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La UE le muestra los dientes a China, pero no se suma a la ola de aranceles que impone Estados Unidos

“Europa no dudará en tomar decisiones duras si son necesarias para proteger su economía y su seguridad”, advirtió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

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Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
AFP

EFE
La Unión Europea (UE) ha lanzado una ofensiva contra la competencia desleal de China con la apertura de una decena de investigaciones a industrias estratégicas en los últimos meses, pero se resiste a seguir la política estadounidense de imponer aranceles generalizados a Beijing.

Las pesquisas, que en algunos casos ya han llevado a que empresas chinas se retiren de licitaciones públicas europeas, plasman el giro de los 27 países de la UE hacia una política más firme a la hora de defender los intereses de las empresas europeas y proteger sectores estratégicos frente al gigante asiático.

Europa no dudará en tomar decisiones duras si son necesarias para proteger su economía y su seguridad”, advertía la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras reunirse este mes con el presidente chino, Xi Jinping, en vísperas de unas elecciones europeas en las que la mayoría de grupos políticos defienden endurecer el tono con China.

La competitividad y la seguridad económica pasaron al primer plano de la agenda política europea a raíz de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, que revelaron los riesgos de depender de terceros en áreas estratégicas, sobre todo si se trata de regímenes autocráticos, y seguirán siendo temas prioritarios la próxima legislatura.

A la UE le preocupa especialmente la “desequilibrada” relación con China, que inunda su mercado de importaciones abaratadas a base de subsidios públicos contra los que la industria europea no puede competir, al mismo tiempo que multiplica las trabas para que las firmas europeas participen del mercado chino.

El déficit de la UE en su comercio de bienes con China se ha triplicado en la última década y el bloque recibe de ese país el 52 % de las importaciones para las que dependen de un Estado extranjero.

La dependencia de China roza el 100% en el caso de las tierras raras (98%) y el magnesio (93%), esenciales en tecnología, y ascienden al 63% en productos fotovoltaicos o el 45% en ingredientes farmacéuticos.

Con este telón de fondo, la UE ha aprobado en los últimos dos años normas que le permiten controlar los subsidios extranjeros, vetar inversiones de terceros si ponen en riesgo su seguridad o garantizar la reciprocidad en el acceso a los mercados. Y no ha tardado en usarlas.

La Comisión Europea abrió en octubre una investigación sobre los subsidios a la industria china de vehículos eléctricos para determinar si son ilegales y en mayo otra sobre las barreras que pone Beijing a las empresas europeas en sus licitaciones públicas de productos sanitarios, la primera de este tipo.

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