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En la moda también hay segundas oportunidades

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Eco moda sobre ruedas: desde sillones a vestidos. Foto: Ekofusión

TODO SE TRANSFORMA

Neumáticos reciclados y otros objetos dan vida a creaciones vanguardistas.

El esposo de Karina Casalás había cambiado las cubiertas de su auto y ella le pidió por favor que no las tirara “¿Para qué las querés? Van a juntar mugre”, dijo el hombre acostumbrado a que su pareja levante todo lo que encuentra tirado en la calle para reutilizarlo en sus diseños textiles.

Esa vez, Karina se inspiró y creó el primer sillón de una colección hecha con neumáticos. Esos artículos no le eran ajenos: se crió viendo a su padre tallar muebles de estilo. Diseñó una tanda que se usó como escenografía en DiseñArte, programa que emite TNU, y luego los expuso en el Hotel del Lago.

El emprendimiento de los muebles duró poco. Una tarde de 2016 entró al depósito de una gomería a buscar una medida especial para un sillón ya maquetado y se iluminó al encontrar una cantidad de cámaras de neumáticos: “me pareció que las ruedas podían ser útiles para sustituir la piel. Una especie de eco cuero, y realmente es así. Una vez terminado el producto, tenés que tocarlo para darte cuenta de que es goma, y no cuero”.

Karina pidió esas llantas, se las llevó a su casa, y así arrancó la marca Ekofusión. Hoy retira de las gomerías cubiertas de camiones, bicicletas y motos para transformarlas en ropa. Descarta las que no sirven, luego las lava y elige qué tipo de rueda usará para cada indumentaria en función del grosor.

Los pantalones, las mangas de las chaquetas y las tiras de las carteras se hacen con neumáticos de bicicletas porque “requieren más movilidad”. Para los flecos de las camperas prefiere las cámaras de las motos.

Trabaja codo a codo con su familia. Su madre modista la ayuda a hacer los moldes y a coser; su padre escultor se encarga de los tallados que llevan las carteras. Éstas también se confeccionan con material reciclado: va a barracas del interior del país y compra bolsas con recortes de madera.

Es hincha de lo artesanal. Trabaja con lana merino para los bordados y tejidos, y pinta las piezas a mano.

“Partimos de un objeto de descarte y le damos una segunda oportunidad”: así describe la fan page de Facebook a Ekufusión. Karina promociona su marca desde las redes sociales, ya que no se instaló en un local propio. Su idea es expandirse al exterior porque aquí no está anclada la cultura del reciclaje y nota falta de consciencia. “Estás devolviendo un material que contamina y genera basura para darle otro uso, y además es un material súper noble porque un neumático dura 500 años”.

Ekofusión participó de varias ferias y eventos de moda por ser Marca País, pero tuvo poco éxito. “La gente se te acerca para felicitarte por el trabajo y cuando les explicás que no es cuero te agradecen y se van. Las cartera estuvieron tres meses en Hecho Acá y cuando las vendedoras decían que eran hechas con cámaras de neumáticos recicladas no las querían”.

En el local Mamina se pueden adquirir carteras de Ekofusión por $1.200 en adelante. La más cara vale $6.000, se llama Secret y la peculiaridad es que está toda tallada en madera. Las camperas cuestan alrededor de $5.000 pero depende del talle. “Si la persona es muy grandes hay que usar más materia prima, y por ende requiere más trabajo y pienso, ya que los neumáticos pesan, no son livianos como el paño o el cuero, y hay que crear un diseño que sea cómodo y que no parezca que te pusiste un yunque encima”.

Otra chance.

Cuando Mayra Barrios empezó a estudiar diseño de indumentaria le pareció algo frívolo y quiso investigar con miras a encontrar cierta profundidad detrás. “Hay que hacer algo”, pensó allá por 2012 cuando el concepto de moda sostenible tenía poco eco en Uruguay. Miró proyectos en el exterior y se inspiró en grandes marcas para poder dar una segunda vida a los textiles que son desechados en las fábricas.

Asistió al evento de moda sostenible MOLA que se realizó por primera vez en Uruguay en 2017, e hizo un click en una clase con Agustina Comas. Esta uruguaya radicada en Brasil toma prendas usadas y les aplica un cambio desde su manualidad. “Ella me abrió la cabeza sobre la forma de mirar la ropa”.

Hoy Mayra hace sus prendas para la marca Moda Lenta con los remanentes de Casa Urbana Uniformes. “Trabajé ahí, vi que todas las piezas iban a parar a la basura y pensé, hay que arrancar por acá. Ellos encantados porque son una empresa súper responsable”. Con esa materia prima confecciona blusas y faldas formales por $1.000.

La marca Joséphine se interesó en este proyecto y donó una caja con atuendos de colecciones pasadas que no planeaban vender. En vez de descartarlas, Mayra las reformula y las vuelve a hacer comerciables.

Mayra vende sus productos a través de las redes sociales y solo trabaja por encargo. Dice que crear piezas únicas que pueden usarse un largo tiempo es otra forma de fomentar la moda sostenible.

Tiene unas faldas hindúes de seda española a $2.500. Son modelos exclusivos hechos bajo la modalidad “cero desperdicio”. Es decir, ropa que se genera sin que nada vaya a parar a la basura. “Todo queda en ese cuadrado de tela”. De todas formas, en Moda Lenta nunca hay remanentes. Lo último que Mayra hizo con todas las sobras acumuladas fue una bolsa de boxeo que hoy usa un amigo.

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