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La Italia histórica se derrumba

En crisis. En medio de la debacle económica que la vuelca hacia la austeridad, Italia se enfrenta a otro gran problema: mantener su patrimonio histórico en pie, lo que le cuesta una fortuna pero le permite recibir 45 millones de turistas cada año.

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ROMA | NEWSWEEK

Italia, dueña de la mayor cantidad de sitios declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por Unesco, vive una fuerte crisis que amenaza con la integridad de decenas de lugares con enorme valor histórico. El Coliseo, Pompeya y Venecia son solamente tres de las víctimas de la crisis económica por la que está pasando el país, arriesgando monumentos irrecuperables por su antigüedad.

La crisis económica que arrasa a Europa y ha situado a Grecia al borde del caos, también golpea a Italia y llevó a los ministros de Economía europeos a reuniones de emergencia. En estas, con ceño fruncido, se puso más presión sobre las autoridades italianas, las que aprobaron un ambicioso plan de austeridad y recorte de gastos.

Al igual que la propia economía -aunque menos notoria en el exterior- los antiguos monumentos y herencia cultural de Italia se están desmoronando. Venecia se hunde, el famoso Duomo en Florencia tiene grietas y caída de revoque y las iglesias de la era de Normanda, en Sicilia, han sido protegidas con tablas. No puede sorprender que las añosas estructuras se degraden con el transcurso del tiempo. Sin embargo, los males culturales de Italia no están restringidos a revestimientos que se desmenuzan. Desde 2008, hubo 15 grandes emergencias arqueológicas solo en Pompeya y decenas a lo largo del país, causadas por negligencia y crecientes recortes.

La azotea del Palacio Dorado de Nerón, en Roma, se hundió el año pasado, aplastando una galería y destruyendo un techo dorado. En el Coliseo, tres grandes pedazos de argamasa cayeron al suelo apenas pocas horas antes de que el venerable teatro abriera el público. La antigua ciudad que los volcanes no pudieron destruir puede desaparecer por falta de dinero: en noviembre, la Casa de los Gladiadores, en Pompeya, con 2.000 años, colapsó y quedó como un montón de escombros.

Italia tiene más sitios del Patrimonio Cultural de la Humanidad declarados por Unesco que ningún otro país en el mundo, aunque su presupuesto para cultura ha sido reducido casi a la mitad en los últimos tres años, de US$ 603 millones a US$ 340 millones y ahora apenas cubre los costos de mantenimiento y preservación.

"Quien piense que en un país como Italia recortar el presupuesto de cultura es la solución no entiende nada", dice el ministro de Cultura, Giancarlo Galan, quien advirtió que profundizar la reducción de recursos no sólo pondrá en peligro a las obras y tesoros arquitectónicos, sino también derivará en más noticias adversas.

A comienzos de este mes, Italia Nostra -la asociación nacional del patrimonio-, lanzó una bengala de emergencia haciendo un llamado a la Unesco para que sitúe a Venecia en su lista de lugares en peligro para intentar frenar la destrucción desenfrenada. "Si quieren tener una Venecia sin las lagunas, sigan cortando los fondos", afirma Lidia Fersuoch, presidenta del capítulo veneciano de Italia Nostra. "Tenemos un turismo incontrolable. El Gran Canal se ha convertido en una superautopista acuática para los botes. Sin embargo, nadie invierte en restauración y mantenimiento. A este ritmo, en poco tiempo no quedará nada".

En juego no solo está la identificación sentimental con los monumentos nacionales. La riqueza milenaria de Italia atrae a más de 45 millones de visitantes cada año, lo que convierte al turismo en una de las principales industrias del país, que representa el 8,6% del Producto Interno Bruto. Italia, como marca, no sólo trasunta calidad y belleza, sino también se traduce en euros.

Pocas personas comprenden el poder de una marca como Diego Della Valle, jefe de la empresa de productos de cuero de lujo Tod y su amigo, el presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo. Actuando como versiones modernas de los Medici del Renacimiento, han dado el paso para salvar la herencia de Italia con donaciones en efectivo, auspicios y su red social.

