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Apunte de Cata: Sandrine y su Finca Piedra

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Finca Piedra

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La bodega se instaló cerca de Mal Abrigo, departamento de San José, en plena sierra de Mahoma. Hoy el emprendimiento incluye también una estancia turística.

Finca Piedra

Finca Piedra queda cerca de Mal Abrigo, departamento de San José, en plena sierra de Mahoma. Un lugar especial de nuestro territorio, donde una pequeña cordillera muy pedregosa corre de norte a sur y cuya altura máxima apenas llega a los 130 metros. En 2006, recién llegados de Londres, allí se instalaron Sandrine Pont-Nourat y su esposo. Ella nacida en Hendaye, país vasco francés, una localidad pegada a la frontera con España y frente a San Sebastián. Él de padre sudafricano y madre americana. Muy jóvenes ambos y aún sin hijos, buscaban cambiar no sólo de estilo de vida, también de continente. Les hacía ilusión otro lugar con mucha naturaleza al alcance de la mano.

“Queríamos despertarnos y al abrir la ventana del dormitorio, ver plantas y flores y también, escuchar pájaros cantando” dice ella. Su padre Bernard les aconsejó hacerlo en Uruguay, donde un conocido y coterráneo suyo, había instalado un viñedo en Sierra de Mahoma. Mr. Pont-Nourat, farmacéutico pero viticultor en potencia, conocía bien el paraje por haberlo visitado más de una vez. Era el proyecto Monteluz de Jean Jacques Lesgourges, que hoy pertenece a la Familia Deicas.

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Una oportunidad singular en Uruguay

Al joven matrimonio le tiraba más bien hacer un hotel de campo, ya que les atraía la hospitalidad y se tenían mucha confianza para desempeñarse como buenos anfitriones. Aunque papá Bernard veía un mayor retorno económico si se cultivaba un viñedo. Finalmente ambas iniciativas prosperaron y así nació Finca Piedra como Estancia Turística y Bodega. Las viñas ocupan 17 hectáreas en un predio de casi 1.000 y las variedades son tintas en su mayoría, aunque una parcela de Viognier, lleva el estandarte de las blancas.

Los primeros vinos se elaboraron con distintos enólogos europeos y hubo mucha experimentación, ya que no conocían ni el viñedo, ni nuestro clima, ni nuestro mercado. La idea guía consistía en abastecer el restaurante de la estancia, pero la producción superaba largamente sus necesidades, así que la venta de uva se hizo con regularidad.

De la mano de estos técnicos y a partir de 2009, nacieron El Torito, un Tannat Merlot del 2014 o el Siena también de 2014. Y los V Lustro, dos tintos de assemblage compuestos con distintas variedades y de varias añadas. Una producción tan variada y de escaso volumen, no daba para vender en vinotecas y menos en las grandes superficies, por tanto sus clientes eran Sofitel Carrasco, Parador La Huella en José Ignacio o L’Auberge de Punta del Este.

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Comienzo de una nueva etapa

Durante estos años los vinos no ayudaban mucho al presupuesto anual del emprendimiento, sin embargo ahora comenzó una nueva etapa. Alejandro Etcheverry de bodega Castillo Viejo hizo un acuerdo con Sandrine, por el cual Finca Piedra brinda las uvas para vinificarlas en la propia bodega.

Luego los vinos saldrán al mercado con la tradicional marca Catamayor de los Etcheverry. En un segundo paso se verá de sacarlos con marca propia.

“Yo conocía bien la zona, porque hace años elaboraba los vinos de Monteluz, otra empresa francesa muy cerca de Finca Piedra”, dice Alejandro. “Estoy contento con el comienzo, porque tuvimos una buena vendimia, de gran sanidad y no dudo que vamos a tener excelentes varietales. Los de corte los dejamos para una etapa posterior, aunque con Viñas y Olivares del Quintón de Tarariras, elaboraremos un bivarietal Malbec Tannat, que creo dará que hablar”.

Fernando Beltrán es el enólogo residente y junto a Alejandro, forman el equipo técnico actual de Finca Piedra. Se especializó en el manejo de viñedos, lo que incluye el movimiento de tierras, colocación de alambrados e incluso podas y curas de las plantas. Estuvo con Mr. Bernard cuando en 2000 comenzaron los movimientos de tierra para plantar las primeras vides y por tanto conoce bien el lugar. “Sin duda tanta abundancia de piedras y rocas que aquí tenemos, hace mucho más difícil implantar un nuevo viñedo. Aún recuerdo cómo Mr. Pont-Nourat tuvo que contratar una retro excavadora, para extraer algunas lozas de granito que el tractor no podía quitar. Por otra parte, la ventaja es que estos suelos tienen un potencial sin igual, para drenar el agua de lluvia y eso ayuda mucho a la sanidad de las vides”.

Conocé a nuestro Columnista
Eduardo Lanza EME
Eduardo Lanza

Es Ingeniero químico y experto en vinos. Su pasión lo ha llevado a visitar terruños, descubrir cepas y probar las más variadas etiquetas.

Es fundador de la Sociedad de Catadores. Escribe y enseña con el mismo placer que degusta un vino desde hace más de 20 años.

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