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Los intérpretes: las únicas personas que saben realmente qué hablaron Trump y Putin

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Trump y Putin se reunieron el lunes en Finlandia, Foto: EFE

ESTADOS  UNIDOS

Son los únicos testigos de las reuniones que los mandatarios tuvieron a solas. En un hecho inusual, Trump sacó a otros funcionarios y se quedó solo con el traductor. Luego le pidió que tire sus apuntes y no comente la conversación con ningún funcionario. Ahora quieren que declaren ante el Congreso. 

Las explosivas acusaciones de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ocultó conversaciones con su par ruso, Vladimir Putin, han arrojado una atención no deseada sobre los intérpretes o traductores, cuyo rápido ingenio es vital para la diplomacia y quienes suelen permanecer en la sombra.

Ya sea trabajando en cumbres internacionales de alto nivel o en audiencias judiciales más desapercibidas, los intérpretes acatan un código de ética que establece no divulgar nada de lo que escuchan.

Pero Donald Trump alimentó las sospechas sobre sus vínculos con Rusia cuando, en una brusca ruptura con la práctica diplomática estándar, se deshizo de sus principales asesores de gobierno mientras mantenía una conversación de dos horas con Putin durante su primera cumbre formal en julio.

Solo un estadounidense permaneció en la sala de Helsinki junto a los mandatarios: Marina Gross, una intérprete del Departamento de Estado.

Los demócratas de la Cámara de Representantes intentaron el año pasado, sin éxito, obligar a Gross a testificar sobre la cumbre, alegando que las acciones extraordinarias de Trump requerían a su vez medidas excepcionales.

Reavivando las preocupaciones, el diario The Washington Postinformó este fin de semana  que Donald Trump le arrebató sus notas después de un encuentro anterior con Vladimir Putin en 2017, al margen de una cumbre del G20 en Hamburgo, y le ordenó que no comentara la conversación ni siquiera con otros funcionarios del gobierno.

"Realmente no tiene precedentes que estemos en el centro de atención como lo estamos ahora", dijo Uros Peterc, presidente de la Asociación Internacional de Intérpretes de Conferencias, con sede en Ginebra.
Peterc, quien bromeó con que la suya era la segunda profesión más antigua del mundo, dijo que la no divulgación de conversaciones es el principio primordial de los intérpretes.

"Está claro, desde siempre, que un intérprete es alguien en quien el orador tiene plena y total confianza", sostuvo Peterc, quien en 2001 formó parte del equipo de traductores en Eslovenia en la cumbre de Putin con el presidente George W. Bush.

Trump, cuya relación con Rusia es el foco de una investigación del fiscal especial Robert Mueller, negó el secretismo de la cumbre y el lunes en la Casa Blanca declaró: "Nunca trabajé para Rusia".

Pero incluso si su motivación fue únicamente establecer una buena relación con Putin, lo cierto es que los presidentes estadounidenses casi nunca se reúnen solos con los líderes extranjeros, especialmente los considerados adversarios.Un asesor -generalmente un alto miembro del Consejo de Seguridad Nacional o, en algunos casos, los secretarios de Estado o Defensa- suele tomar notas extensas, dijo Michael Glennon, profesor de derecho internacional en la Universidad Tufts y exasesor legal del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

"La comunidad de inteligencia a menudo está interesada en las sutilezas de la fraseología y puntos de vista del otro jefe de estado", afirmó.
Los diplomáticos también buscan de cerca cualquier posible revelación, "todas cosas que se le podrían escapar a un presidente que habla o escucha solo", agregó.

Pero aún más raro sería que el intérprete tomara notas exhaustivas.
Laura Burian, decana de la Escuela de Graduados en Traducción, Interpretación y Educación de Idiomas del Instituto de Estudios Internacionales de Middlebury, dijo que sería raro que los cuadernos de un intérprete transmitan mucho.

Los intérpretes confían en su memoria a corto plazo, buscando recordar y traducir los pensamientos de los oradores en solo segundos o minutos.
Si toman notas, solo llegan a escribir números o nombres propios que deben ser precisos, dijo Burian.

"Leerlos meses o incluso un día después no reflejaría todo lo que se dijo en la sala", agregó.

También señaló que los traductores han estado preocupados por los últimos acontecimientos, aunque los empleados por el gobierno como Gross tienen certificaciones que podrían protegerlos.

"Desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el uso de intérpretes se volvió más codificado, se asumió que nunca se les pedirá" que hablen, dijo Burian.
El caso de Trump tiene paralelismos con 1998, cuando el abogado Ken Starr forzó el testimonio de agentes del Servicio Secreto que custodiaban al presidente Bill Clinton para saber si tenía una relación con la becaria Monica Lewinsky, un paso sin precedentes que la Corte Suprema no impidió.

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