Publicidad

La triste historia familiar detrás del copamiento en el barrio Reus

Compartir esta noticia
Efectivos especializados en casos de rehenes. Foto: Francisco Flores.
toma de rehenes en la calle blandengues 20220706, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

UN DÍA DE FURIA

Tras cinco horas de estar atrincherado en un baño, Pablo Bonanata fue abatido por la policía; en todo momento dijo que tenía una rehén.

Lo que ocurrió ayer en el barrio Reus fue una tragedia que puso fin a un trasfondo familiar de larga data. El empresario Pablo Bonanata ingresó al mediodía con un arma desenfundada en el comercio de su hermano Javier. Sin mediar palabras, le disparó a su hermana y a la cuñada de su hermano. Ambas víctimas resultaron heridas de gravedad.

Sin titubear, Bonanata también tiró contra un encargado del local hiriéndolo en una mano. Todos lo conocían porque había ido más de una vez al negocio. Luego, ya atrincherado en un baño, Bonanata le reconocería al fiscal de Homicidios, Carlos Negro: “Le disparé sin querer; yo lo aprecio”.

Cuando Bonanata entró al local comercial -ubicado entre las calles Blandengues y Porongos-se encontraban allí unas 12 empleadas, según relató una de ellas a El País.

Tras herir a las dos mujeres, Bonanata apuntó a la cabeza de la encargada: “Si hablás, te mato”, le dijo, según narró la testigo.

El local es enorme. Tiene una vidriera de casi 15 metros de ancho y un espacio de grandes dimensiones repleto de góndolas con mercaderías.

Las empleadas, desesperadas, corrieron a buscar refugio. Tres trabajadoras se encerraron en un baño. Una de ellas tuvo un ataque de pánico y abrió la puerta. En ese momento observó como un policía, que realizaba el servicio 222 en un local cercano, ingresó al comercio con el arma desenfundada. A los pocos minutos, otros agentes cercaron al hombre atrincherado.

En ese momento, Bonanata volvió a disparar. Fueron dos tiros para luego volver a encerrarse en el sanitario.

Ya con el equipo de negociadores del grupo de choque en el lugar, uno de ellos llamó a sus abogados, Juan Carlos Fernández Lechini y Marcos Pacheco. Este último se encontraba en Argentina. Bonanata enfrentaba una difícil situación económica y ambos asesores legales le cobraban honorarios de acuerdo a la situación del cliente.

Pocos minutos después de recibir el llamado, Fernández Lechini llegó al local. Al igual que los negociadores de la Policía, el profesional y exjuez penal intentó que su cliente se entregara.

Fernández Lechini: Pablo, tus hijas están esperando que salgas. Entregate y vamos a Fiscalía.

Bonanata: Mis hijas ya son grandes. No voy a salir.

Otro intento por negociar fue la comunicación que llevó adelante el fiscal de Homicidios, Carlos Negro.

Negro: Dígame si usted tiene una rehén.

Bonanata: Tengo una rehén.

Negro: ¿Puede dar una prueba de que tiene una rehén?

Bonanata no quiso brindar ninguna prueba al fiscal Negro ni a la Policía. En todo momento generó la duda asegurando que tenía una persona consigo encerrada en el baño.

Casi cinco horas después del copamiento, la Policía tiró abajo la puerta del baño. Un agente le disparó tres tiros a Bonanata por encima de la cintura.

“Se le dispara hacia arriba porque de esa forma se protege a la posible víctima que casi siempre está arrodillada o contra el suelo. El hombre en todo momento dijo que tenía una rehén”, explicó en rueda de prensa el subdirector de la Policía Nacional, Héctor Ferreira.

Problemas

Pablo Bonanata era un hombre de grandes proyectos, relatan sus amigos. “Muchos comerciantes le deben la vida en el barrio Reus”, publicó uno de ellos en una red social.

En 2011, el Club Atlético Peñarol analizó la posibilidad de construir su estadio en el Parque Roosevelt. Sin embargo, un proyecto de Bonanata le salió al cruce. El empresario planteó construir en el parque un centro comercial que contaría con 2.960 locales y exigiría una inversión de US$ 174 millones.

Seis años más tarde, comenzó el declive de Bonanata. A principios de 2017, el empresario inauguró una sedería (Namerit S.A). El 8 de marzo de ese año, la empresa Porto Seguro firmó un contrato con Namerit S.A., cuyo titular era Bonanata. Una semana más tarde, el 15 de marzo, Porto Seguro aseguró la mercadería existente en el local por US$ 850.000. Como contrapartida de ello, la empresa se obligaba a abonar la suma de US$ 8.980 a pagarse en seis cuotas de US$ 1.496.

