Publicidad

Preguntas para ser mejor en la cama

Compartir esta noticia
sexo, relaciones, amor

SEXUALIDAD

Antes, había que mandar una consulta por escrito a un medio. Hoy, las respuestas están a unos pocos clics de distancia.

Solía ser un procedimiento lento comparado con hoy. Y también, algo engorroso: uno escribía una carta (preferentemente, a máquina) y la enviaba a un medio gráfico o a un programa de radio. Demoraba unos días y el o la experta contestaba, ya sea por escrito o —en el caso de la radio— al aire (lo mismo, claro, para televisión).

Las columnas de consejos o respuestas a inquietudes sexuales son varias cosas: una ventana hacia la vida sexual de los otros y, también, un foro en donde uno puede no solo aprender e incorporar algún que otro pique para probar entre las sábanas. Además, un espacio para evaluar cosas como lo socialmente aceptado en la cama y su contracara, los tabúes.

Con la mudanza de los medios de comunicación a la web, la columna de consejos sobre sexualidad que siguió formando parte de la oferta de tal o cual publicación se contagió del espíritu descentralizado y descontracturado de Internet. Esos cambios tuvieron su correlato en las importantes transformaciones que el feminismo impulsó en los últimos años y que bien pueden considerarse una segunda revolución sexual luego de la ocurrida en las décadas de 1960 y 1970.

Hace algo más de un año, una columnista de la publicación estadounidense Bitchmedia (cuyo lema es “Una respuesta feminista a la cultura popular”) escribía que, con el correr de los años y los cambios políticos y sociales, la columna de sexo había evolucionado y se había vuelto más “queer”, una palabra que significa literalmente “raro” pero en el contexto más frecuente designa una fluidez respecto al género y las preferencias sexuales.

La escriba en cuestión —llamada Noa Azulai— recordaba en esa columna que los consejos sexuales eran parte del mundo del papel impreso: “Iba a las librerías de la cadena Barnes & Noble y hojeaba las revistas Cosmopolitan, Glamour, GQ... Publicaciones laminadas y brillantes con todas las respuestas a mis preguntas más sucias (...) No buscaba la excitación. Quería la reafirmación de que mis dudas eran válidas, que mi confusión era la norma”.

¿Cómo son ese tipo de columnas actualmente? En primer lugar, no son tan frecuentes como uno podría pensar. Para seguir, la “queerización” a la que aludía Azulai no parece llamar demasiado la atención ni shockear tanto como pudo haberlo hecho anteriormente.

Un medio que tiene incluso dos columnas así es el estadounidense Slate. Una de las más “divertidas” es How To Do It (“Cómo hacerlo”). Esa sección recibe consultas que a espíritus más recatados pueden parecerles estrafalarias. Además, las preguntas son presentadas con humor, algo de ambigüedad y no pocas insinuaciones y dobles sentidos.

El método de esa sección consiste en titular con algo llamativo y, abajo, aportar un comentario que —por complemento o contraste— potencie el impacto del título, aunque a veces alcanza y sobra con él (como acá: “No puedo superar la maldición del hombre generosamente dotado”). Un ejemplo: “Soy una mujer religiosa que rechaza el sexo casual - Estoy constantemente excitada”. Otro: “Los hombres siempre me hacen el mismo comentario luego del sexo - No estoy segura que sea un halago". Otro más: "Mi novia cree que tiene relaciones sexuales con un fantasma - La cuarentena ha sido complicada”. El último: "Nunca más voy a salir y vincularme con una feminista - La culpa la tiene esta columna”.

La sexóloga uruguaya Vivián Dufau sostiene que la naturaleza de la consulta —o sea, la materia prima para una columna así— ha cambiado. Recuerda que cuando ella era más joven (actualmente tiene 41 años), algo que hoy parece frecuente como la condición transexual era un concepto completamente ausente de la conversación social. “Ha habido un destape, en particular en lo que tiene que ver con la sexualidad de los adolescentes y los jóvenes. Está mucho más naturalizado ahora que cuando yo era joven. Por ejemplo: nunca tuve un compañero o compañera trans”, cuenta Dufau.

Además, la experta señala que el nuevo estado de situación representa un quiebre generacional. De acuerdo a lo que cuenta, “hay una confusión en cuanto a que muchos jóvenes actualmente no se definen de manera tajante respecto de su sexualidad”. Otra vez, lo “queer”.

Esa fluidez o poco apego a definiciones de preferencias tajantes y exclusivas, prosigue Dufau, es lo que incomoda: “Como que el criterio principal es si les gusta o no. No parecen ponerse a pensar en términos de ‘me gustan las nenas’ o ‘me gustan los nenes’. Van probando y no se dejan definir por los rótulos sino por sus conductas (que pueden cambiar a lo largo del tiempo). Y eso a veces incomoda, o directamente molesta, al mundo más adulto que se pregunta: ‘¿Qué es esto? ¿Es un vale todo?’ Y sí. Puede que lo sea. Hoy, me parece que las adolescencias van hacia ese lado: probar sin tabúes”.

—¿Cuán útil puede ser para una persona que anda en busca de respuestas, recurrir a la web y a las redes sociales?

—Es totalmente válido. No todo requiere de una consulta personalizada, cara a cara. Hay situaciones que son más de “educación”. A mí me llegan muchos mensajes por Instagram desde los viernes a las 23 hasta la madrugada del domingo, una cantidad impresionante. Y son preguntas que son más de educación: "¡Se me rompió el preservativo! ¿Qué hago?". Ni siquiera hay que consultar a un sexólogo por eso. Simplemente hay que tener educación sexual.

—O sea que la web puede ser apropiada para una primera aproximación.

—Claro, no es para tratamiento. No vas a llegar muy lejos si solo te quedás ahí. Lo que uno hace es dar unos pocos consejos. Un tratamiento requiere otras cosas. A mí me gusta hacer vivos por Instagram para desarrollar un tema. Hace poco, me pidieron que tratara el dolor por la penetración, que es algo que tiene solución. No necesitás pagarme para venir a consultarme. Podemos solucionarlo online.

De a dos mejor

pareja
Foto: Shutterstock.

Obviamente, no son solo aquellos que empiezan a explorar el sexo o son solteros quienes acuden a estos espacios para hallar respuestas. Una columna puede guiar a una pareja que se encuentre en un período problemático. Y también esas consultas han cambiado. “En primer lugar, llegan más parejas. Antes, decir ‘estamos haciendo terapia de pareja’ no era visto del todo bien y uno o se lo guardaba o directamente no acudía a un terapeuta. Hoy es más frecuente. Yo lo veo todo el tiempo incluso entre mis amigos”.

Pero no es el único cambio, relata la especialista: “Lo otro es que hubo un cambio en las quejas de los varones ante lo que podría llamarse ‘el poder femenino’. Que la mujer tenga más ingreso que el hombre genera inseguridad. En particular si esa mejoría económica para la mujer se da durante el transcurso de la relación, no tanto si de arranque hay una desigualdad”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

sexualidad

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad