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Una defensa oscura y débil

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La defensa de Michel Temer no disipó el sismo que parece derribarlo. El turbio mandatario usó como escudo dos afirmaciones muy endebles: la primera es que la grabación que lo registra avalando la continuidad del soborno a Eduardo Cunha para comprar el silencio de su correligionario encarcelado, ha sido manipulada y editada.

La segunda, es que el empresario que lo traicionó al grabar esa conversación privada, había efectuado días antes una millonaria compra de dólares especulando con la devaluación que produciría la bomba que él haría explotar en la política de Brasil.

Sobre la primera afirmación hay que decir que sería negligente la Justicia si enviara al empresario Joesley Batista en una misión de ese tipo, sin recibir la grabación ni bien sale del encuentro en el que la realizó. A esa acción la ordenó la Justicia, entonces se supone que tomó las medidas destinadas a que sea útil, sin posibilidad de adulteraciones. Si alguien editó la grabación para usarla arteramente contra Temer, fue el Poder Judicial y no el empresario. O sea que esta parte de la defensa del presidente implica un ataque a la Justicia, y está claro que en Brasil los jueces del Lava Jato tienen mucha más credibilidad que la corrupta clase política que integra el turbio Temer.

Respecto al segundo argumento del acosado presidente, que denuncia una maniobra especulativa que lograría el resultado buscado haciendo estallar la bomba que estalló en el Planalto, corresponde decir lo siguiente: sería muy extraño que un empresario con largos años realizando la corrupta maniobra del soborno, no haya especulado para sacar de esa acción que acordó con la Justicia alguna ganancia que compense la multimillonaria multa que deberá pagar para que su empresa pueda seguir operando.

¿Por qué razón habría que esperar que un empresario tan corrupto no sea también un inescrupuloso especulador?

La defensa ejecutada hasta el momento por Temer no revierte ni su situación político-judicial, ni su problema político-económico. El problema político-económico que acelera su derrumbe es que, igual que Dilma Rousseff en la antesala del impeachment, se quedó sin músculo para conducir el timón y sacar al Brasil de las tempestades que demoran su reactivación económica. Igual que con Dilma en el tramo final de su segunda presidencia, cuando los empresarios brasileños miran al capitán de la nave esperando ver a un piloto de tormentas, lo que ven es un timonel sin brazos tambaleándose en la tempestad.

LA BITÁCORA

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