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¿DD. HH. fundamentales?

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ignacio de posadas
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Vivimos un predominio apabullante del relativismo conviviendo con intensas reivindicaciones de algo llamado “derechos humanos” o “derechos fundamentales”.

Curioso: por un lado, desterramos la religión y hasta la noción filosófica de un orden natural, porque no nos dejan ser como queremos. Sentimos que coartan nuestra libertad. ¿Por qué tengo que aceptar que me impongan un orden? Hago lo que a mí me parece bien y punto. Pero, al mismo tiempo, vivimos la euforia de los Derechos Humanos. No parece que notáramos nada raro, ni contradictorio.

Por un lado, sostengo que no hay nada cierto más allá de lo que yo pienso. A lo sumo, creo en algo que llamo ciencia: lo que veo o toco, pero también cuando me dicen que algo es científico, que está probado. Y así, aunque nunca me puse a analizarlo a fondo, creo que desde Newton y Darwin se acabó aquello de que el mundo -y también yo- fuimos creados. Creo -aunque no lo he estudiado muy a fondo- que está archiprobado que todo se explica muy racionalmente a partir de una evolución, selectiva y a la vez espontánea, ocurrida a lo largo de millones de años, que nos trajo a lo que somos hoy, a partir de átomos, bacterias y gases, (muchísimos científicos están de vuelta de esto).

Todo lo demás es mitología. No ciencia. La existencia de un orden en la naturaleza, de mi capacidad de pensar y de amar, de mi conciencia, del hecho de que puedo discernir bien y mal, el deseo de darle un sentido a la vida y de ayudar a mis hijos que encuentren el suyo…, todo es ilusorio. Como, por supuesto, lo es la noción de que mi vida tiene un sentido que no se agota en el día a día y de que los seres queridos que se me murieron no los perdí para siempre. Miro a mi alrededor y constato que quienes eso creen al mismo tiempo están lanzados en una cruzada por algo que llaman Derechos Humanos o Derechos Fundamentales. Y no sólo para defenderlos sino, además, para crearlos (casi sin parar).

En estos días se está considerando un proyecto de ley que declara Derecho Fundamental la paridad de sexos en la política.

Todos los años tenemos una manifestación de alto voltaje y propensión a la violencia, para reivindicar la “diversidad”. Traducido, significa que cada uno elige el sexo que quiera (no es algo natural, biológico) y además, exige que su decisión sea acatada en actos y privilegios.

Está por establecerse un llamado “derecho a una muerte digna”, cuyo ejercicio requiere darle a una persona el derecho de matar.

Sigue vivo el derecho de algunos (si están sindicalizados) a impedir que otros ejerzan su derecho a trabajar y gozar de su propiedad.

Esos y otros, son reclamados acaloradamente como Derechos Humanos y Fundamentales.

Pregunto: si no hay nada más allá de la materia y su evolución fortuita y si la vida y la verdad no vienen de ningún lado y, sobre todo, tampoco van a fin alguno, ¿de dónde sale la consagración de esos derechos y la obligación de inclinarse ante ellos?

¿Cómo se casa eso con el relativismo? Si todo es relativo, ¿con qué juego pretendo obligar a otros que respeten esos “derechos”? Si no admito que alguien me aplique una regla de moral ¿con qué argumento exijo que se le aplique la mía a los demás?

La respuesta fácil, es que los tales derechos lo son porque lo dice una ley o la Constitución.

Pues: sí y no.

Para empezar, aun cuando eso ocurre (la expresión normativa de derechos), hay que preguntarse por qué lo dicen. Cierto es que, por ej, nuestra Constitución trae toda una Sección de Derechos, pero nunca dice que esos derechos que enumera lo son en virtud de que la propia Constitución los crea. Todo el fundamento de la Sección II de la Constitución es de un reconocimiento de la realidad. No de un acto creativo de voluntad. Al constituyente jamás se le ocurrió que estaba creando derechos, como si fuera un dios: su misión no era inventar, sino explicitar la realidad.

El lenguaje utilizado lo revela: no son derechos regalados o adquiridos, son humanos en tanto propios del ser humano. Existen desde antes de su reconocimiento normativo. Esa intelección está “remachada” por el art. 72 de la Constitución: “La enumeración de derechos… hecha por la Constitución, no excluye los otros que son inherentes a la personalidad humana…”

Lo que está diciendo es que no se trata de un invento, de un rapto de imaginación creadora, sino de “enumerar”. Se enumera lo que pre-existe: una realidad que precede a la norma y para que no haya dudas, añade que, no excluye otros casos que puedan existir y no fueron enumerados, siempre que sean “inherentes”.

Es decir, un Derecho Humano o Fundamental, no es el producto de la voluntad humana puntual, sea democrática (por mayoría), sea forzada (por marchas, puebladas, sindicatos, “colectivos” y demás). De ahí podrán salir obligaciones y privilegios que comandarán aceptación en virtud del poder de sus autores, pero no derechos fundamentales. Se pueden forzar realidades, pero no crear un orden natural.

En suma, a partir del relativismo, jamás surgirán Derechos que sean respetados por sus fundamentos humanos y que construyan un sentido de vida. No tendrán otro fundamento que el poder, ni otra inspiración que un interés.

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