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“Hay una oferta desmedida y un lucro enorme con los niños y el agua"; impulsan ley para prevenir ahogamientos

“El objetivo es que se genere en el Estado un espacio de prevención", dijo Guadalupe Herraiz, creadora de la asociación civil Nademos por los niños.

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niños en la piscina
“Hay una oferta desmedida y lucro enorme con los niños y el agua"; impulsan ley para prevenir ahogamientos infantiles
Foto: Pixabay

"Yo intento que ningún niño más muera ahogado”. Así de directo y contundente es el propósito de Guadalupe Herraiz, creadora de la asociación civil Nademos por los niños, instructora de asistencia acuática y autora del libro “La cara oculta del agua”, donde expone en detalle cuáles son los riesgos y las necesidades a abordar en la lucha contra el ahogamiento infantil. En Uruguay esta es la primera causa de muerte por causas no violentas en niños de 0 a 5 años y la segunda en los de 5 a 15 años.

En su camino por evitar que más pequeños mueran o sufran las graves consecuencias que puede ocasionar un accidente en el agua, Herraiz trabaja para reimpulsar un proyecto de ley presentado en 2019 por los entonces legisladores Pablo Abdala (PN) y Cristina Lustemberg (FA). En lo institucional, Sebastián Bauzá, secretario nacional de Deporte, se interesó por la propuesta y apuntala el trabajo para que la normativa sea una realidad.

“El objetivo es que se genere en el Estado un espacio de prevención del ahogamiento infantil, desde donde impulsar acciones para que el tema esté constantemente sobre la mesa”, dijo Herraiz a El País. Consciente de que su meta es difícil, por estos días trabaja en el texto del proyecto y analiza qué debe sumarse para garantizar una política de Estado útil.

Entre otros puntos, remarcó que si hay una normativa sobre este tema debe incluir “un control de imagen de marcas”. “¿Cómo puede ser que las marcas que venden cloro, piscinas, pañales o bronceadores jueguen con niños pequeños con flotadores en grandes volúmenes de agua? Es necesario que la publicidad se ajuste; para eso es necesario que la gente sepa cómo se produce un accidente”, afirmó.

El objetivo de Herraiz es que en el Estado haya un espacio de prevención contra el ahogamiento infantil
El objetivo de Herraiz es que en el Estado haya un espacio de prevención contra el ahogamiento infantil
Foto: Guadalupe Herraiz

Otro de los puntos que busca incluir en la normativa tiene que ver con que “se necesita una reestructura en la enseñanza de natación”, tanto en clubes deportivos como en colegios. “Hay una resistencia de parte de las instituciones a ajustar la enseñanza por miedo a represalias de los padres. Entonces, por ejemplo, no les sacan los dispositivos de flotación hasta los 6 años y así los niños no tienen que ejercer ningún tipo de acción, flotan solos. Eso no es enseñar a nadar”, explicó.

“Hay una oferta desmedida y un lucro enorme con los niños y el agua, ya sea en colegios, clubes, colonias… Yo les digo a los padres que pregunten qué les van a enseñar en natación, porque nadie sabrá responderles. No se trata de ‘generar un vínculo con el agua’, como les dicen, sino de un plan de enseñanza. Los niños solo aprenden a tirarse al agua con el flotador y eso no sirve. Hay que limpiar la palabra natación y clasificarla. Nadar es tirarse al agua y desplazarse en ella, pero detrás de eso hay mucho lucro”, sentenció.

Barreras de prevención para el ahogamiento infantil

Herraiz sostiene que para evitar los ahogamientos infantiles “las barreras de prevención son tres: la supervisión del adulto, los cercos perimetrales en piscinas públicas y privadas y que el niño tenga herramientas para defenderse en el agua”. “Pero solo con eso no alcanza, el Estado debe generar un espacio para educar a la población en esto”, remarcó.

“Yo me formé en el extranjero para que el niño tenga herramientas, creé una asociación civil, formé instructores, di becas a niños, investigué, escribí el libro y busco que se genere conciencia en las familias. Porque si sigue habiendo en el mercado ofertas que promueven una actividad lúdica con niños en grandes volúmenes de agua, estamos jugando con fuego”, advirtió.

