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Cuando todos bailan

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Colectivo Aparejo. Foto: Mariana Kaplan.

Colectivo Aparejo es un grupo de danza contemporánea inclusiva integrado por personas con y sin discapacidades que esta semana presenta su obra en tres funciones.

El ensayo empieza por el calentamiento y el calentamiento incluye ejercicios de improvisación. Ensayan en un salón de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. El silencio invade el salón vacío. De pronto, la respiración de las integrantes del Colectivo Aparejo empieza a hacerse presente. "Lleven las sensaciones del cuerpo a la respiración". La voz de Victoria Pin, bailarina y directora de la obra, interrumpe el clima.

Son seis. Todas tienen los ojos cerrados. Cinco de ellas están acostadas. "Permítanle al cuerpo respirar", dice Victoria y Mariana respira profundo. Fabiana inhala y exhala sentada en una silla de ruedas. "Como con una lupa van a cambiar la posición de su cuerpo", otra vez las palabras de la directora. Todas se mueven y las tablas del piso suenan, como intentando manifestar la presencia de seis cuerpos silenciosos y tranquilos.

Fabiana y Mariana trabajan juntas desde 2013, cuando con Victoria estrenaron la obra En mis zapatos. En esa ocasión, además de dirigir, Victoria también bailó. Pero para llegar al inicio de este grupo es necesario ir más lejos en el tiempo. En el 2003 Lila Nudelman, bailarina, docente y madre de Victoria, fundó el grupo de danza integradora Pata de Cabra, que funcionó hasta 2007. Mariana y Fabiana fueron parte de ese grupo. Ese mismo año llegó a Uruguay el coreógrafo norteamericano Alito Alessi con DanceAbility, un método de danza que integra a personas con y sin discapacidades que quieran compartir, explorar y crear desde el baile. Fabiana, Mariana y Victoria participaron de la experiencia con Alessi y a partir de entonces han trabajado juntas en diversos proyectos.

Ya se mueven por todo el salón. Mariana sigue en el piso pero igual recorre el espacio, lo mismo que hace Fabiana en su silla. Siguen en silencio pero ahora sus movimientos generan sonidos. Sus pasos suenan, sus giros suenan, su respiración suena, la silla de ruedas suena. Se miran, se tocan, y entre las seis se conectan. Respiran. Otra vez el silencio. Con sus cuerpos se hacen una y se separan y vuelven a hacerse una. Todas siguen los movimientos de Mariana, que mueve los brazos y apoyada en ellos se desplaza. Ana Clara, Chabela, Florencia y Valentina, que son bailarinas, hacen lo mismo. Fabiana las sigue.

Colectivo Aparejo es un grupo de danza contemporánea integradora formado por bailarinas con y sin discapacidades que combina herramientas de la danza inclusiva y el método DanceAbility para crear una performance a partir de un proceso de investigación entre todas sus integrantes. Se presentan en tres funciones el 6, 7 y 8 de diciembre en la sala Zavala Muniz en el marco del Ciclo Montevideo Danza. Es un ciclo que busca apoyar el desarrollo escénico y profesional de este arte.

El calentamiento terminó y empieza el ensayo. "¿Para qué frente trabajamos?", pregunta Mariana. La música suena y una de las bailarinas se encarga de entrar a sus compañeras al escenario, cargándolas de distintas maneras. Fabiana ingresa en la silla de ruedas y mira a las demás, como asegurándose de que todo esté bien. Se mantienen en contacto formando una cadena. Son seis que se hacen una. La cadena se desarma y tres de las bailarinas ruedan. Mariana es una de ellas.

"A mí me interesaba el tema de las llevadas como experiencia física cotidiana, que mucha gente vive y que los que no lo viven muchas veces lo ven como algo negativo", cuenta Victoria y explica que sobre esas ideas empezaron a trabajar en esta obra: "Tener que agarrar a alguien o ser cargado, ser llevado en una silla de ruedas, la falta de autonomía, que en general tiene una carga bastante negativa".

Mariana y Fabiana tienen una discapacidad motriz que afecta a sus piernas; en el caso de Fabiana, también comprende a sus brazos. Según cuenta Victoria, la idea de esta obra es romper con los mitos que existen sobre la discapacidad: "Uno es que es una desgracia, otro es que siempre vas a necesitar a alguien y otro es que nunca vas a poder ayudar a los demás". Para atravesar y romper esos mitos, entonces, en varios pasajes de la obra Mariana y Fabiana se encargan de cargar y trasladar a sus compañeras.

