Hoy llega a Vietnam, 41 años tras la guerra, para afianzar relación.

Las fotos serán inevitables y el torrente de recuerdos dolorosos incontenible. Cuando el presidente Barack Obama llegue hoy a Hanoi, su visita será registrada por fotógrafos, camarógrafos y periodistas que seguirán cada movimiento en público del tercer presidente de Estados Unidos que visita Vietnam desde el final de la guerra que se produjo hace 41 años.

Chuck Hagel, el anterior ministro de Defensa de Obama, dijo que se prepara para la sucesión de recuerdos que serán consecuencia de esos artículos y fotos. "Sé que esas imágenes me van a impactar", dijo Hagel, cuyos doce meses como soldado en Vietnam se mantienen como el periodo definitorio de su vida, pese a que después se desempeñó como senador y ministro. "Harán que todo vuelva".

Para Obama, el viaje a Vietnam ofrece la oportunidad de ayudar a afianzar no solo el centro de su política referida a Asia, sino también a profundizar los vínculos económicos y de seguridad con un jugador regional de creciente importancia. Se concentrará más en la cooperación entre los dos países para eliminar los residuos del Agent Orange, un herbicida y defoliante utilizado en la guerra, y uno de los temas de ese tiempo que todavía importan a Vietnam. Pero, como un presidente que cumplió la mayoría de edad después que terminó la guerra, no será un símbolo para restañar las heridas sicológicas que algunos veteranos sufrieron al retornar a Estados Unidos, cuando muchos compatriotas los desdeñaron.

Sin embargo, para los veteranos estadounidenses de la Guerra de Vietnam el viaje presidencial a un país donde muchos de ellos perdieron su juventud, inocencia y a algunos de sus más estrechos amigos es evaluado con emociones potentes.

"Todavía andan muchos fantasmas", dijo Hagel, de 69 años. "Todavía hay mucho debate sobre Vietnam y lo que significó para nuestro país". 

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