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¿El fin de la decadencia?

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DIEGO FISCHER
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Cuántos años hace que Montevideo no es tema de debate y análisis? Mucho, demasiado. ¿Si no de que otra forma puede entenderse que el Frente Amplio lleve treinta años consecutivos gobernando la ciudad? Hasta ahora los partidos históricos se resignaron a que la capital era el reducto de la izquierda.

“Me encanta Montevideo porque es una ciudad decadente”, dijo al promediar la década de 1990 Joaquín Sabina, en declaraciones a la prensa antes de uno de sus recitales. Con el retorno de la democracia, el reconocido cantante español y hombre de izquierda comenzó a visitar Uruguay. Transcurrió el tiempo y se sucedieron las administraciones frenteamplistas. Tabaré Vázquez, Mariano Arana (dos veces), Ricardo Erlich, Ana Olivera y por último Daniel Martínez que dejó a Christian Di Candia para que le cuidara el asiento, convencido de que regresará. En marzo de 2019, siendo aún Martínez intendente, el diario El País de Madrid publicó un artículo en el que se hablaba del “decadente encanto de Montevideo”. En la crónica, la periodista Magdalena Martínez sostiene que Montevideo transcurre “con sus miserias y su loco encanto decadente (…) porque los montevideanos han hecho todo lo posible para quedarse en la primera mitad del siglo XX, con un instinto natural para frenar la modernidad y su estrés". Entre las declaraciones de Sabina y el artículo periodístico transcurrieron casi tres décadas. El mismo tiempo que lleva el FA gobernando la ciudad. Creo que el juicio de Sabina y la afectuosa apreciación de la periodista son una estupenda síntesis de lo que ha hecho y dejan las seis administraciones de izquierda: una ciudad en decadencia. El Diccionario de la RAE nos dice que: Decadente viene de decaer y significa: Ir a menos, perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor.

Vaya si en todo este tiempo Montevideo y los montevideanos hemos perdido cosas. Uno tiene que hacer memoria y retrotraerse treinta y cinco años para atrás, porque en honor a la verdad, el último intendente que cuidó, hizo obras importantes y se preocupó por la ciudad fue Óscar Víctor Rachetti (1971-1983). Más de una vez, el expresidente Jorge Batlle sostuvo que fue él quien le pidió a Rachetti que no renunciara cuando se produjo el golpe de Estado .

Tres décadas y media es mucho tiempo. Dos generaciones. Mis hijos nacieron y crecieron bajo administraciones frenteamplistas. Por eso se les hace imposible imaginar cómo sería Montevideo limpia, iluminada, con buena locomoción. Una ciudad con las fachadas de los edificios en condiciones, y con sus parques y plazas enjardinadas, no solo dos meses antes de las elecciones.

Por primera vez en todos este tiempo, tenemos la oportunidad real de cambiar. Una mujer, Laura Raffo es la candidata que la coalición multicolor que hoy gobierna el país nos propone. Raffo es nueva en la política y allí está una de sus mayores fortalezas. Su excepcional talento a la hora de comunicar ha hecho que sus contrincantes no quieran debatir con ella. Saben que entrarían perdiendo al set de televisión.

Es hora de que los montevideanos ingresemos al siglo XXI, dejemos de frenar la modernidad y perdamos el loco encanto decadente.

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