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Experimento de uruguayos evidencia los matices detrás de la polarización por la LUC

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Papeletas a favor del NO y del SÍ. Foto: Archivo El País

DE CARA AL REFERÉNDUM

Las opiniones sobre la seguridad son las más polarizadas y las que mejor predicen el voto del próximo domingo. En economía, en cambio, las posturas escapan “a lo esperado”.

“Esta es una elección a favor o en contra del gobierno”. “Los que apoyan la LUC quieren privatizar la educación”. “Los que votan el Sí quieren que gobiernen los sindicatos”. “Gracias a la LUC bajaron los delitos”. “Por la LUC hay abusos policiales”. La previa al referéndumdel próximo domingo está cargada de mensajes polarizados. Incluso la propia consulta popular -en la que se dirime si se derogan o no los 135 artículos de la LUC- parece conducir a esa misma lógica binaria. Pero un grupo de 12 académicos y profesionales uruguayos (algunos de los cuales integraron el GACH) decidió estudiar cómo detrás del alineamiento entre dos grandes bloques yace un sinfín de matices.

Por ejemplo: el 67% de quienes dicen que votarán por el No a la derogación, está de acuerdo con que “el Estado debería pagar a sus proveedores a través de bancos para aumentar la transparencia”. Si fuera por la polarización discursiva podría pensarse que la mayoría del No discreparía con este enunciado.

A la inversa ocurre con quienes apoyarán al Sí: un 46% de ellos concuerda con que “aumentar la pena de encubrimiento de delitos de drogas, rapiña, copamiento o secuestro está bien. Debe castigarse con mayor dureza”. A juzgar por el debate tuitero o los discursos de algunos políticos, por el contrario, parecería que todos los que quieren derogar los 135 artículos se oponen a medidas punitivas.

“En los mensajes masivos ves las estridencias: en la tele ves a los políticos gritándose, en las redes sociales ves a los usuarios gritándose, pero la sociedad en su conjunto no vive a los gritos y (ante una ley que es multitemática) existen múltiples opiniones que salen de la polarización”, explica el ingeniero en Computación Damián Pintos, uno de los investigadores. O, como complementa su colega Lorena Etcheverry, profesora asistente del Instituto de Computación de Udelar: “este experimento, basado en la Ciencia de Datos, busca capturar la sutilezas y entendernos mejor ante un escenario a priori polarizado”.

Los investigadores -entre los que hay informáticos, cientistas sociales, politólogos y especialistas en comportamiento- usaron una plataforma de datos abiertos (Pol.is) en la que unos 7.500 usuarios respondieron si estaban de acuerdo o en desacuerdo con 47 enunciados vinculados al referéndum del próximo domingo (o asociados a los debates que se suscitaron a raíz de este acto eleccionario).

El “experimento”, como le llamaron, no es una encuesta, no representa al conjunto de la sociedad (aunque sí incluyó distintos grupos poblacionales para evitar sesgos) ni se propuso estimar posibles resultados para el domingo. En todo caso, “buscó encontrar puntos de acuerdo entre un conjunto de participantes, puntos de desacuerdo y cómo el domingo, sea cual sea el resultado, a efectos de la ciudadanía hay temáticas que no quedarán saldadas solo por un resultado para el que solo caben dos opciones”, explicó Raúl Speroni, ingeniero especializado en Ciencias de Datos. Gracias al análisis de las bases de datos (que no identifican personas y que tras la veda quedará abierta para quien quiera hacer sus propios cruces de variables) se pudo concluir que “la seguridad es lo que más polariza y mejor predice el voto, mientras que en economía las opiniones son mucho más heterogéneas”.

La Ciencia de Datos hace años que se aplica a la política. El ejemplo paradigmático ocurrió en Taiwán. Allí todo se debatía si era “a favor” o “en contra”: ¿debería permitirse la instalación de Uber? ¿El al- cohol debería estar disponible para la compra en línea? Un experimento, similar al que implementaron los investigadores uruguayos, demostró que entre los taiwaneses había puntos de acuerdo que escapaban a la polarización: la enorme mayoría coincidía que era necesario actualizar la flota de autos o el trato de los taxistas sin importar si estaban a favor o no de la instalación de Uber. Ante ello el gobierno entendió que podía avanzar en los ejes en que hay acuerdo y legislar, según el voto mayoritario del Parlamento, en los asuntos de disenso.

*Si querés conocer más sobre este experimento ingresá aquí"

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