El 22 de marzo de 2017, dos semanas después de haber contratado la póliza, el local de Namerit S.A. fue incendiado “de forma intencional”, según indica la resolución del fiscal Ricardo Perciballe. El siniestro redujo a escombros el comercio y a la vez arrasó con la mercadería existente en el lugar.

Pablo Bonanata fue asistido tras recibir disparos. Foto: Francisco Flores,
Pablo Bonanata fue asistido tras recibir disparos. Foto: Francisco Flores,

Tras ello, el empresario se presentó ante la aseguradora a solicitar el cobro del seguro.

Según señaló Perciballe, existía “un conjunto de indicios” -la cantidad de mercadería quemada constatada por peritos- que permitían sospechar que el empresario se encontraba relacionado con el incendio del local como “forma de obtener el cobro del seguro contratado”.

Al ver que no recibiría el dinero, Bonanata compró autos en un desguace y los instaló frente a locales de Porto Seguro con carteles donde señalaba que la empresa “estafaba” y “no pagaba a sus clientes. Sin embargo, la Justicia no le creyó. El 28 de febrero de 2018, Bonanata fue procesado sin prisión por estafa a la aseguradora. Y también fue obligado a retirar los autos de las calles.

Desesperado, comenzó a germinar en la cabeza de Bonanata la idea de que había sido estafado por su hermano y su hermana, según relató un allegado a El País. También creía que sus hermanos le habían “fabricado” una causa que lo llevó a prisión durante diez meses en Campanero (Minas).

Laura Robatto, abogada de Javier Bonanata, dijo a El País que Pablo persiguió a sus hermanos un buen tiempo pidiéndoles dinero bajo amenazas.

“Cuando Pablo Bonanata fue preso, su hermana no paraba de llorar. A los dos hermanos no les gustaba que estuviera preso”, afirmó Robatto.

Cuando salió de la cárcel, Pablo estuvo un tiempo tranquilo. Luego volvió a pedir dinero a sus familiares, agregó la profesional. “Mis clientes tenían miedo. Pero nunca pensaron que él iba a hacer esto”, advirtió.

Buscando salir a flote, Pablo Bonanata probó con un comercio de zapatos importados de Argentina. No le iba bien. Le llegó una partida de un modelo distinto al ofrecido en el mercado uruguayo y un cliente lo denunció.

Fernández Lechini lo instó a presentarse en la Fiscalía. Se trataba, después de todo, de una denuncia que se podía negociar quizás con la entrega de una nueva partida de zapatos. No era un delito. Pero Bonanata no fue.

El diálogo ocurrió este lunes. “No puedo arar en el agua, Pablo. Vamos a ver de qué se trata esa denuncia”, le dijo el abogado.

Bonanata se negó. En ese momento, Fernández Lechini tuvo un mal presentimiento. Pero no imaginó lo que ocurriría 72 horas más tarde en el Barrio Reus y a plena luz del día.

“El hombre nunca depuso su actitud”

Santiago González, director de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, se refirió al trasfondo del copamiento del local comercial ubicado en el barrio Reus. “Un problema familiar entre tres hermanos con problemas económicos termina con una hermana grave, con otro hermano fallecido. Un hecho lamentable”, reflexionó el jerarca en rueda de prensa.

Desde el comienzo de la situación, y tras permitir la salida de los heridos y otras personas que estaban en el local, Pablo Bonanata afirmaba tener una rehén. Finalmente, se comprobó que no era cierto. Así lo sostuvo hasta el momento en que pudo ser neutralizado, dijo González. Por su parte, el subdirector de la Policía Nacional, Héctor Ferreira, reafirmó ante los medios que el incidente se dio a partir de “un problema familiar a raíz del comercio” y señaló que “esto no fue una rapiña”, ni un copamiento.

“Hubo largas horas de negociación, estuvieron involucrados los fiscales, el juez, el abogado. Terminada esa instancia, se procedió a la de intervención”, agregó. “Se habla con la persona, se le incita, se le demuestra que va a ser intervenido, y si él no sale de su acción se procede a intervenir”, precisó.

González felicitó el trabajo de la Policía, la Guardia Republicana y los negociadores y agradeció la labor de los fiscales, tanto de Flagrancia como de Homicidios, que estuvieron en diálogo permanente con el hombre y con su abogado.

“Él nunca depuso su actitud y constantemente dijo que tenia un rehén”, dijo González, y remarcó que era alguien que ya había herido a tres personas, una de ellas su hermana. “Había que tomar las precauciones del caso y primero que nada preservar a la (supuesta) persona secuestrada”, sostuvo el jerarca.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad