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El timón del Titanic

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CLAUDIO FANTINI
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Lo que está haciendo es heroico. Decir “sí” al pedido que le hizo Macri se parece a aceptar hacerse cargo del timón del Titanic después de haberse producido el choque contra el témpano.

Sobre el resultado de la gestión de Hernán Lacunza como ministro de Hacienda es más fácil apostar todo al fracaso que apostar módicamente al éxito. Ni siquiera resulta claro qué sería, específicamente, lo que podría considerarse un “éxito”.

Lo que está claro es que el llamado tardío y desesperado al que respondió con más heroísmo que ambición, es otra señal del abrupto viraje de Macri tras la apabullante derrota que encontró en las urnas.

Sucede que Lacunza, que fue ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires desde el comienzo de la gestión de María Eugenia Vidal, no era un liberal ortodoxo como Alejandro Dujovne, sino un liberal pragmático y abierto a tomar medidas heterodoxas cuando las considera necesarias.

Representando ese pragmatismo heterodoxo dentro de la economía liberal, Lacunza pasó con éxito por el Banco Ciudad, de la capital argentina, además de cumplir funciones en el Banco Central. Y gozaba de prestigio y reconocimiento en todo el arco político argentino, cuando Macri designó a Dujovne como ministro de Hacienda.

Llamarlo ahora para que realice una proeza que parece imposible, debido a la situación en la que desembocó la gestión de Dujovne, equivale a reconocer que el rumbo que había elegido no era correcto.

Alfonso Prat Gay, el antecesor de Dujovne, tenía mejor imagen tanto en el oficialismo como en la oposición que el economista que acaba de ser eyectado de su cargo en medio del incendio económico y político. Mejor imagen aún tenía Lacunza cuando el presidente eligió a Dujovne.

El ministro clave de la gestión de Vidal, es un extraño caso de economista elogiado por todo el arco de pensamiento económico. Y cabe señalar que la razón por la cual la gobernadora bonaerense fue ampliamente superada en votos por el kirchnerista Axel Kicillof, no tiene que ver con su gestión sino con que el presidente y su jefe de Gabinete, Marcos Peña, le impidieron adelantar la elección provincial, aunque ya estaba claro que Macri era una carga que restaba votos a Vidal.

Desde liberales cercanos a la ortodoxia hasta exponentes de la heterodoxia, coinciden en considerar a Lacunza como un “economista brillante”.

Habría sido el ministro más adecuado para lograr consensos con la oposición. De hecho, eso fue lo que logró su gestión en la Provincia de Buenos Aires. Las políticas que implementó favorecieron los consensos que pudo tejer Vidal con intendentes y legisladores masistas y también kirchneristas.

Pero Macri recurre a él para que ocupe, por sólo un puñado de meses, el centro de un escenario devastado por las llamas económicas y políticas que estallaron tras el escrutinio de las PASO.

Por más de una razón, la tarea que tiene por delante se parece a una misión imposible.

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