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Aritmética y política

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El diputado Bianchi dejó la Cámara de Diputados y pasó al Senado. Al mismo tiempo y en el mismo acto dejó el Partido Colorado y pasó… ¿a dónde? A ninguna parte; se fue con Novick que, según la Corte Electoral, no existe como partido. Antes de abandonar a Bianchi señalemos lo obvio: la gente se va o bien porque elige algo que le gusta más, o bien porque presiente que donde está no tiene futuro.

El diputado Bianchi dejó la Cámara de Diputados y pasó al Senado. Al mismo tiempo y en el mismo acto dejó el Partido Colorado y pasó… ¿a dónde? A ninguna parte; se fue con Novick que, según la Corte Electoral, no existe como partido. Antes de abandonar a Bianchi señalemos lo obvio: la gente se va o bien porque elige algo que le gusta más, o bien porque presiente que donde está no tiene futuro.

Volvamos a Novick. Mucha gente habla de él como cabeza del Partido de la Concertación. Se habla y se cree -sobre todo él lo cree- que el Partido de la Concertación es Novick. No es así. El Partido de la Concertación está registrado en la Corte Electoral, tiene sus autoridades (que no integra Novick), sus estatutos y, sobre todo, sus propios planes, los cuales se inscriben en una misión de carácter departamental que le imprimieron sus creadores, que son el Partido Nacional y el Partido Colorado.

Novick no tiene partido pero tiene un capital político. Eso es evidente. Él (y unos cuantos analistas) creen que ese capital son los doscientos y pico de miles votos que sacó en la elección departamental de Montevideo. Desconfío: no hay votos cautivos en el Uruguay (excepto en el fondo profundo ideológico-religioso del Frente Amplio). No sé qué cifra ponerle hoy al capital político de Novick, pero sé que está ubicado en dos adjudicaciones combinadas. Una es su discurso frontalmente antifrentista, que lo hace atractivo para muchos que están hartos del Frente Amplio (por variados motivos). La otra, es esa cosa sentimental e ingenua que cautiva a mucha gente con aquello de: si nos juntamos, podemos. Las dos adjudicaciones juntas dicen: juntémonos todos para ganarle al Frente.

Sucede que ese “juntémonos” es una propuesta política con un evidente componente aritmético y ahí está el problema. Dado que el Frente Amplio tuvo, él solo, más votos que todos los otros juntos, juntarse no alcanza. Primera constatación aritmética. Además, crear otro partido, el partido de Novick, haría que en vez de ser dos los partidos que le disputan al Frente, pasarían a ser tres. O sea, en vez de sumar, divide. La única hipótesis que tiene Novick de sumar o juntar todo, sería que todos los blancos y todos los colorados abandonasen su partido y lo votasen a él, lo cual es una hipótesis absurda. La única manera de ganarle al Frente Amplio no es sumando sino restando, es decir, sacándole votos al Frente Amplio (y no a blancos o colorados). Y esto no es una cuestión de egoísmo sino de pura aritmética.

Pero en el Uruguay está planteada una pregunta ¿por qué Novick sacó tantos votos?

He escrito lo de arriba con cierta aprensión y pesadumbre porque creo que el Uruguay ha gastado ya casi todas sus ilusiones… No obstante, pienso que para plantear una opción política que remueva el ánimo nacional, es menester dibujar una alternativa -también política, no de gestión- con un contenido político definido y más sólido que simplemente llegar a las elecciones y ganarle al Frente Amplio. La gente proclive a votar a Novick -y la que ya lo ha votado- tiende a horrorizarse y enfurecerse con el desastre económico y de gestión que han sido los gobiernos del Frente. No ven que los desastres políticos, los daños políticos, de estos años han sido mucho mayores. Un país requiere gestores y administradores competentes para las empresas del Estado, el sistema de salud y cosas por el estilo. Para gobernar necesita políticos formados y, sobre todo, partidos políticos sólidos.

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Juan Martín Posadas

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