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Perdura la influencia de Mao en la vida de China

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La foto de Mao Tse Tung está en un restaurante de Pekín para marcar su legado político. Foto: AFP.
NICOLAS ASFOURI

Es una figura intocable a 50 años de la Revolución Cultural.

Medio siglo después de la sangrienta Revolución Cultural en China, el país comunista sigue firme el "camino capitalista", aunque el legado de Mao Zedong se resiste a desaparecer tras su muerte, como la momia del líder en su mausoleo de Pekín.

Renunciando a afrontar su propia historia, el Partido Comunista de China (PCC) no quiere reabrir las heridas. Por eso, las autoridades no han previsto ninguna ceremonia para conmemorar el principio de la revolución, cuyo inicio suele fecharse el 16 de mayo de 1966.

En tres años, de 1966 a 1969, Mao, aislado del poder tras el fracaso del "Gran Salto Adelante" (1958-1962, 45 millones de muertos), consiguió de nuevo imponerse mandando a los "guardias rojos" —la juventud escolarizada y fanática— al asalto del partido. Más tarde, ordenará al ejército, dirigido por el mariscal Lin Biao, reprimir a los mismos "guardias rojos", cuyo movimiento había escapado a su control.

Desde altos cargos del partido hasta escritores y profesores, millones de personas fueron perseguidas durante los violentos enfrentamientos de clases. La operación, sin precedentes en un régimen comunista, tuvo una gran repercusión mundial, en especial entre la juventud y los intelectuales occidentales.

La Revolución Cultural desató una guerra de civil en nombre de la "lucha de clases" contra la "nueva burguesía roja".

Dejó un trauma profundo. Tras la muerte del presidente Mao, su sucesor, Deng Xiaoping, él mismo víctima de las purgas, abrirá el país a los capitales extranjeros e intentará deshacer de forma discreta el legado maoísta para salvar al régimen.

Desde entonces, China se ha convertido en la segunda potencia mundial.

Así como Lenin tiene su mausoleo en la plaza Roja de Moscú, la momia de Mao tiene el suyo en la plaza de Tiananmén: intocable, la figura del fundador del régimen sólo se ha visto salpicada por un balance oficial que, en 1980, le atribuía el 70% de decisiones "justas" y el 30% de errores, entre ellos el desastre de la Revolución Cultural.

El actual presidente, Xi Jinping, ha frenado una incipiente corriente neomaoísta, personificada por su rival Bo Xilai, derrocado y condenado a cadena perpetua en 2014. Pero sin tocar a Mao, siempre número uno del panteón nacional, por delante de Deng Xiaoping.

El miércoles, el diario oficial Global Times informaba de un polémico concierto en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, donde se interpretaron cantos revolucionarios en memoria de Mao por el aniversario de la revolución.

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La foto de Mao Tse Tung está en un restaurante de Pekín para marcar su legado político. Foto: AFP.

LOS GUARDIAS ROJOS

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