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Vértigo y adrenalina sin sentido en remake que nadie reclamaba

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Foto: Difusión.

Pocas veces sucede que, al escribir la crítica de una remake, se la califique como necesaria, más allá de que el resultado haya sido bueno o no. Generalmente dan la sensación de que Hollywood se quedó sin ideas y busca revivir viejos éxitos.

ALEJANDRA PINTOS

Punto de quiebre no es la excepción, es una remake sin sentido que parece haber sido escrita por alguien que solo vio el tráiler de la original. Lo único interesante es lo visual, pero no alcanza para conformar. Eso tiene sentido con un director como Ericson Core, que si bien ya dirigió una película en el pasado, su formación es como director de fotografía, por lo que es comprensible que se vea inclinado a hacer primar la imagen por sobre la historia.

Esta versión del film de 1991 tiene un argumento mucho más exagerado que el original. Lucke Brasey interpreta a Johnny Utah un corredor profesional del motocross retirado y aficionado de los deportes extremos, que decide unirse al FBI después de un suceso trágico.

En su primer caso se enfrenta a una banda de tres delincuentes que buscan hacer justicia ecológica con acciones como robar diamantes de una empresa minera y dárselos a los pobres.

Los tres, liderados por Bodhi (Édgar Ramírez), buscan, a la vez, completar ocho pruebas deportivas en comunión con la naturaleza que supuestamente los llevarán al nirvana, ideadas por un ecologista japonés llamado Ozaki. Eso los lleva a hacer snowboard extremo, escalada sin equipos ni cuerdas, surf en el medio del océano con olas de 24 metros y motocross.

Esta versión de Punto de quiebre es física, de pura acción y no tiene nada de la esencia ni el carisma de la dirigida por Kathryn Bigelow: acá es solo adrenalina.

Tal es así que los diálogos son todos más o menos iguales, con un falso sentido de profundidad, que acompañado por la estética hipster de los delicuentes extremos parecen un grupo de evangelizadores cool.

El film de 1991 era muchísimo más sencillo, pero a la vez más profundo. Los "malos" eran simplemente una banda de amantes del surf, y la adrenalina de robar bancos enmascarados como los expresidentes estadounidenses era para rebelarse contra el sistema y poder seguir viviendo su vida sin límites. Nada de gurú japonés, ni de deportes con equipos carísimos ni de filosofía barata.

Lo que más se echa en falta es esa relación que había entre Utah y Bodhi, de atracción y hermandad que lindaba con el romance homosexual. Tampoco está el carisma de Patrick Swayze, aunque Édgar Ramírez haga un gran esfuerzo. O el de Garey Busey como Pappas, con un Ray Winstone que, por el contrario ni se esfuerza.

Para aquellos que disfrutan de películas de pura acción estilo El Transportador, Punto de quiebre puede ser una buena forma de pasar el rato.

Para el resto es una película olvidable.

Punto de quiebre [**]

Estados Unidos, 2015. Título original: Point Break. Dirección: Ericson Core. Fotografía: Ericson Core. Guión: Kurt Wimmer. Basado en: Point Break (1991) dirigida por Kathryn Bigrlow Música: Junkie XL. Producción: Alcon Entertainment y Warner Bros. Elenco: Édgar Ramírez, Luke Bracey, Ray Winstone, Teresa Palmer.

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Foto: Difusión.

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