Victoria mira el ensayo desde un rincón. Asiente con la cabeza, se ríe y saca apuntes en una libreta. La silla de ruedas de Fabiana sirve como apoyo y traslado de todas. "Del otro lado Mari", susurra una de las bailarinas. Mariana se acomoda y con una de sus compañeras trasladan en sus espaldas a otra.

Fabiana es brasileña y hace 17 años que vive en Uruguay. Cuando tenía 16 empezó a practicar psicoballet, una metodología que une a la danza, la psicología y la integración. Cinco años más tarde se vino a vivir a Uruguay con sus padres y en el 2004 se unió al grupo de danza integradora de Nudelman. Trabaja como administrativa en una inmobiliaria, da clases particulares de portugués y está por entregar la tesis de grado de Trabajo social. "De la danza disfruto todo", cuenta, "especialmente el poder hacer movimientos que pensé que no podía hacer".

¿Qué es lo que más te cuesta al bailar?

No me cuesta nada, al contrario, para mí es una realización muy grande. La danza es algo maravilloso: gracias a ella yo he podido conocer mi cuerpo, modificarlo y transmitir cosas con él.

Mariana tiene 38 años. Estudió bellas artes y cantó en un coro durante 11 años. Conoció a Victoria cuando estaba en la escuela y después de ver algunos ensayos se integró a Pata de Cabra en el 2004. "No tomo a la danza como algo que me distraiga o que me ayude con mi discapacidad. Yo tomo el lado artístico de la danza", dice.

¿Por qué te gusta bailar?

Me encanta el arte en general. La danza es algo independiente de mi discapacidad. Más allá de que ella participa en todo lo que hago, por supuesto, pero no me interesa la danza como algo terapéutico. Bailar es algo que hago porque lo necesito y siento que tengo que hacerlo. Yo veo a mi cuerpo como es y bailo desde lo que tengo. Reivindico mi cuerpo, aunque sea un poco incómodo, y genero el proceso creativo desde ahí, desde mi discapacidad pienso en la danza.

La música sigue sonando en el salón y el ensayo continúa. Con sus cuerpos dibujan figuras de las que Fabiana y Mariana son parte esencial y necesaria. Se buscan, se miran y se encuentran. Sostienen las miradas mientras se mueven para formar estructuras que después desarman y vuelven a armar, una y otra vez. Se ríen, se marean, pero lo resuelven.

El desafío de Victoria como docente es enfrentar a un grupo integrado por personas que no tienen discapacidades y otras que sí, de distintas edades y con distintas experiencias y "saber cómo presentar la información de la danza, que siempre es la misma". Cuenta que al momento de dirigir, sin embargo, es más fácil porque "hay más conocimiento y más confianza", entonces se puede permitir "espacios más analíticos, para estudiar los movimientos de cada uno, probar cosas concretas en cada una".

Trabajaron en esta obra durante un año. "La mitad fue un proceso de investigación entre todas", sostiene Victoria," la otra mitad fue empezar a armar y ordenar la secuencia de acciones, pulirla para darle un sentido".

El ensayo termina después de dos horas. Se ven cansadas. Discuten sobre la obra y se ríen. Como al principio, la respiración —esta vez acelerada— se apodera del ambiente y se mezcla con la voz de la directora, que dice con seguridad: "Todo salió muy bien".

Para agendar.

"Además de las tres funciones del Ciclo Montevideo Danza, pretendemos parar en diciembre y en enero, pero seguir trabajando en febrero para poder presentar la obra en otros escenarios", cuenta la directora Victoria Pin.

Desde el martes 6 al jueves 8 de diciembre el Colectivo Aparejo se presenta en la sala Zavala Muniz. Las tres funciones son las 20.30 horas y las entradas se pueden adquirir en la boletería del Teatro Solís o por Tickantel. Los precios son $ 350 o dos entradas por $ 600.

Colectivo Aparejo. Foto: Mariana Kaplan.
Colectivo Aparejo. Foto: Mariana Kaplan.
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Colectivo Aparejo. Foto: Mariana Kaplan.

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