En una reciente tarde de verano, en La Scala de Milán, el sonido de martillos que golpeaban y sierras mecánicas que zumbaban entre las paredes deterioradas, era como un regocijante fortísimo para Della Valle, quien se sentó en una de las butacas de terciopelo rojo, de una fila de la platea.

El ruido de la construcción se parecía a una melodía. El magnate del calzado ha dado más US$ 7 millones a la histórica casa de ópera, la mayor donación en los 233 años del teatro y un regalo que mantendrá a los intérpretes cantando todavía por varias temporadas.

OBLIGACIÓN. "La Scala es uno de los diez símbolos de la excelencia cultural de Italia", afirmó con convicción Della Valle. "Eso la hace vital para nuestra imagen en el mundo. Cerrarla enviaría un mensaje al resto del mundo de que a Italia no le importa".

La generosidad de los magnates es necesaria debido a que el país se cae a pedazos. No debe sorprender que Montezemolo tenga indiscutible buen gusto, al que agrega el sentido del humor. Mientras acaricia el motor Ferrari desplegado como una escultura en su opulento despacho, en Roma, se permite una casi imperceptible guiñada al periodista. "Tenemos que hablar más que de zapatos", señala.

"Italia es excelencia, desde nuestra historia y arqueología hasta nuestros atardeceres en Capri. Ningún otro país en el mundo tiene un catálogo similar para ofrecer. Me duele el corazón cuando veo cómo lo estamos desperdiciando", dice.

En parte, los motivos son de egoísmo. Sus negocios dependen del prestigio de que goza Italia por la calidad de sus productos, juicio estético y alta cultura, un prestigio que está bajo amenaza debido al desarreglo del país y bajo el primer ministro Silvio Berlusconi, por una nueva reputación mezquindad y escándalos sexuales.

"Un monumento que representa a Italia en el mundo debe ser restaurado", afirma Della Valle, quien donó más de US$ 36 millones para salvar al Coliseo, después que el ministro de Cultura admitió que el Estado simplemente no podía estar al día con los costos de mantenimiento. "Para nuestro grupo, que vive de la reputación del `hecho en Italia`, no es un opción. Simplemente, es algo que tenemos que hacer", asegura.

Nunca hubo una participación de las empresas privadas en la cultura italiana a esta escala, debido a que el Estado es el propietario de los activos culturales y, por consiguiente, se supone que debe cuidarlos. Sin embargo, con un gobierno tan severamente en rojo, estos empresarios adoptan los monumentos y alientan a otros a hacer lo mismo.

En junio, Montezemolo lanzó una iniciativa denominada Italia Futura, con el objetivo de auspiciar proyectos y avergonzando a otros que dependen de la reputación de Italia, para que contribuyan. Le gusta recordarle a sus pares que la grifa "hecho en Italia" no significa nada si los títulos de los diarios solo destacan las paredes que se desmoronan y los andamios. "La cultura es el corazón de nuestro negocio", dice Montezemolo.

Italia Futura es en parte centro de análisis y en parte redes comunitarias que apuntan a unir la política, la filantropía, la economía y la cultura.

En Italia, muchos especulan que es el primer paso para crear un partido político con Montezemolo en la conducción. Sin embargo, por ahora, es usado para generar fondos que se destinan a algunos de los proyectos más urgentes en el país, como es revitalizar la deteriorada bahía de Génova.

ACCIÓN. Mientras la fortaleza de Montezemolo está en la recaudación de fondos, Della Valle ha donado mucho dinero privado, más de US$ 40 millones, sin buscar una promesa de publicidad o de control sobre la manera como se hacen las restauraciones.

Entre otras cosas, su empresa está financiando la renovación del Coliseo, que insumirá dos años, lo que no constituye una tarea fácil, teniendo en cuenta el estado de deterioro del anfiteatro de 2.000 años. El comienzo de los trabajos está programa para el otoño del hemisferio Norte de este año e incluirá crucial limpieza y mantenimiento, así como el agregado de elementos que lo harán más accesible para las personas con discapacidad y los ancianos. Della Valle también tiene el propósito de auspiciar viajes a Roma para personas que, de otra manera, no visitarían el monumento que es un ícono. Dice que tiene motivos sentimentales para abordar la reparación. "Recuerdo la primera vez que vi el Coliseo, cuando era un niño", indica. "Me dejó una impresión duradera".

