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50 años de Alcohólicos Anónimos en Uruguay: ¿cuántos grupos tiene y cómo se puede acceder a ellos?

La comunidad cuenta con unos 3.000 miembros. No tiene vínculos con instituciones y tampoco acepta donaciones externas.

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La Oficina de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos Uruguay se encuentra en un edificio de Brandzen y Arenal Grande. Foto: Andrés López Reilly

¿ A quién le gusta admitir la derrota total? A casi nadie, por supuesto. Todos los instintos naturales se rebelan contra la idea de la impotencia personal. Es verdaderamente horrible admitir que, con una copa en la mano, hemos deformado nuestra mente hasta tener una obsesión por beber tan destructiva que solo un acto de la Providencia puede librarnos de ella.

La sentencia pertenece a la guía 12 Pasos y 12 Tradiciones, una literatura tradicional de la organización internacional Alcohólicos Anónimos, fundada en 1935 en Estados Unidos, que tiene presencia en 180 países y este año está cumpliendo medio siglo de existencia en Uruguay. Y que básicamente pregona que la fuerza para el cambio se encuentra en el interior de uno mismo.

En la década de 1940, el médico siquiatra especializado en alcoholismo Juan Carlos Chans Caviglia (1907- 1984) viajó a Estados Unidos y se entrevistó con uno de los cofundadores de Alcohólicos Anónimos, Bill Wilson, un ex corredor de la bolsa de Nueva York. Él le explicó que al compartir con otros alcohólicos la experiencia de la recuperación, disminuye el deseo compulsivo de beber, por lo que al volver de su viaje creó en Montevideo lo que se dio en llamar “El club de los martes”. La finalidad era hacer terapias de grupo para ayudar tanto al enfermo alcohólico como a sus familiares.

Más adelante, en 1964, una persona que había logrado superar sus problemas con el alcoholismo fundó junto a otros que se encontraban en su misma situación un grupo que comenzó a funcionar en algunos teatros de barrio, mudando luego las reuniones al Club Ferrocarril. A ese movimiento se le dio el nombre de ADEA (Amigos Del Enfermo Alcohólico), que finalmente cambió a Alcohólicos Anónimos (AA).

El 18 de marzo de 1974 se celebró la primera reunión cerrada de AA en Uruguay. Hoy, la comunidad cuenta con 150 grupos distribuidos en cuatro regiones (Norte, Sur, Este y Oeste) que abarcan todo el territorio nacional, con aproximadamente 3.000 miembros. A ello se sumaron ocho grupos virtuales en el año 2020 que se crearon por la pandemia y hoy siguen funcionando. “En marzo de cada año se realiza La Conferencia, una reunión en la que los custodios (encargados) regionales, con los delegados de sus áreas, toman decisiones sobre toda la estructura de servicio”, comenta a Domingo Fernando R, custodio de la Oficina de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos Uruguay.

“En la parte metropolitana funcionan unos 70 grupos con un promedio de asistencia de 16 o 17 personas. Y hay unos 80 en el resto del país. Son grupos cerrados, aunque cada tanto se hacen reuniones abiertas en las que puede participar por ejemplo la familia. Pero esto tiene una dinámica bastante cambiante, hay veces que cierra un grupo y abre otro en otro lado”, anota. En todas las reuniones y estructura de AA se preserva el anonimato de las personas, al punto que Fernando aclara que no puede sacarse fotografías para esta nota.

Preceptos universales

En Uruguay se utilizan guías universales que responden a los preceptos de los fundadores de la organización. “Son 36 principios: 12 pasos para la recuperación personal, 12 tradiciones para el mantenimiento de la estructura y 12 conceptos para el servicio. Las guías de trabajo están aprobadas por la Conferencia Mundial y hace muchos años que vienen funcionando a nivel internacional. Eso no está sujeto a cambios, lo que sí pueden variar son las políticas de relaciones públicas o los instrumentos para llevar a cabo estos conceptos”, explica quien hace 30 años forma parte de la organización y hace un año y medio es el encargado de la Oficina de Servicios Generales, ubicada en el primer piso de un edificio de Brandzen y Arenal Grande.

“Nosotros no manejamos el término ‘ex alcohólico’. La Organización Mundial de la Salud ha decretado que el alcoholismo es una enfermedad. Todos los miembros de Alcohólicos Anónimos padecemos de una enfermedad crónica que es incurable. No importa la cantidad de tiempo que haya pasado desde la última borrachera. Por eso cuando vamos a las reuniones decimos: ‘Mi nombre es tal, soy alcohólico en recuperación”, señala. Y agrega: “Tampoco hablamos de autoridades en ninguna parte de la estructura, sino de líderes de confianza. Y el padrinazgo es fundamental. Los padrinos son los que entrenan a las personas con cierto tiempo de sobriedad para realizar los servicios”.

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La reuniones son cerradas, aunque cada tanto se hacen abiertas para que pueda participar familiares o amigos.

Sin religión ni sponsors

La organización reconoce como enfermo alcohólico a toda persona que no puede controlar su manera de beber, lo que lo conduce a problemas personales (morales, espirituales, de salud); familiares (de trato, de comunicación, económicos); laborales y sociales. El único requisito para ir a los grupos es el deseo de dejar de tomar; no se pagan derechos de admisión ni cuotas y se mantienen con sus propias contribuciones.

Por los general las reuniones de AA se realizan en iglesias, clubes de barrio o centros comunales, sin que la organización tenga algún vínculo específico con estas entidades. “No combatimos ni apoyamos ninguna causa, nuestro fin primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros que están sufriendo. Mantenemos total independencia de filiación con cualquier otro organismo que persiga causas ajenas a las que nosotros tenemos”, destaca Fernando.

Por otra parte, AA no acepta contribuciones externas, para evitar todo tipo de desvío de intereses dentro de la estructura. “No puede haber nadie que por poder o dinero, o porque quiera ganar prestigio o influencia pueda desviar el objetivo que tenemos, que es ayudar a las personas de cualquier tipo de condición social, religión, pensamiento político, raza u opción sexual. Tenemos expresamente establecido en nuestras tradiciones que la canasta (implemento con el que se recogen las donaciones durante las reuniones) tiene como único objetivo el mantenimiento del grupo y el apoyo a la Oficina de Servicios Generales. Por lo general la gente que va a los encuentros es porque ya lo ha perdido todo, incluso a nivel económico. Y a veces esas donaciones son de 15 o 20 pesos”, comenta.

Aunque AA tampoco recibe ayudas del Estado, colabora con el Ministerio de Salud Pública, el Hospital Vilardebó y la Colonia Etchepare. También con la Justicia, recibiendo a personas por causas en las que el alcohol fue protagonista. “No hacemos ningún tipo de evaluación ni diagnóstico, solamente entregamos una constancia de asistencia”, aclara.

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