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Para voltear a Macri

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Una vez por semana, Mark Rutte va al colegio secundario donde es profesor de Historia y da dos horas de clase a los alumnos del cuarto año.

¿A qué otra cosa se dedica el profesor Mark Rutte? A gobernar Holanda. Así como Tabaré Vázquez siguió atendiendo a sus pacientes en su consultorio médico tras llegar a la Presidencia, el liberal que acaba de frenar el huracán ultraderechista que recorre las potencias de Occidente venciendo a Geert Wilders en las urnas, no dejó su trabajo docente cuando se convirtió en primer ministro de uno de los países más importantes de Europa.

No es la vara para medir a los gobernantes argentinos, porque los casos citados son bastante excepcionales. Pero en Argentina, ningún sindicalista sigue realizando su trabajo una vez que llega a la cúpula del gremio. Sea obrero, empleado administrativo o profesional, la inmensa mayoría en la dirigencia gremial abandona su función como obrero, empleado o profesional, para convertirse exclusivamente en sindicalista. Es el caso de Roberto Baradel, el líder sindical docente que dejó sin clases a los alumnos de las escuelas públicas.

Por el contrario, algunos de los caciques de los piquetes que mantienen colapsada Buenos Aires buscando que colapse también el gobierno de Mauricio Macri, son piqueteros que tienen negocio propio, mientras que otros reciben pagos ocultos precisamente por cortar calles, avenidas y puentes.

En Chile, Sebastián Piñera, líder de la oposición a Michel Bachelet, acaba de defender a la presidenta de la denuncia que le hacen por la compra de un terreno para su hija menor. "Es una acusación absurda", dijo el candidato de la centroderecha, en defensa de la mandataria centroizquierdista.

En Argentina, los que en la década pasada veían (con razón) la ilegalidad de los cortes de rutas que hacían los productores rurales en protesta por las retenciones que quería aplicar Cristina Kirchner, ahora alientan y consideran totalmente legal y legítimo que los piqueteros hagan colapsar las ciudades.

La letra de la ley es clara. Cortar la libre circulación de las personas era un delito cuando lo hacían los ruralistas contra las retenciones kirchneristas, y lo es ahora, cuando lo hacen los piqueteros contra Macri, con el respaldo del kirchnerismo porque está empeñado en que caiga el gobierno.

LA BITÁCORA| CLAUDIO FANTINI

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