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Temor a inteligencia (artificial)

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El gran evento en la educación uruguaya en 2023 es la transformación educativa anunciada por ANEP.

Esta iniciativa busca preparar a los estudiantes para el mundo cambiante del siglo XXI. Incluirá cambios en la estructura y el contenido de la educación, así como en la formación y la capacitación de los docentes. Una de las principales áreas de enfoque será la educación digital, con la incorporación de nuevas tecnologías en el aula y la capacitación de docentes para su uso efectivo. Es considerada una iniciativa importante para mejorar la calidad de la educación en el país. Si bien queda mucho por hacer, esta iniciativa representa un paso importante en la dirección correcta para mejorar la educación en Uruguay.

Todo indica que hice un esfuerzo por informarme sobre la reforma y redactar un resumen de sus objetivos. Pero no es así, no hice ningún esfuerzo. Este texto fue redactado autónomamente por ChatGPT, un programa de inteligencia artificial desarrollado por la empresa OpenAI. ChatGPT es capaz de responder consultas complejas en base a los contenidos existentes en la web. La redacción de ChatGPT es en general indistinguible de una redacción humana.

Desde su lanzamiento en noviembre de 2022, ChatGPT ha generado un interés excepcional superando 100 millones de usuarios en solo dos meses. A TikTok le llevó 9 meses y a Instagram más de dos años llegar a 100 millones de usuarios. ChatGPT genera este interés fenomenal por su utilidad y por la antigua fascinación que ejercen las máquinas que parecen comportarse como personas. Desde HAL la computadora “inteligente”, coprotagonista de la película “2001: Odisea del Espacio” estrenada en 1968 hasta Roy Batty, el robot replicante asesino de Blade Runner, la película de culto estrenada en 1982, el arte expresa nuestro miedo a las máquinas supuestamente inteligentes.

ChatGPT presenta problemas que deben ser tomados en cuenta por los usuarios. Por un lado, sufre “alucinaciones” (término técnico de la inteligencia artificial) que lo puede llevar a contestar con respuestas falsas. Otro problema es que en ocasiones puede desviarse de su conducta esperada y brindar consejos y opiniones no deseadas. Por ejemplo, luego de una larga sesión de preguntas y respuestas sobre temas técnicos, el programa le recomendó al periodista especializado Kevin Roose que abandone a su esposa. Atemoriza pensar hasta qué punto una máquina que genera consejos destructivos como este podría influir en la conducta de una persona inmadura, influenciable o perturbada.

El temor principal que genera la inteligencia artificial es que las máquinas nos reemplacen en nuestros trabajos. Cada ola de cambio tecnológico ha venido a reemplazar o potenciar alguna de las capacidades humanas. La fuerza humana perdió valor con las máquinas, la velocidad perdió valor con los vehículos, la capacidad de calcular mentalmente perdió valor con las calculadoras y las planillas electrónicas, la capacidad para memorizar se devaluó con las bases de datos, la capacidad para indexar y archivar perdió valor con los buscadores. ChatGPT posee una capacidad hasta ahora exclusiva de las personas: redactar.

Los humanos seguirán teniendo ventaja en la redacción literaria en donde son cruciales la creatividad, la experiencia y las emociones o en ensayos de opinión que implican convicciones personales y opciones morales que no son computables. Sin embargo, la producción de contenidos rutinarios (programas de computación, artículos periodísticos, posteos para redes sociales, opiniones legales, mensajes de venta, folletos publicitarios, manuales técnicos y muchos otros) será vulnerable a la redacción automática de robots como ChatGPT. Esto ha generado una ola de temor entre las personas que hasta ahora pensaban que las máquinas nunca podrían redactar como los humanos (programadores, periodistas, publicistas, abogados, analistas políticos, entre otros).

A nivel individual o de oficios específicos (recordemos a los ascensoristas, por ejemplo) el temor es fundado. Pero a nivel de la sociedad el temor es ahistórico. Los grandes cambios tecnológicos siempre eliminaron algunos puestos de trabajo, pero crearon muchos más, muchos de ellos en nuevos oficios y profesiones.

Esto no implica que no existan grupos de personas perjudicadas especialmente en el corto plazo. Los cambios tecnológicos redefinen las ventajas comparativas entre humanos y máquinas. Cuando la tecnología permite automatizar una tarea, los humanos debemos buscar otras en los cuales seamos más productivos que las máquinas. Pero para poder desempeñar esas nuevas tareas, las personas deben reentrenarse. La real amenaza para nuestro trabajo no es el exceso de tecnología sino la carencia de conocimiento. En general, las empresas no tienen la capacidad ni el incentivo de reentrenar permanentemente a sus trabajadores. Los trabajadores en su mayoría carecen del tiempo y el dinero necesario para adquirir los nuevos conocimientos que necesitan para competir por los nuevos empleos.

Por lo tanto, el mercado no va a proveer el reentrenamiento requerido (reskilling, en inglés) en la escala y la velocidad necesarias. La solución no es poner obstáculos al cambio tecnológico (como el absurdo “impuesto al robot”) sino organizar sistemas de reentrenamiento permanente accesibles a toda la población. Este es un problema central de seguridad social que debería ser tomado en cuenta con mayor énfasis en la propuesta de reforma previsional que los uruguayos estamos discutiendo.

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