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Alerta por falta de ética a la hora de recetar medicamentos y por relación indebida entre médicos y laboratorios

Los doctores escriben el nombre comercial y eso esta prohibido según decreto del MSP.

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Medicamentos en farmacias
Farmacias apuntan a uso de receta electrónica.

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Los visitadores médicos, hombres y mujeres vestidos en ropa elegante, llegan a las clínicas y hospitales cargando maletines con folletos, merchandising y muestras de los medicamentos del laboratorio para los que trabajan. Su objetivo es simple: convencer a los médicos de que los remedios que venden son los mejores del mercado y, así, generar que los receten más. Pero a veces la persuasión no solo se efectúa a través de las palabras, sino a partir de obsequios.

Como en tantas otras industrias, empiezan por regalarles lapiceras, agendas, anotadores o tazas. Sin embargo, cuando el médico adquiere cierta trayectoria, los presentes pasan a ser más significativos. Los laboratorios les ofrecen pagarles las inscripciones a congresos nacionales e internacionales, que a nivel local pueden tener un costo de US$ 200, pero a algunos doctores reconocidos les han llegado a pagar inscripciones de congresos en Estados Unidos y Europa que cuestan US$ 1.300. Incluso, algunas firmas internacionales también les ofrecen pasaje y estadía.

Cuatro médicos especialistas consultados contaron que es “muy común” que los laboratorios nacionales financien viajes a Argentina o Brasil para grupos de 30 médicos especializados, entre los que se encuentran los residentes. Les alquilan un ómnibus o les pagan el alojamiento. Cuando se anuncian los congresos, a veces son los mismos médicos los que se contactan con las empresas farmacéuticas para pedirles su apoyo económico.

A veces se va incluso más lejos. “Tengo amigos que recibían plata de los laboratorios a cambio de recetar remedios”, dijo a El País un cardiólogo de renombre que prefirió no ser identificado. Un dermatólogo de gran trayectoria también indicó que esto ocurre, pero los casos son pocos, y un otorrinolaringólogo contó que, si bien no conoce colegas que hayan sido “premiados” de este modo, sí le sucedió que visitadores médicos le pagaran cenas o almuerzos.

Estas actitudes están enmarcadas en lo que se conoce como “conflicto de interés”, porque el objetivo principal del médico ya no es solo asistir al paciente, sino obtener un beneficio.

Si bien en la última década la industria farmacéutica ha insistido mucho más en la importancia de las prácticas éticas -lo que se denomina como “compliance”- y se guía por normas más rígidas, en Uruguay existen “grises” y aspectos no regulados que generan preocupación en el Colegio Médico (ver aparte).

Por ejemplo, a diferencia de los laboratorios nacionales, las grandes multinacionales ya no tienen permitido regalar merchandising a los médicos.

Los laboratorios cuentan con una base de datos que se construye a partir de las recetas que ingresan en las farmacias y, a partir de ellas, saben cuáles médicos prescriben sus medicamentos y en qué cantidades. Además saben cuánto recetan los productos de su competencia, según explicó a El País el presidente del Centro de Farmacias del Uruguay, Enrique Padial, y confirmó Carlos Scherschener, presidente de la Asociación de Laboratorios Nacionales.

En Uruguay la empresa que procesa esta información se llama Close-up International. La firma le compra copias de las recetas a las farmacias y realiza una base de datos para luego venderla a los laboratorios. Estos informes son caros y pueden tener errores, por lo que no todos las empresas pagan por ellos.

Incumplimiento

El hecho de que los laboratorios tengan la posibilidad de influir en la decisión de los médicos sobre qué medicamento prescribir sucede porque muchos no respetan la regulación existente sobre cómo se debe recetar. Según el decreto N° 318, del año 2002, los doctores deben “consignar el nombre genérico de la especialidad en la receta, habilitando a los establecimientos farmacéuticos a dispensar la alternativa comercial escogida por el paciente, siempre que contenga el mismo principio activo, concentración, forma farmacéutica y cantidad de unidades por envase”.

En otras palabras, los médicos deben prescribir la droga (ibuprofeno) y no su nombre comercial (Perifar, Actron o Ibupirac). A lo sumo, el Ministerio de Salud Pública (MSP) indica que se puede “sugerir” cierta marca, aunque el paciente es el que decide en última instancia. El País recolectó 10 recetas de distintas mutualistas y seguros privados, de las cuales solo una tenía el nombre de la droga y no el nombre comercial.

De todos modos, el Código de Ética Médica que rige en nuestro país también indica que “el médico tiene derecho a prescribir el medicamento que considere más conveniente y el procedimiento diagnóstico o terapéutico que crea más acertado”.

