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No los bajemos del podio

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ISABELLE CHAQUIRIAND
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La pandemia del covid-19 está haciendo estragos por todos lados. A nivel sanitario, social, económico, pero también moral. Está siendo un revolcón grande para todos. Pero al menos, parece que estamos aprendiendo algo de todo esto.

Los medios de comunicación son un lente de la sociedad. Muestran lo que queremos ver, lo que queremos ser, lo que nos interesa y lo que no. Y es interesante ver cómo van cambiado a lo largo del tiempo, como reflejo de los intereses y preocupaciones de nosotros, los espectadores. Es un mundo que en su gran mayoría está ocupado por el entretenimiento. Divertirse, escapar del aburrimiento es el cometido siempre presente como valor supremo, en cualquier formato de contenido que sea.

Los espectadores buscamos el placer instantáneo que nos saque de las preocupaciones y responsabilidades. Todo lo que preocupa o nos recuerda que la vida no solo es diversión, sino que también es dolor, misterio y frustración, tiene poco espacio. Es una rara avis encontrar espacios que inviten a la reflexión, a hacernos pensar más que a entretener. Se priorizan las imágenes sobre las ideas, lo banal sobre lo profundo, la habilidad sobre la inteligencia.

Son más importantes las estrellas de televisión y futbolistas como “influencers” de costumbres, actitudes y pensamientos que cualquier otro personaje de la sociedad, lugar que en la antigua historia ocupaban los pensadores.

El intelectual se ha visto eclipsado y tiene poco lugar, mientras que no hace tanto tiempo atrás desempeñaba un papel fundamental en nuestra sociedad como parte del debate público, al menos de los importantes. En este contexto, no es tan raro que los maestros hayan perdido credibilidad y autoridad, dejando de ser la figura de respeto que históricamente tuvieron en las familias.

Nunca antes vivimos en una época tan rica en conocimientos. Sin embargo, nunca antes estuvimos tan desconectados respecto a cuestiones filosóficas, espirituales, humanistas y de entendimiento de los temas básicos de nuestra realidad. A veces, la idea de progreso puede ser engañosa.

Pero hace un año, la pandemia cambió nuestras vidas, pero en algunas cosas para bien.

Las personas empezamos a hacernos preguntas y precisamos ponerlas en algún lugar de nuestro esquema vital: ¿cómo reaccionar frente a este hecho desconocido? ¿cuál es el sentido de todo esto? ¿cómo superarlo? Fuimos a buscar respuestas en algún tipo de conocimiento y en estos momentos de crisis es que la reflexión, la ciencia y los intelectuales se ganaron un lugar en la agenda pública. Primero a filósofos, psicólogos e intelectuales, cuando la ciencia todavía no tenía respuestas.

Hoy, a científicos. Desde hace un año los programas de radio, televisión, prensa escrita tienen en agenda permanente a pensadores de nuestra sociedad como parte de la búsqueda de respuestas del futuro, como referentes. Hasta como trending topic. Hoy, el pico de rating lo tiene una entrevista a Radi y no la final del “Bailando”.

Ojalá cuando pase la pandemia, los científicos, los intelectuales, los pensadores no pierdan el lugar en nuestra sociedad. No les saquemos el micrófono. No los bajemos del podio.

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