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Ministerio de Transporte amenaza con borrar uno de los últimos astilleros

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Varadero: el astillero ya no construye embarcaciones;  hoy funciona como sitio de resguardo y taller. Trabajan en él siete personas. Foto: Ariel  Colmegna.

Nueva instancia judicial

Está en el Buceo y fue el que transformó en velero al Capitán Miranda.

En 1978, el español Manuel Rosendo, quien ya llevaba varios años viviendo en Uruguay, armó un barco para un entonces prometedor empresario: Eduardo Eurne-kian. La vida los volvería a cruzar décadas después. En 2012, el grupo inversor que encabeza este argentino propuso construir tres edificios de apartamentos de lujo de baja altura en el Buceo, una plaza y un nuevo puerto de yates. Todo a un costo aproximado de 60 millones de dólares. Y en el lugar donde se encuentra desde hace 40 años el Astillero Rosendo, así como la sede de la institución de salvamentos marítimos Ades y un conjunto de viviendas precarias que originalmente fueron exclusivamente de pescadores. Finalmente, la iniciativa privada fue desestimada. Y tiempo después se levantó, aunque en la manzana de enfrente, sobre la rambla, el lujoso complejo de viviendas Forum.

Desde 2010 el gobierno quería cerrar el astillero, que tras arduas negociaciones se acordó que permanecería en el lugar en una suerte de "comodato precario", lo que implica que las condiciones del acuerdo pueden cambiar en cualquier momento. Hoy se cumplirá una nueva instancia en un juzgado, en la que Rosendo y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas se volverán a ver las caras.

En el galpón: una joya de la ingeniería naval que su propietario dejó abandonada hace varios años. Foto: Ariel  Colmegna.
En el galpón: una joya de la ingeniería naval que su propietario dejó abandonada hace varios años. Foto: Ariel Colmegna.

"El proyecto que hay para este lugar incluye sacar todas las casitas de los pescadores que se encuentran junto al astillero y también la sede de Ades, para hacer un parque", comenta a El País Manuel Rosendo.

"El Forum no quiere tener una empresa enfrente, no les gusta la vista que tienen, quieren ver solamente el agua", agrega su hija Andrea, la administrativa de la firma.

En 2016, el secretario de la IMM, Fernando Nopitsch, dijo a El País que el proyecto no se había terminado de formalizar debido a que se presentaron "algunos problemas de financiamiento" por parte de los inversores extranjeros. "Al astillero sí lo sacan, tendrá que ir a otro lado, hay 800 lugares para eso y no en el mejor lugar de Montevideo. Los pescadores y las pescaderías siguen. El asentamiento no, porque la marina queda toda abierta, desaparecen los muros", agregó Nopitsch.

Varadero.

Aunque llegó a construir más de 100 barcos y "hasta ocho grandes en un solo año", hoy el astillero funciona solamente como varadero y taller. Trabajan allí siete personas, algunas de las cuales desde hace más de 40 años.

"Nosotros hicimos acá la restauración del Capitán Miranda, cuando lo transformamos en velero. Estábamos en contacto en ese momento con la gente de la Armada, a la que le comentamos que necesitábamos hacer determinadas obras. Entonces, rellenamos todo el terreno, hicimos baños, vestuarios, oficinas, un galpón extra para la fibra. En esa época trabajaban 35 personas", recuerda el constructor, hoy de 83 años.

Ranchos: originalmente eran solamente de pescadores. Se encuentran frente al edificio Forum. Foto: Ariel  Colmegna.
Ranchos: originalmente eran solamente de pescadores. Se encuentran frente al edificio Forum. Foto: Ariel Colmegna.

Rosendo dice que el proceso de expropiación comenzó durante el gobierno de Jorge Batlle (2000-2005), aunque aclara que "él no tuvo nada que ver con eso". "Un señor de Hidrografía me dijo que yo tenía un enemigo en el boliche de enfrente, en el club (el Yacht), quien se había puesto de acuerdo con un jerarca para que me dieran el desalojo. Yo me gasté acá todos los ahorros que tenía, porque todo esto hubo que hacerlo a fuerza de pulmón", señala.

Si bien en sus comienzos Rosendo trabajó lejos del agua (ver nota aparte), hace años advirtió al gobierno que la actividad está necesariamente vinculada a la costa.

"La empresa entiende que lo mejor es permanecer en ese sitio, de lo contrario tendría que mudarse a un lugar en la costa. Lamentablemente un astillero no puede instalarse en 18 de Julio, precisamos estar cerca del agua. Además, en todos los puertos debería haber un astillero", expresó. Hoy, como astillero dedicado a hacer reparaciones, que funciona además como varadero, la necesidad de estar junto al agua es mayor.

Como dato curioso, Rosendo se ha transformado también en una suerte de guardería en la que se almacenan embarcaciones que han sido abandonadas hace años por sus dueños, algunas de ellas por deudas o problemas legales.

Desde 1977 junto al puertito del Buceo
Rosendo: tiene medio siglo de experiencia en Uruguay como constructor y reparador de barcos. Foto: Ariel  Colmegna.

Desde los navíos más rudimentarios hasta los grandes veleros que surcan los océanos, la construcción naval ha evolucionado en los astilleros sin poder separar jamás la técnica naval de la destreza del artesano.

Manuel Rosendo (foto) trabaja en el rubro desde 1962 y hasta mediados de la década de 1970 tuvo un astillero en la calle Leguizamón, lejos del agua, con el que empezó a hacer barcos en madera laminada, con tablitas de cinco milímetros encoladas. "Para los veleros implica una resistencia muy superior y quedan más livianos. Empezamos a hacer veleros con ese sistema hasta que vino la furia de la fibra de vidrio, e incorporamos ese nuevo material. Ahí es cuando me hice más conocido en el ambiente náutico", recuerda.

"Llegó un momento en el que tuvimos que ampliarnos, porque no había lugar para tantos barcos y nos pedían uno atrás del otro. Fue una época en la que se trabajaba mucho", agrega Rosendo.

Fue así que se instaló en el puertito del Buceo en 1977, donde estaba el constructor Miguel Labrán, que quería retirarse del negocio. "Él no trabajaba casi nada y yo estaba en todo el auge de la industria náutica. En aquel entonces el terreno era privado y yo no tenía plata para comprar. Le pagábamos un alquiler de $ 2.500 al mes", anota.

"Hicimos barcos hasta 1979, cuando vino la expropiación de todos estos terrenos, porque acá enfrente había casas y ranchitos. Nosotros ya habíamos comprado toda la parte de la maquinaria, el guinche, maderas, anguilas (los dispositivos que se usan para sacar los barcos del agua). Querían hacer una remodelación del puerto y no querían que hubiera nadie privado", dice Rosendo.

Algunos de los veleros que él ha construido compitieron en el mundo, obteniendo distintos lauros. Uno de ellos es "El Bucanero", de madera laminada, construido en 1979, que brilló en la Admiral Cup de Inglaterra. Otro que llegó a ser muy conocido en las regatas internacionales fue "El Matrero", un barco de fibra de vidrio y 13,70 metros de eslora, también armado en 1979.

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