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¡Viva el statu quo!

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A propósito de la nota que publicó El País el pasado 14 de marzo, intitulada “Luces y sombras de Uruguay como destino de inversión”, la misma refiere a un informe o guía elaborada por la embajada de Estados Unidos en nuestro país, reseñando una serie de fortalezas y debilidades para inversores norteamericanos en la plaza local.

A propósito de la nota que publicó El País el pasado 14 de marzo, intitulada “Luces y sombras de Uruguay como destino de inversión”, la misma refiere a un informe o guía elaborada por la embajada de Estados Unidos en nuestro país, reseñando una serie de fortalezas y debilidades para inversores norteamericanos en la plaza local.

Hay destaques: transparencia del Poder Judicial, actitud abierta y el buen trato que el gobierno tiene con el inversor extranjero, un sistema bancario correcto.

Hay falencias: la mentada burocracia, el lamentable rendimiento educativo y la escasa productividad de la mano de obra uruguaya.

Temas medulares que deberían ser cuestiones de Estado. Todos los días tendrían que estar presentes en los corrillos diarios, en las respectivas mesas de trabajo, en la agenda del gobierno y de la oposición.

Por supuesto que la mentira del vicepresidente es un gravísimo error institucional y la situación de Ancap todavía tiene mucha tela para cortar, resolviéndose en los estrados judiciales.

Pero avancemos por favor. Fue loable la actitud del Dr. Lacalle Pou proponiendo distintos temas para ayudar a la agenda del gobierno. Diera la impresión que caerá en saco roto.

Pero déjenme ocuparme de la actitud de los organismos públicos ante requerimientos, objeciones o preguntas de los contribuyentes. Por supuesto que me expreso en términos generales, pero el común denominador no luce alentador.

Es la verdadera lucha entre los tiempos públicos versus los tiempos privados. El burócrata se sienta en su poltrona y por allí discurre el tiempo, muchas veces ignorando la inquietud que se le ha planteado por un contribuyente. Porque esa es la peor de las respuestas: la indiferencia.

Con una respuesta que no satisfaga el interés del ciudadano, por lo menos este sabrá a qué atenerse. Lo grave es la no respuesta y eso se llama desidia que puede fungir como sinónimo de mala fe.

Porque esa actitud mezquina conspira contra una probable inversión en el país, que ante el panorama desalentador, se escabulle y seguramente busque otros derroteros.

Paraguay es un ejemplo palpable: varios promotores de la construcción se han ido hacia allí, donde no solamente se construye más barato, sino que además los trámites son más simples y el sindicato, respetadas las reglas, apoya la tarea.

Ejemplos cotidianos en nuestro país: los vivo en el sector que represento, la construcción privada. Los promotores privados invierten en el país, tanto en la promoción tradicional como en vivienda de interés social. Buena cosa es decir que la Oficina del Inversor de la Agencia Nacional de Vivienda, se acompasa a los tiempos de los privados y actúa diligentemente.

Debería ser cuestión de Estado, que las reparticiones públicas en temas vinculados a inversión, respondan en tiempo prudencial las inquietudes que se presentan.

Respecto a la productividad abundamos en la prosa anterior. El gobierno debe crear un Instituto de la Productividad, que aleccione, que guíe, que inmiscuya a los actores, que sea en definitiva un lugar común ocuparse del tema.

El mundo se diferencia de nosotros (lo dice el BID), precisamente por la productividad de los países desarrollados. No hay magia.

En la construcción el tema es de parlamento permanente, pero predomina la retórica y la acción no deviene. Hay casos aislados sí, de promotores que la impulsan en sus obras.

Incluso en los lineamientos del Poder Ejecutivo, hay una tibia referencia al tema sin profundizar en absoluto.

Nos lo alertan los organismos internacionales, nos lo alerta la embajada americana, la realidad nos lo muestra cotidianamente.

“Los sistemas humanos se mueven en la dirección de los temas que tratan y sobre los que preguntan todos los días…”.

La educación, la burocracia y la productividad son eslabones de una cadena que también lleva otros bemoles. Los tres aspectos en sus versiones negativas, dificultan la inversión, erosionan la confianza en el país, nos asientan en el statu quo vigente. Esto es, navegamos en el mar de la mediocridad y lo matizamos con aspectos positivos y así “la vamos llevando”. Tétrica expresión de un simplismo suicida para nuestras futuras generaciones.

Luce paradojal. Tengo cinco hijos y por ahora tengo la fortuna de tenerlos en nuestro país. Y pretendo que siga así… pero si me leen, tal vez me traten de incoherente y el amor que nos tenemos dejará paso a la realidad y esta temo que a alguno de ellos lo inste a buscar mejores horizontes fuera de aquí. Terrible.

Por suerte mañana es día de resurrección y ojalá desparrame una estela luminosa entre tantos nubarrones.

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Anibal Durán

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