La tranquila situación externa de Brasil no tiene precedentes

Se espera que este año la balanza comercial brasileña supere los 90.000 millones de dólares, un récord histórico.

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Uno de los principales cambios experimentados por la economía brasileña en los últimos años ha sido la generación de grandes superávit comerciales en la balanza de pagos. De esta manera, el país parece haber dejado atrás un largo período en el que las restricciones externas redujeron el potencial de crecimiento, al limitar el acceso a divisas para importar bienes necesarios para la inversión, además de hacer que la economía fuera muy vulnerable a las fluctuaciones de la economía mundial, especialmente en los precios de las materias primas y los flujos financieros.

Se espera que este año la balanza comercial brasileña supere los 90.000 millones de dólares, un récord histórico. Hasta octubre, el saldo acumulado ya supera los 80 mil millones de dólares. En el promedio de 2001-2002, el resultado de la balanza comercial fue un superávit de 61,5 mil millones de dólares por año. Las exportaciones tuvieron un modesto crecimiento en la comparación interanual de los primeros 10 meses del año, de apenas 2,2%, frente a un promedio de 26,6% en el bienio anterior. Por tanto, la mejora del resultado de la balanza comercial respecto a 2022 se explica principalmente por la caída de las importaciones, de casi el 12% en la comparación interanual, tras haber crecido más del 30% en promedio en 2021-2022.

El crecimiento de las exportaciones este año se explica íntegramente por el buen desempeño de los productos básicos, cuyas ventas al exterior aumentaron un 6,5%. Más significativo es el hecho de que este crecimiento se debió en gran medida a un aumento de las cantidades exportadas (17,7%), mientras que los precios cayeron un 11,2%. El aumento de los volúmenes exportados refleja el desempeño excepcional del sector agrícola, en el que jugó un papel fundamental el crecimiento de la producción de granos, de casi el 20%.

El ajuste de los precios de las materias primas (principalmente soja, petróleo y mineral de hierro) revierte parcialmente los fuertes aumentos durante los períodos de pandemia y guerra en Ucrania que se prolongaron hasta mediados de 2022. Pese a ello, los términos de intercambio en los primeros nueve meses del año se mantuvieron relativamente estables en relación al mismo período de 2022, mientras que en comparación con el período prepandemia hubo una mejora del 7,6%.

La caída de las importaciones, a su vez, puede estar reflejando, entre otros factores, el débil desempeño de la inversión en capital fijo, ya que este es el componente de la demanda agregada más intensivo en bienes y servicios importados. El consumo aparente de maquinaria y equipos en los primeros diez meses de 2023, según el Ipea, fue más de un 10% inferior al del mismo período de 2022, y todavía muy por debajo del nivel prepandemia. Desde un punto de vista sectorial, este dato parece coherente con el estancamiento de la producción industrial, que aún se encuentra por debajo de los niveles prepandemia, especialmente en el segmento manufacturero.

El escenario internacional sigue siendo volátil debido a la incertidumbre sobre el rumbo de la política monetaria en Estados Unidos y la zona del euro. Aunque la caída de la inflación indica que las tasas de interés de política monetaria ya han alcanzado su máximo, la duración del ajuste dependerá de otros factores, incluido el comportamiento del mercado laboral, que sigue acalorado. Luego de un fuerte aumento, provocado en parte por factores temporales relacionados con el flujo de colocaciones de títulos de deuda pública norteamericana, se produjo un relativo acomodo de las tasas de interés de largo plazo. Las perspectivas para los precios de las materias primas, en este sentido, no apuntan a grandes variaciones. Según las previsiones del Banco Mundial (Commodity Markets Outlook), estos precios probablemente caerán ligeramente hasta 2025, pero aún se mantendrán alrededor de un 30% por encima de los niveles anteriores a la pandemia.

Las previsiones de la encuesta Focus del Banco Central para los próximos años son que las balanzas comerciales volverán al nivel de 60.000 millones de dólares al año, como en el promedio 2021-2022. Incluyen un crecimiento anual promedio del 2,5% anual en las exportaciones y del 4,3% anual en las importaciones. Cabe señalar que las previsiones actuales apuntan a una cosecha de cereales un 1% menor en 2024. Por el lado de las importaciones, es razonable esperar una aceleración si, como sería deseable, se aceleran las inversiones y si el acuerdo comercial entre el Mercosur y La Unión Europea se completa.

El déficit en cuenta corriente previsto para este año es de 36.000 millones de dólares, equivalente al 1,8% del PIB, frente al 2,8% del PIB en 2022. Es el valor más bajo desde 2017, cuando el país aún salía de la profunda recesión de 2014-16. Las proyecciones apuntan a un aumento gradual de este déficit en los próximos años, hasta alcanzar el 2,3% del PIB, lo que refleja la reducción esperada de la balanza comercial. Se trata de valores muy inferiores a los que prevalecieron en pasados episodios de reversión de las condiciones financieras internacionales, y que generaron la necesidad de fuertes ajustes. Además, los déficit en cuenta corriente han sido cubiertos en gran medida por la inversión directa en el país (PDI): En el período de diez años hasta 2021, el PDI promedió el 3,5% del PIB por año, mientras que los déficits en cuenta corriente promediaron el 3,0% del PIB por año. En 2022, el desplazado interno era del 4,5% del PIB, pero disminuyó al 2,6% del PIB en el año hasta septiembre de 2023.

Esta situación externa relativamente cómoda en términos agregados —apoyada por reservas internacionales de 340 mil millones de dólares— se ha reflejado en el comportamiento del tipo de cambio. Luego de la fuerte devaluación de los primeros meses de la pandemia de Covid19 en marzo-mayo de 2020, el real muestra una trayectoria de apreciación gradual, pero con extrema volatilidad si se compara, por ejemplo, con el tipo de cambio del dólar frente a una canasta de monedas. El foco de las fluctuaciones hoy en día parece estar más en la dinámica macroeconómica interna de la economía que en la situación externa. En este sentido, el aumento del ahorro público —expresión de la política fiscal de largo plazo— sigue siendo la principal restricción a superar para garantizar que, un aumento sostenido de las tasas de crecimiento —lo que, a su vez, requiere mayores tasas de inversión, especialmente en sector privado—, no presione la inflación.

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