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Dante, siempre actual

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Cuáles son ya, y serán para el futuro, algunas de las consecuencias de la operación militar especial (de conquista) de Rusia sobre Ucrania y la guerra de Israel con Hamas.

Creo que nadie discute la evidente falta de apoyo y desinterés, por parte de quienes, en un principio parecían fieles e incondicionales amigos que impulsaron a Zelenski a tomar un curso de resistencia a ultranza, evitando cualquier posible acercamiento a una negociación que pudiera presentarse o siquiera buscarla.

Estos días Putin ha manifestado, en reciente megaconferencia de prensa, que no habrá paz hasta que no se cumplan sus condiciones. Las que son, en síntesis:

-Cambio de régimen en Ucrania por un amigo de Rusia, junto a la eliminación de los “nazis”, actualmente en el gobierno.

-Cesión de Crimea y el oeste y sur de Ucrania a Rusia.

-Desarme de Ucrania.

-Levantamiento de las sanciones/embargos que fueron impuestos a los rusos.

-Prohibición a Ucrania de forjar alianzas con otros Estados, sin su anuencia.

Luego vendrán otros “requisitos”, pero esto es lo que pretende Putin para comenzar a hablar.

Sabemos lo que sucede ahora en las regiones ocupadas. Los ucranianos que quedaron están siendo desarraigados y transportados a otras zonas de su inmenso país, tal como ocurría durante el imperio de los zares y del régimen de Lenin y Stalin. Se trasladan rusos a zonas estratégicas vaciadas por el conflicto como Maríupol, ciudad puerto sobre el mar de Azov, a la que están repoblando y se prohíbe el uso del idioma ucraniano. Poco ha cambiado el modo de ejercer el poder.

Debemos anticipar la reacción de los países en el vecindario. Por ejemplo, es impensable que, según lo sucedido, las potencias cercanas no estén activamente contemplando la fabricación o adquisición de armas atómicas, para lo cual tienen tecnología y recursos económicos. EE. UU. ya no parece ser un aliado tan cierto, si luego de prometer a Ucrania su apoyo en todo, menos tropa y armas estratégicas, flaquea. Por ahora, y por razones tácticas, como forcejeos políticos entre el Congreso y el presidente Biden, se retacea la ayuda comprometida y necesaria para seguir los combates en el gélido invierno, tapados de nieve. Como si del noveno círculo del infierno del Dante se tratase.

Creo que se terminó el sueño de la no proliferación de armas atómicas. Países como Alemania, Finlandia, Suecia y Polonia lo deben estar considerando en el oeste y en el este, Japón y Corea del Sur, ciertamente este último, con un vecino como el suyo.

La guerra de Israel contra Hamas no parece aflojar, a pesar de que no queda mucho sin destruir. El conflicto ha traído derivaciones varias.

Al principio, hubo un franco apoyo internacional a Israel. En casi todo el mundo, luego del cruel ataque de Hamas contra los pobladores aledaños de la franja de Gaza en medio de un espectáculo musical (donde perdieron la vida casi 1200 personas y fueron secuestradas inicialmente unas 230). Ese apoyo se ha diluido, es más, los EE. UU. están quedando aislados en su postura de firme respaldo a Israel, a pesar de ciertas manifestaciones en las universidades. Netanyahu no quiere o no puede cesar su embate hasta arrancar de cuajo a Hamas de Gaza. Tarea que muchos creen misión improbable de éxito. Además, los palestinos que no simpatizaban con métodos terroristas -quienes no eran pocos- luego de los incesantes bombardeos, al haber perdido su hogar, sufrido la muerte, o heridas graves de miembros de su familia, difícilmente se reconcilien con Israel. Ello hará muy difícil por no decir impracticable, la convivencia futura. El saldo a la fecha de este escrito es: más de 20.000 muertos y 50.000 heridos. Las facilidades para tratamientos son lastimosas. No hay agua ni comida suficiente y, para peor, el 85% de las viviendas ha sido destruido o severamente dañado. Se da la paradoja de que EE. UU. provee obuses de artillería a Israel y presta ayuda humanitaria en Gaza.

Mas de dos millones de personas deambulan sin destino en medio de la bruma, el frío, la lluvia y las bombas. Gaza también se ha convertido en el infierno de la Divina Comedia.

Y la ecuación geopolítica se complica, a raíz del enorme yacimiento de gas y petróleo en el Mediterráneo (se haya a pocas millas de la costa sur de Gaza). Las implicancias y las especulaciones salen a flor.

Ahora, está amenazada la principal vía navegable del mundo, la que une el Mediterráneo con el Océano Índico. El Canal de Suez ha dejado de funcionar normalmente, con serias consecuencias. Los Houthis (Yemen), en apoyo a Hamas en Gaza, lo han logrado disparando sobre barcos mercantes. Estos terroristas ya han hecho blanco en enormes navíos, portacontenedores, y han secuestrado a uno con 25 tripulantes, por los cuales piden rescate. (Quién no recuerda la película El Capitán Phillips, basada en hechos reales.) El tema de los seguros se complica y se encarece.

El trayecto seguro entre Asia y Europa por vía marítima se ha alargado. Volverán los atrasos, mientras el fluido intercambio de mercancías se verá entorpecido con consecuencias negativas en la lucha contra la inflación, porque ya suben los precios.

Cuando quedó cerrado el canal de Suez más tiempo fue a partir de la guerra de los seis días en 1967, entre Egipto e Israel. ¡Duró 15 años! Veremos esta vez.

EE. UU. anunció la formación de una fuerza de tareas de la armada de varios países para patrullar el área e impedir que los Houthis hicieran destrozos o aborden barcos, extorsionando armadores. Pero, del “dicho al hecho…”.

La costa sur y oeste de Yemen sobre el mar rojo es extensa y la tecnología actual permite que un misil o un dron de ataque sea transportado y lanzado con facilidad por pocos hombres de distintos lugares, pudiendo ocasionar graves daños a un barco, su cargamento o a su tripulación. Impedirlo dependerá de la eficacia y el rigor de las fuerzas disuasorias o de la paz en Palestina.

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