Publicidad

Hipódromos uruguayos que quedaron sepultados en las arenas del tiempo

Los vaivenes de la hípica han provocado el cierre total o parcial de varias pistas de carreras en Uruguay. Una de las primeras estuvo en Punta Carretas (1881-1890) y una de las últimas se encontraba cerca de Punta del Este.

Compartir esta noticia
MUJERES EN HIPODROMO DE MAROÑAS
Maroñas en tiempos en los que el paseo era también una pasarela de la moda

Andrés López Reilly
*
El turf en Uruguay surgió en la segunda mitad del siglo XIX por impulso de las élites y los sectores dominantes, así como por el influjo de migrantes ingleses que tanto tuvieron que ver con la introducción de los deportes a nuestro país.

En ese largo camino hasta el presente, en el que la actividad hípica ha tenido épocas de oro y de plomo, varios hipódromos han desaparecido, quedando sepultados en las arenas del tiempo.

Incluso para muchos amantes del turf puede ser una novedad el hecho de que uno de los primeros hipódromos de Montevideo haya funcionado en las cercanías del Punta Carretas Shopping, prolongándose desde el predio que ocupa este centro comercial hacia el actual Club de Golf.

El llamado Hipódromo del Este se fundó en 1881. “Las carreras de caballos poseen origen británico y la actividad de sus conquistadores marinos llevó a diseminarlas por el mundo. Uruguay no fue la excepción y por eso podemos observar en obras y construcciones detalles que distribuyeron por todos los continentes. La actividad hípica, hoy fuerte y vigente en nuestro país, tuvo sus primeros hipódromos a finales del siglo XIX”, cometa a Domingo Leonardo Ferber, director de la revista hípica eleTurf.

“El Hipódromo Nacional de Maroñas, hoy el escenario mayor del turf oriental, fue estrenado en 1889. Ocho años antes en Punta Carretas había sido erigido otro: el Hipódromo del Este (la configuración de la ciudad obviamente era diferente a la actual, por eso esta zona era considerada el Este). Un tal José Antonio Costa fue el impulsor de que se hicieran carreras en la zona con un trazado que abarcaba la punta del actual Campo de Golf alargándose hacia donde está ahora el Shopping”, agrega. Según Ferber, la capacidad era de 1.500 asistentes y los palcos tenían “una considerable altura”, ya que una de las características destacadas de este circo hípico era su vista al mar. “Estuvo activo plenamente hasta 1890”, concluyó.

Nacer y renacer de Maroñas.

El principal hipódromo del país tuvo varios nacimientos y muertes a través de su historia. Y en cierta medida es el compendio de otras iniciativas que tuvieron sus épocas de auge dentro o cerca de su actual emplazamiento.

El primer hipódromo construido en la zona fue erigido en 1874 por la comunidad inglesa. Se lo llamó Pueblo Ituzaingó, aunque era conocido como “Circo de Maroñas”, debido a que en el pasado esos terrenos pertenecieron a un acaudalado pulpero de nombre Juan Maroñas.

Según un artículo escrito por Gastón Laborido y publicado en el sitio web Historia do Esporte, hasta la década del 70 del siglo XIX funcionó otro hipódromo que había sido inaugurado en 1867 para “carreras nacionales”, ubicado en las proximidades de Maroñas, a impulso de la Sociedad Hípica que presidía el general Francisco Caraballo. Existen registros de que en enero de 1872 corrieron allí los purasangre de quien luego fuera presidente del Jockey Club, José Pedro Ramírez (el premio que hoy lleva su nombre es el máximo evento del turf en Uruguay), así como del citado militar colorado.

El periodista especializado en turf Héctor “Puchi” García (El País, Canal 12, Sport 890), explicó a Domingo que la parte de Maroñas que hoy se conoce como “codo del ferrocarril” toma su nombre del hecho de que antiguamente pasaba una vía férrea por allí. “Le decían ‘el tren de los patos’ porque la gente se lo tomaba totalmente ‘pata’, luego de haberse ‘pelado’ en el hipódromo. Cuando se reformula Maroñas, el tren desaparece”, anota.

Y agrega sobre los cambios que ha tenido la actividad: “La tecnología mata la presencia en los hipódromos, como ocurre en el fútbol o en cualquier otro deporte, porque a veces da pereza ir a la cancha”.

García explicó que Maroñas cerró en la pasada década del 90 luego de “una cantidad de errores” y reabrió tras una licitación que hizo el expresidente Jorge Batlle, que ganó Codere junto a Liberman, dos grupos que se separaron después y que obtuvieron una concesión por tres décadas.

“Las salas de juegos son las que permiten pagar los premios hípicos. Por eso hoy Maroñas está como está: vive un momento cumbre y está bien visto por el mundo entero, por el tema del mantenimiento, la atención a los caballos y los premios. Hoy con un purasangre de dos años ganás y pagás un año de pensión. La relación es extremadamente buena. Esto no se da en San Isidro, tampoco en Palermo, ni en ningún hipódromo de Brasil. El que se acerca un poco es Chile”, acota.

La historia reciente.

Como ocurrió con Maroñas, otros hipódromos han cerrado en las últimas décadas. Uno de ellos funcionó en Punta del Este, aunque por fuera del sistema que da garantías de viabilidad a muchos circuitos de carreras. “Los del interior que están en el Sistema Nacional Integrado del Turf (Florida, Paysandú, Colonia y Melo) son el eslabón bajo de Maroñas y Las Piedras. El nacimiento del Sistema Nacional Integrado se da para que haya caballos en el mismo hipódromo y fuentes laborales, así como una reunión por mes de esas fuentes laborales. Pero este último tema es difícil de bancar, Paysandú y Melo están algo lejos. No así Colonia y Florida”, explica “Puchi” García.

Y concluye: “Los que están por fuera del sistema, como Flores, Rocha y Salto, tienden a organizar pencas y otras actividades para sostenerse. Así existió Punta del Este, un hipódromo que quedaba en el camino de Maldonado a San Carlos. Se utilizaba mucho, pero si hoy por hoy uno no tiene tragamonedas, como tienen el 80% de los grandes hipódromos de Estados Unidos, es difícil sostener eso. Colonia ahora recibió $ 1 millón de Casinos del Estado para arreglar los boxes de espera y de los que viven ahí. Es un hipódromo divino que queda frente al agua y que mucha gente lo utiliza para competir y dejar al caballo una semanita de descanso”.

Entre el Punta Carretas Shopping y el Club de Golf

hipodromos mapa.png

El Hipódromo del Este contaba con un amplio café - restaurante para saborear un humeante cafecito o saciar la sed con un buen refresco de grosella o granadina. De las bebidas “Cola” ni se tenía noticias en aquellos días.

Pero comenzó su andadura con pie izquierdo. Un público reducido ofreció en el día de la inauguración, el domingo 13 de marzo de 1881, una opaca respuesta a la convocatoria. Solo la presencia en el palco del presidente de la República, Francisco Vidal, aportó una mención importante a la crónica social del acontecimiento.

En tren de buscar explicación más o menos lógica a tal ausencia masiva, se apuntó al elevado precio de las entradas. Este circo hípico vio declinar su estrella al fundarse el Jockey Club. Los socios se desvincularon en forma casi masiva y ello provocó el fin de su vida deportiva y social.

María Teresa Scaron dice en su libro Punta Carretas, dos siglos de historia, que hacia 1894 los ingleses que habían comenzado a practicar el golf en el país aprovecharon el predio ya en desuso para establecer allí sus links y, tal vez sin saberlo, se adelantaron a lo que sería el Club de Golf del Uruguay.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

turfMaroñashipódromo

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad