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El Uruguay que no ven

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Todavía no se cumplió el primer año de gobierno pero parece que ya estuviera en su final. El desgaste en estos primeros meses es tal que en los propios frenteamplistas cunde el desánimo y la rabia con sus dirigentes, empezando con el hasta hace poco intocable Vázquez.

Todavía no se cumplió el primer año de gobierno pero parece que ya estuviera en su final. El desgaste en estos primeros meses es tal que en los propios frenteamplistas cunde el desánimo y la rabia con sus dirigentes, empezando con el hasta hace poco intocable Vázquez.

Muchas veces desde nuestras propias filas preguntaban, ¿dónde está la oposición? Seguramente desde filas opuestas preguntarán hoy ¿dónde está el gobierno? Cambió el humor, quizás por razones de la economía, pero no solo por ello. Frente a los ojos de todo aquel que quiera ver hay una sociedad preocupada, con incertidumbres, con preguntas y con reclamos que desde el oficialismo no ven. El primer reclamo es el trabajo, la incertidumbre por mantener el que se tiene, cuando se lo tiene y el de encontrar uno pronto, cuando se lo perdió. En el medio de la tormenta no hay una sola voz del gobierno que hable con sinceridad sobre este tema, que está arriba de la mesa familiar. La incertidumbre de quedar sin trabajo o la angustia por conseguir uno.

Y como si fuera poco se agrega la incertidumbre por la integridad de la familia y de uno mismo. Parece de otro planeta que en el medio de la mayor ola de inseguridad, donde la gente mira perpleja que hasta entran a robar a los cuarteles, el ministro Bonomi diga que estamos mejor que antes. Que nos quiera convencer que mejoramos en seguridad, que podemos estar más tranquilos que antes. Es una payasada, realmente su discurso es payaso. No hay cosa que moleste más a una persona que se lo quiera tratar de bobo. Usted que ha sido rapiñado, que fue hurtado, que conoce la violencia porque la sufrió, que vive en un país donde se mata a una persona por día, donde el narcotráfico administra zonas inexpugnables e imparte una “justicia” criminal, usted debe festejar porque estamos mejor. Pero, ¿qué se cree este señor, que su triunfo es convencer de estupideces? No ve y si ve no entiende.

Esto es el país real, no la Disneylandia oficialista, por no agregar que si un gobernante fuera a la feria se enteraría de lo que se alarma cualquier uruguayo medio que compra fruta o verdura a precio de boutique, y de lo que aumentan los precios todas las semanas. Pero no, están en otra y así les va. La calentura de la gente se explica fácil: estoy preocupado por el trabajo, por la jubilación, no me da la plata, vivo con miedo por mi familia, la peleo como un titán y todavía me meten la mano en el bolsillo y me sacan un dineral para tapar el escandaloso agujero negro de Ancap y me quieren convencer que la administraron brillante, con honestidad y transparencia, y que la culpa la tengo yo por no aplaudir a Sendic, a Martínez y la comparsa que la hizo trizas. Tengo que cerrar mi negocio porque los números no dan, las tarifas son un robo, me “arrancan las muelas” con los impuestos, Fonasa, Irpf y otras yerbas, y todavía me tengo que bancar que Sendic se vaya diez días a… la feria del libro de La Habana, en medio de la investigación de Ancap, huyendo despavorido hacia la nueva meca del turismo progresista que es aquella isla donde reposan los revolucionarios incomprendidos.

No hay peor cosa que no ver la realidad, este es el problema del FA, no solo no haber hecho bien el trabajo cuando la economía fluía, sino empaparse de soberbia y muchas veces de corrupción sin acordarse de que no hay mal que dure cien años, ni pueblo que se lo banque.

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Javier García

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