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Hotel California

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En 1976 el grupo estadounidense The Eagles sacó su quinto álbum que trajo su título de mayor éxito: Hotel California. Hubo más de 32 millones de ventas para el álbum en total, y esa canción, según la revista Rolling Stone, ocupa el lugar 49 entre las 500 mejores canciones de todos los tiempos.

En 1976 el grupo estadounidense The Eagles sacó su quinto álbum que trajo su título de mayor éxito: Hotel California. Hubo más de 32 millones de ventas para el álbum en total, y esa canción, según la revista Rolling Stone, ocupa el lugar 49 entre las 500 mejores canciones de todos los tiempos.

Tengo un amigo que tiene una teoría que encierra una metáfora del Uruguay. Dice que no hay día en que no se pase, al menos una vez, Hotel California en alguna radio AM o FM nacional. Es una teoría casi imposible de verificar, pero si uno presta atención, es una música que siempre está en la radio.

Esa constante preferencia, que ya lleva décadas, es imposible de explicar. No pasan en las radios con tanto empeño la que está en el puesto 48 del ranking, que es Bridge Over Troubled Water, o siquiera la que está primera, de Bob Dylan, Like a Rolling Stone. Será la melodía de la guitarra del final, o será la larga introducción del principio, pero lo cierto es que Hotel California tiene una presencia entre nosotros que no existe en ninguna otra parte del mundo.

Ella habla de nuestra preferencia por lo viejo conocido, por canciones que repiten lo de siempre, por las certezas que da la rutina. Cualquiera que prenda la radio en estos días de descanso en los que se recurre mucho a la música para llenar espacios de transmisión, constatará ese protagonismo de la “teoría Hotel California”: música vieja en inglés, en general de los ochenta, vencida, sin mucho brillo, pero muy aceptada. Claro, no es la única. Pero está muy presente. No en vano una de las FM de mayor audiencia es la que se dedica a pasar “oldies”, y la Fiesta de la Nostalgia de la noche del 24 de agosto (que fue inaugurada por la pareja Lavalleja-Monterroso en 1825, ¿no?) es la más importante de todas.

Hotel California funciona como metáfora de cierto Uruguay político, social y económico. En vez de aceptar lo nuevo, de debatir sobre lo que se viene, de abrirse al mundo para innovar, pasamos canciones de los ochenta, es decir, pensamos en viejo. Cuando es evidente que cambió el sistema de partidos, la Concertación no alumbra con fuerza en todas partes, contrariada por reivindicaciones identitarias envejecidas. Cuando es claro que la sociedad está partida y la inseguridad llegó a índices latinoamericanos, asoma siempre la ilusión de volver al país integrado de Maracaná. Cuando es evidente que la economía internacional nos impide desarrollar ciertas producciones, se argumenta que debe haber dinero público para apuntalar competitividades que no existen.

Real de Azúa, en su formidable ensayo sobre nuestra sociedad amortiguada, señalaba que aquel Uruguay de finales del segundo batllismo “teme concretar, pero sobre todo difusamente, cualquier cambio drástico en el que pudieran arriesgarse sus muchos, pequeños y arrebañados privilegios”. Es cierto que el país cambió. Hoy hay un pujante e innovador sector agropecuario diversificado, por ejemplo. Pero la convicción conservadora, de clase media urbana, casi siempre vinculada de alguna forma al empleo público, y orgullosa ahora de la adhesión al relato de modernidad frenteamplista, sigue estando muy extendida en nuestra penillanura suavemente ondulada.

Podrá bajar la música de No Te Va Gustar en su celular. Pero sigue disfrutando en la radio de los conocidos riff de los ochenta y del solo de guitarra final de Hotel California, como hace 30 años.

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Francisco Faig

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