Está claro que no todos los medicamentos que contienen la misma droga tienen igual efecto, porque además del “principio activo” (la sustancias a la cual se debe el efecto farmacológico), el laboratorio le puede agregar otras sustancias que tengan otros beneficios.

“Yo siempre pongo el nombre comercial porque hay medicamentos, con la misma droga, que en un laboratorio son buenos y en otro son un desastre”, dijo el dermatólogo consultado, y en relación al decreto N° 318, afirmó: “No lo cumple nadie”.

Los laboratorios nacionales varían en tamaño. Los de menor rango facturan unos US$ 200.000 por mes, pero los más grandes llegan a facturar US$ 5.000.000.

Scherschener negó a El País que estas empresas otorguen “beneficios” a los médicos que receten sus medicamentos y aseguró: “Lo que nosotros hacemos, que es público y lícito, es promocionar la marca a través de literatura, muestras y participación en congresos científicos”.

Los médicos consultados tampoco ven el apoyo económico de los laboratorios como “poco ético”, al contrario, celebran que fomenten estas instancias de formación, sobre todo beneficiando a los residentes. “Habla muy bien de los laboratorios que destinen parte de sus ganancias a nuestra formación”, destacó el dermatólogo consultado.

En Uruguay los médicos deben hacer una declaración de “conflicto de interés” cuando realizan una exposición sobre determinado medicamento y tienen algún vínculo con el o los laboratorios que lo venden.

Mutualistas

En el ecosistema de los laboratorios, un 75% del mercado lo representa ASSE y las mutualistas y en estos casos los médicos, por lo general, recetan las marcas comerciales que están disponibles en farmacia. Pero en los seguros privados, como Cosem, MP, Summum o Británico, que por lo general no cuentan con farmacia, los médicos suelen recetar cualquier remedio que se halle en las farmacias comunitarias.

Nicolás Maseiro, director técnico de Casmu, dijo que en en su institución los médicos colocan el nombre comercial en algunas recetas, como para medicamentos psiquiátricos o diabéticos porque “es mucho más fácil” cuando lo van a canjear a la farmacia. Si bien los doctores pueden acceder al diccionario de medicación de la institución, por lo general recetan de memoria y eso significa que recuerdan solo la marca, pero cada vez más se recurre a la receta electrónica automatizada.

En cuanto a las reglas sobre los visitadores médicos, el Casmu permite su ingreso con autorización y en ciertas zonas, pero si se descubre que un médico no atendió a un paciente porque se encontraba con un visitador, se lo sanciona y eso ha ocurrido, pero hace un par de años. Según supo El País, entre las mutualistas y seguros privados, Blue Cross es una de las únicas que no permite el ingreso de visitadores.

Farmacias apuntan al uso de receta electrónica

Martín Sorrosal, CEO de Farmashop, dijo a El País que la asociación de farmacias apunta a que se extienda el uso de la Receta Digital Nacional, proyecto que lleva a cabo la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (Agesic). De esta forma, explicó Sorrosal, se evitaría el conflicto por recetas con nombres comerciales de medicamentos, dado que se automatizan las elecciones. La plataforma posibilita la prescripción y dispensación electrónica de medicación a nivel nacional, para todos los usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud. Agesic busca facilitar el acceso a la dispensación de medicamentos en cualquier farmacia institucional en que esté habilitada o en cualquiera comunitaria, independientemente del lugar y prestador de salud donde se haya generado el acto de prescripción.

El Colegio Médico

La interferencia de los laboratorios es algo que le preocupa al Colegio Médico, órgano que se ocupa fundamentalmente de la ética en la medicina. Oscar Cluzet, consejero referente de la Comisión Asesora en Bioética, dijo a El País que este es un “problema cultural” que querrían “ver progresivamente desterrado”. El médico reconoció que existe “un número muy importante” de doctores que tienen una relación indebida con los laboratorios.

En definitiva, el experto sostuvo que se debe priorizar la relación médico-paciente para que este último tenga confianza en que lo que le están recetando no es “por imperio del laboratorio”, sino porque el doctor se informó sobre cuál remedio es el mejor para la enfermedad que presenta su paciente.

“El simple hecho de regalar una lapicera también termina influyendo en la psiquis del médico y le recuerda del medicamento que fue acompañado de tal regalo”, señaló Cluzet. Si esto produce cierta “desviación” de la atención, el consejero cree que regalos más significativos como un viaje, lo producen aún más y por lo tanto “están prohibidos”, pero continúan sucediendo. El Colegio Médico está apelando a argumentos “de orden racional” para que no se siga con esta costumbre.

En cuanto a los visitadores médicos, el consejero no cree que se deban prohibir, pero sí se debería garantizar que estas reuniones sean para explicar los beneficios científicos para que el médico pueda analizarlo con espíritu crítico, en lugar de solo recibir folletos y muestras.

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