Con un físico sólido y ojos juguetones detrás de sus clásicos lentes redondos, Della Valle tiene la elegancia y encanto de un estadista digno. Su familia es originaria de Le Marche, una región poblada de colinas en la zona central de Italia, donde su abuelo trabajó en la reparación de zapatos. Su padre amplió el negocio, haciendo zapatos para tiendas de lujo como Saks y Neiman Marcus, de Estados Unidos. Della Valle asumió la conducción de la empresa en 1978, lanzando la grifa propia de la familia utilizando prestado el nombre J. P. Tod, que encontró en la guía telefónica de Boston. Della Valle hizo crecer la marca hasta convertirla en una de las más exitosas de Italia actualmente.

El hogar que comparte con su señora y su hijo de 12 años es un monasterio del siglo XVII en Casette d`Ete, cerca de la fábrica de calzado. Es un palacio de US$ 60 millones poblado de obras de arte. Como corresponde a un magnate, Della Valle tiene casas en Capri, Roma, Nueva York y París. Es propietario de un yate de caoba que una vez perteneció a John F. Kennedy, un helicóptero Dolphin, un jet Falcon 2000 y, por supuesto, una Ferrari. Disemina su riqueza. Sus empleados tienen cena gratuita en un restaurante comunal y los hijos reciben educación gratuita en un jardín infantil que funciona en el predio de una escuela a la que concurrió su hijo.

En contraste, Montezemolo, es un playboy divagador, una suerte de Richard Branson italiano. Delgado y fuerte, con pelo largo y un perfil regio, es como un río en ebullición, con energía y aparentemente incontenible, que salta de un tema a otro.

Nacido en Bolonia en una familia aristocrática, disfrutó de un periodo breve como piloto profesional de autos de carrera, pero también estudió Derecho en la Universidad de Columbia antes de retornar a Italia, donde rápidamente ascendió en el imperio de Fiat. Si bien no confirma ni desmienta ambiciones políticas, hay amplios rumores de que tiene la mirada puesta en un cargo electivo, después de Berlusconi, y ha estado profundamente involucrado en la creación de alto perfil de la primera línea de trenes privada de Italia, el NTV, que comenzará más adelante. Encantador y veleidoso, vive en Roma pero como confidencia dice que en un mundo ideal, dividiría su tiempo entre Italia y nueva York. Se casó tres veces -la más reciente con una mujer de 29 años con la que se casó a los 52 años- y tiene tres hijos.

Los dos hombres se conocieron en la universidad y son italianos por esencia, personificando tanto en gustos como en hechos la grifa "hecho en Italia". La empresa de Della Valle hasta diseñó un zapato, hecho especialmente para conducir uno de los Ferrari de su amigo. El zapato se vende sólo en los locales de Ferrari".

APORTES. Por cierto, muchas marcas de lujo en Italia y en otras partes destinan millones a causas filantrópicas y humanitarias. Por ejemplo, Bulgari donó US$ 15 millones de las ventas de un anillo especialmente diseñado para "Salvar a los Niños" y lo destina a proyectos en Afganistán y África. Gucci dio US$ 9 millones de las ganancias de su cartera dedicada a Unicef para el programa de escuelas africanas. En Estados Unidos, Ralph Lauren donó US$ 10 millones para la restauración de la bandera original de Estados Unidos y en Francia, Giorgio Armani dio US$ 170.000 para la renovación de la pintoresca iglesia de Saint-Germain, en París.

Lo que diferencia la situación en Italia es que la lista de tesoros nacionales en peligro es tan extensa y la situación actual muy lóbrega. El Ministerio de Cultura tienen las manos atadas en términos de financiación -el gobierno recortó el presupuesto anual de cultura en 50% en los últimos seis años- y, si se juzga por las últimas noticias económicas, nada bueno está en camino.

