Maradona en Peñarol y otras historias que no fueron

Los clubes que soñaron con el astro son muchos. Sebastián Chittadini es un maradoniano de ley que reúne sus historias.

Sebastián Chittadini
(foto Francisco Flores - Archivo El País)
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por Ionatan Was
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Hace unos cuantos años el ambiente futbolero uruguayo se agitó. Fue cuando sobrevino la posibilidad de que Diego Armando Maradona jugase en Peñarol, que iba por su segundo quinquenio. El astro argentino venía sopesando la idea desde que jugó un partido a beneficio de Alejandra Forlán, con un estadio Centenario repleto que hasta corearía su nombre. Maradona se gastaba los últimos cartuchos de magia, y quería jugar en Peñarol con Enzo Francescoli de ladero. Pero al final nada de esto sucedió. Fuertes declaraciones de Juan Pedro Damiani —el designado para negociar en nombre de Peñarol— llegaron a oídos de Maradona, y este se molestó: “…dijo muchas estupideces y yo a mi edad, no las puedo aceptar”. Tiempo después, en una entrevista confesaría ser hincha de Peñarol “a muerte”.

Esta de Maradona y Peñarol es una de tantas historias de vínculos que pudieron haber sido pero al final no. En este caso se trató de una gestión que por poco no se concreta. Aunque también hay otras, originadas en rumores insólitos y sin mucho asidero que vincularon al diez argentino con tal o cual equipo, como sucedió a mediados de los noventa con el Defensor Sporting Club. La ilusión duró un día.

Sebastián Chittadini es un maradoniano de ley, según dice en la contratapa. A los nueve años vio el segundo gol a los ingleses y supo que había visto algo “fuera de lo normal”. Estudió una amplia bibliografía entre libros, revistas, diarios y portales web, lo que le permitió ir descubriendo todos esos Diegos que no fueron. O “el viaje por los clubes que soñaron con Maradona alguna vez” escribe Chittadini, desde el club Zaragoza español que se lo quiso llevar sin haber debutado en primera, hasta aquel otro intento absurdo del Deportivo Riestra para que jugara un solo partido, pasados los cincuenta años de edad.

Los Diegos que no fueron es en esencia un compilado. Aunque no ahonda mucho en los motivos, sí rescata diversos personajes y episodios. Escrito en lenguaje neutro, la prosa genuina del autor queda reducida a unos pocos párrafos para cuatro semblanzas, que introducen a las distintas etapas según pasan los años: el Dieguito, Maradona, el Diego y Diegote. Faltaría un mayor cuidado en la sintaxis. Por lo demás es un libro correcto, tiene la esencia de lo que dice el autor: “Quince meses en el universo maradoniano equivalen a mucho más tiempo en la vida de cualquier otra persona, incluso dentro del mundo del fútbol”.

LOS DIEGOS QUE NO FUERON, de Sebastián Chittadini. Fútbol contado ediciones, 2022. La Plata, 175 págs.

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