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Damián Betular, el pastelero máster que no olvida sus orígenes

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Damián Betular. Foto: gentileza Revista Brando / Gaspar Kunis

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Jurado en Bake off y Masterchef Celebrity argentina, jefe de varias cocinas importantes, Damián no olvida los sabores de su infancia.

La primera vez que cocinó, imitó la torta invertida de su madre. Un bizcochuelo común pero humedecido por el caramelo y caldo del ananá en lata. La magia paraDamián Betular estaba en desmoldar aquello y ver la fruta dorada sobre la miga.

Para aquel niño que se crió en el interior de Argentina, correr en la vereda y ver qué estaban cocinando su abuela y tías fue la primera escuela. Los canelones, los sorrentinos, las tortas, los tucos, el arroz con leche con canela y cáscara de naranja, la vida en calma y aquellas mujeres que le mostraban el poder de los sabores caseros. “Soy de tener esos tesoros, de poder seguir la cadena de transmisión de esas recetas que para mí es como la mejor herencia y es un homenaje a ellas, a todas las madres, a todas las abuelas con esas recetas que van a seguir en la historia y que me parece que es un mensaje y una obligación que tenemos nosotros los cocineros”, cuenta a Telefé.

Parece casi natural que Damián se haya convertido en un referente de la cocina de su país y en un personaje mediático de la pantalla. Jurado en Bake Off y MasterChef Celebrity, ante la cámara baila, se enoja, se ríe, ordena, grita, se frustra cuando los participantes no entienden que el paso esencial para desmoldar una torta es usar el “cuchillo chico” y despegarla antes. Él dice que así como es en la pantalla, es en la vida. Dice, además, que su madre le pide que sea amable con los participantes, se pone del lado de ellos. Él cree que todos pueden convertirse en buenos cocineros, que al fin y al cabo “es un oficio” y que no están “desarrollando una bomba nuclear”. “Si vos le ponés amor y tiempo, lo lográs, pero tenés que ponerle las ganas y siempre te tiene que gustar a vos para poder dárselo a otra persona”.

Su historia

Indagar sobre quién es más allá de la televisión no es sencillo. En un universo tan expuesto como la farándula argentina mantener una vida privada cuando se es figura pública es casi una osadía, pero lo logra. Y aun así, hay cosas de las que Damián habla y que lo van describiendo ante los ojos del público. Damián es, por ejemplo, el que después de la muerte trágica de un gran amigo y colega, Federico Ferrari, reafirmó su teoría de no pensar nunca en el futuro lejano, de vivir el día a día y ver qué sucede.

“Hasta el día de hoy yo lo tengo muy presente. Me demostró aún más que todos los días yo me tengo que levantar y tratar de pasarla lo mejor posible. Tratar de ser feliz y si es posible hacer feliz al otro en ese mismo día. Decirlo es fácil, implementarlo muchas veces me es difícil. Pero todos los días trato y lucho por eso. En un segundo no estás más. Por eso disfruto y si se puede hacer feliz a otra persona durante el día, misión cumplida”.

Sobre el rumbo profesional, la búsqueda desde Dolores, donde nació, lo llevó primero a Buenos Aires, donde estudió y trabajó. Allí lo descubrió la pastelera Pamela Villar y se lo llevó a su equipo. Trabajaron juntos entonces, fue su maestra, y más adelante fueron colegas en el jurado de Bake Off. En sus comienzos fue rechazado por otro colega de reality y cocinas, Germán Martitegui. De Buenos Aires marchó por más estudios a Nueva York y Londres. Después, trabajando en las cocinas de la cadena Hyatt de su país, se convirtió en el pastelero que les cocinó a Donald Trump y Xi Jinping.

De imprevisto supieron que tenían que construir un menú típico para los visitantes del G20. Hicieron panqueques con dulce de leche : “Lo comieron todo, los dos”.

Detrás de la pantalla está también el chef que escribe sus recetas a mano en cuadernos, el que dibuja y resalta todo con marcadores de colores, el que sueña con poner una librería junto a su madre. “En pastelería el primer impacto es visual”, y eso lo entrena desde los bocetos. “Siempre me gustó dibujar, pero lo incorporé al proceso creativo de lo visual. Creo que es muy importante el poder dibujar un postre, ver los colores, esa combinación, hacerlo monocromático, que tenga muchos colores, que todo combine, que todo sea armónico, me ayuda mucho el dibujar”.

Está el chico que primero pensó que quería estudiar ingeniería y que a último momento se decidió por la cocina, le contó a su familia y se fue a vivir a Buenos Aires. Está el que dice que todo lo que ha logrado y va a lograr es para sus padres, Carmen y Néstor, porque también ellos hicieron todo para que él cumpliese sus sueños.

“Mis papás me apoyan en todas mis decisiones. Yo creo que hay veces en las que hay cosas que tenés que hablar y hay otras que son obvias. En mi casa se dio todo con mucha naturalidad”, dijo el cocinero en la radio argentina La Once Diez sobre su trabajo pero también sobre su vida personal y su orientación sexual. “Se lo deseo a todos, que todos tengan padres como los míos, porque aún con sus defectos me dejaron ser y soy muy feliz”.

De sus orígenes no solo le quedan las recetas y la familia. También está Dolores. Es un lugar al que regresa cada tanto y del que fue declarado ciudadano ilustre hace una semana. En esa ciudad es uno más y no tanto, porque ahora lo esperan con cámaras y saludos especiales en la puerta de la casa, en la calle, en un bar.

Si a Damián le preguntan quién es, responde lo mismo que se percibe en las notas que aparecen por Internet: “Yo estoy casado con mi trabajo. Me gusta definirme así”. Y eso es:un chef,un pastelero, un artista apasionado por lo que pasa en la cocina.

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