gente y un gobierno que está transformando el país.

El barco de Teseo navega, fuerte, sano, transformándose permanentemente, pero con un rumbo claro e inquebrantable. Así que no nos quejemos del viento como el pesimista, ni esperemos que cambie como el optimista, hagamos como el realista y ajustemos la velas.

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