El objetivo de Herraiz es que en el Estado haya un espacio de prevención contra el ahogamiento infantil
El objetivo de Herraiz es que en el Estado haya un espacio de prevención contra el ahogamiento infantil
Foto: Guadalupe Herraiz

Lo que Herraiz subraya es que a los dos o tres años, por ejemplo, los pequeños “interpretan el mundo que los rodea a partir de cómo se vinculan con él”. “Y si les mostramos niños felices en grandes piscinas, entonces ellos comprenderán que no hay riesgo, su razonamiento será: ‘Esto está buenísimo, me tiro’”, apuntó.

Educar al niño y a los padres para la prevención de ahogamientos

La especialista propuso además que en la cartilla que se entrega a los papás cuando se van con su niño recién nacido del sanatorio u hospital, se incluyan instrucciones sobre la forma de introducir a los niños en el contacto con el agua.

“Una cosa es asearse, higienizarse; otra cosa es lo lúdico en una lámina de agua y otra son los grandes volúmenes”, indicó.

“Hay que segmentar el agua respecto a los cuidados que se requieren en cada caso, porque si no el cerebro del niño se marea. Por ejemplo: si para bañarlo lo meten en una bañera llena, con juguetes y un volumen de agua que no puede manejar, su cerebro genera encadenamientos neuronales que no son beneficiosos. De hecho, en ese caso no le pondrían un chaleco salvavidas. El niño interpretará que cuando esté en un volumen de agua así tiene que estar sentado y sin hacer nada, no interpretará que debe tomar acciones para evitar que el agua lo arrastre o que se hunda o quede boca abajo y no pueda respirar”, explicó.

En cuanto a los elementos de flotación, también hay medidas a tomar. “A los padres les digo que las alitas inflables las corten. ¡Sabés todos los casos que conozco de niños que se tiraron al agua y se les salieron! Lo mismo el flotador redondo, se van por el medio”, contó. El único dispositivo que recomienda es el chaleco salvavidas, pero no solo para el momento de entrar al agua, sino para todo el tiempo en que el niño está en un lugar con piscina a la que pueda entrar o, lamentablemente, caerse.

La vida de Guadalupe Herraiz está marcada por un evento traumático que tiene íntima relación con estos cuidados. Benicio, hijo de sus amigos, cayó en una piscina hace 15 años, durante una cena de Navidad y nadie se dio cuenta. Solo un tío, pasados unos minutos, y lo sacó. Luego una médica de emergencia logró revivirlo y hoy es un joven de 19 años, que alumbra el camino de la creadora de Nademos por los niños.

De hecho, está comprobado que solo 21 segundos de apnea por inmersión son suficientes para ocasionar un daño neuronal de por vida.

Niña con chaleco salvavidas
Niña con chaleco salvavidas
Imagen de Gretta Blankenship en Pixabay

“Prevenir el ahogamiento tiene varias aristas, pero es sobre todo educación. Y seguiré adelante hasta que escuchen y hasta que alguno se anime a romper paradigmas. Hay que poner orden, porque es impresionante la cantidad de chicos que se mueren por ahogamiento”, reflexionó.

Herraiz brindará una charla sobre el ahogamiento infantil el próximo 19 de marzo en el marco de una reunión del Congreso de Intendentes.

Cinco claves a la hora de bañar al bebé

Herraiz marcó cuáles son los cinco puntos más importantes para evitar riesgos a la hora del baño y ayudar en la formación del niño en su vínculo con el agua.

  1. “Cuando es aseo, que sea solo eso. Que se trate de una higiene corporal y al terminar, afuera. El cerebro entiende que es aseo y nada más”.
  2. “Utilizar la cantidad de agua que se requiere y no más. No llenar una bañera y llenarla de juguetes cuando se trata de higiene personal”.
  3. “Echarle agua en la cara al niño. Aunque en el momento le moleste, esto evitará que luego sea intolerante al agua en cara y no pueda respirar ante un imprevisto. Conozco casos de madres que, porque al niño le molesta el agua en la cara, no se la lavan, y eso no puede ocurrir”.
  4. “Si el baño se puede hacer con duchero del tipo teléfono, es lo mejor. No recomiendo que se haga en una bañadera o en un recipiente donde el agua se acumule. Lo mejor es que el agua corra y se vaya.
  5. “En caso de que deba realizarse en un recipiente, que la lámina de agua tenga como máximo unos cinco centímetros. La referencia es que, si el niño está sentado, el líquido no tape el grosor de la pierna. El objetivo es que si el niño llegara a caer de espaldas, su boca y nariz queden fuera del agua.

Y, si pese a todo, se quiere jugar durante el baño: “poca agua y muchos chiches”, dijo Herraiz.

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