Para agudizar los males, el ministerio recientemente enfrentó amplias acusaciones de deshonestidad y mala administración. Sandro Bondi, el antecesor del ministro de Cultura, Giancarlo Galan, renunció el año pasado después de acusaciones de mal manejo en Pompeya. Un informe condenatorio de la Corte de Auditores de Italia censuró al ministerio por pobre administración y falta de transparencia. Della Valle dice que prefiere no participar del juego de culpas por las cosas que se hacen mal. "Comenzar a disecar lo que salió mal resulta contraproducente", afirma. "Nuestra energía debe estar canalizada hacia lo que podemos hacer a partir de ahora y concentrarnos en cómo arreglar lo que tenemos. Lo tenemos ahora y no debemos perderlo".

CUIDAR. Si bien advierte que Italia no está en venta, el ministro Galan da la bienvenida a la iniciativa privada. En efecto, el ministerio depende de los empresarios y ahora espera por un donante privado para salvar la mansión de 1.800 años del Emperador Adriano, situada a las afueras de Roma, que necesita más de US$ 3.5 millones para mantener las puertas abiertas.

Por cierto, al ser Italia, todo se hace con el mejor gusto posible. No habrá plaquetas chabacanas ni auspicios vulgares. La restauración del Coliseo tiene una estricta regulación: Tod no puede cubrirla de logotipos de corporaciones. "Estoy seguro que todos piensan que ahora tengo las llaves de Coliseo", señala Della Valle. "Pero, esto es algo que hago sin nada a cambio. Si quiero visitar el lugar, tengo que comprar una entrada como todo el mundo", afirma.

Por su parte, Montezemolo es rápido para distinguir entre auspiciar una restauración y convertir los sitios en parques temáticos. "No quiero que Pompeya sea un Disney World", puntualiza. "Pero, tampoco quiero que desaparezca".

Los dos magnates del lujo se inclinan hacia sus pares para ayudar a salvar las gemas culturales del país, aunque Della Valle cree que puede requerir que pase una generación antes de que la gente comprenda la importancia de preservar los elementos testimoniales del pasado e invertir en la reputación de Italia. "Es importante que el mundo vea que cuidamos lo que tenemos"; afirma. "Espero que otros empiecen a hacer lo mismo".

Su amigo Montezemolo expresa en términos aún más patrióticos: "Me siento muy orgulloso de ser italiano. No puedo imaginar a un italiano que no haga todo lo posible para salvar lugares como este".

La Venaria, un monumento rentable

Roma | La suntuosa residencia de cacería de la familia real italiana, construida entre el siglo XVII y el XIX por la dinastía de Saboya como emblema de poder, a pocos kilómetros de Turín, es ejemplo de museo moderno e interdisciplinario, gracias a sus exposiciones, jardines minimalistas y huertos biológicos y una administración rentable.

"Hoy en día podemos decir con orgullo que funciona. Es un modelo exportable. Logramos el equilibrio económico", sostiene Alberto Vanelli, director de "Venaria Reale", el inmenso palacio que rivalizó en su época con la Versalles de París, por sus vastas salas, galerías y fiestas mundanas.

El gran edificio monumental, residencia de los Saboya hasta 1815, que ocupa ochenta mil metros cuadrados y que cuenta con una capilla barroca y una caballeriza de cinco mil metros, fue abandonado durante el último medio siglo, carcomido por el bosque, los animales y las enredaderas, y destrozado cuando fue sede tras la Segunda Guerra Mundial de un batallón de castigo del ejército.

"Era un lugar horrible", cuenta el periodista Maurizio Matteuzzi, quien no olvida las noches gélidas con temperaturas bajo cero cuando prestaba servicio militar allí.

Declarado en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fue completamente recuperado y remodelado en ocho años gracias a los aportes de la Unión Europea y de la región Piamonte, y entregado restaurado en el año 2007.

"Nuestro reto ahora es a nivel internacional", confiesa Vanelli, quien en 30 años de experiencia como consejero de cultura de la región Piamonte y militante político de izquierda, impulsa un "nuevo código" para el manejo de los bienes culturales con el ingreso de capitales privados.

"La clave es la transparencia combinada con capacidad empresarial", sostiene Vanelli, quien logró que la Venaria sea hoy en día el quinto monumento más frecuentado de Italia, con un promedio de 900 mil visitantes al año y un inusual equilibrio económico.

La clave del éxito son los servicios que ofrece, que incluyen la preparación de cenas según los principios del "slow food", la comida de calidad autóctona. AFP

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