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Las ideas de los otros

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Michael Moore. Foto: Netflix

Netflix emite su nuevo documental, Where to Invade Next.

Parece cosa de locos que ya hayan pasado 13 años de Bowling for Columbine y 11, de Fahrenheit 9/11, las dos películas que cimentaron la fama de Michael Moore como un documentalista egocéntrico, entretenido y original. Desde entonces, Moore, quien sigue siendo ese gigantón medio enojado de siempre, ha hecho más películas sobre las relaciones internacionales y domésticas de Estados Unidos.

Ahora Netflix acaba de estrenar su penúltimo documental, Where to Invade Next? ("¿Qué invandir después"), que, como es costumbre, va por el lado de las conclusiones rápidas, las comparaciones odiosas en las que siempre sale perdiendo Estados Unidos y un par de resoluciones bastante ocurrentes.

La idea es fácil: Moore recorre varios puntos del mundo "robando" en nombre de su país, algunas ideas que otros parecen hacer mejor. Cuando consigue todos los datos planta, simbólicamente, una bandera de barras y estrellas y hace como que ese es territorio ocupado. Los entrevistados aceptan gustosos el juego.

"Desde que tenía 19 años tenía la idea de hacer una película así", le contó Moore a The New York Times. "Desde que tenía mi tarjeta de alberguista y mi Eurail Pass, cada país al que iba con mi mochila y mi pequeña carpa, siempre decía esta es una buena idea, cómo no la hacemos nosotros. Entonces estaba atravesando Suecia, me lastimé un pie y tuve que ir a una sala de emergencias y me curaron. Y estaba nerviosísimo porque mi Blue Cross de Estados Unidos no me lo iba a cubrir y no tenía un peso. Ellos me dijeron Bueno, adiós. ¿Qué, no les debo nada?. No, todo es gratis. Pero no soy sueco No importa. No lo podía creer. Quedé azorado".

Así, el director se sorprende con el sistema de salario vacacional y aguinaldo que disfrutan los italianos; compara la alimentación y la educación sexual en las escuelas de Francia con la comida chatarra y la epidemia de embarazo adolescente en las escuelas de su país; se maravilla con el sistema educativo finlandés y la libertad que da a los estudiantes y con la universidad gratuita en Eslovenia; intenta entender la persistencia de la clase media alemana, entre otras cosas. Siempre encuentra gente dispuesta a dar rienda suelta a su chauvinismo.

Ya había mostrado algo de esa admiración por el jardín del vecino en varios de sus trabajos más conocidos y en Sicko donde comparaba el sistema de salud estadounidense con el de sus vecinos. Es un razonamiento esclarecedor, eso está claro, pero a la vez un poco tramposo. Quizás sea por eso que no hay que tomárselo muy en serio. Sus conclusiones son simplistas y no tan eficaces como en Roger and Me, su primer película, Bowling for Columbine, Fahrenheit 911 pero, se supone funcionan como un alerta sobre una realidad que los estadounidenses ignoran. Es didáctico de más e insistente pero ahí está si valor para cierto público de su país. El resto del mundo ve todo con un desdén del tipo "chocolate por la noticia". Y son dos horas de una misma idea.

"No estoy haciendo una película política", le dijo Moore a The New York Times. "Estoy haciendo una película humana. Estoy mostrando el humanismo de cómo decidieron tratar a sus hijos en Finlandia y cómo los franceses decidieron no envenenar a sus hijos en el almuerzo. Si un 10% de los que ven la película y se molestan con lo que pasa van a la reunión de su colegio y plantea alguna de estas cosas, eso va a motivar a la gente a hacer algo.

Un motivador precisa un par de detalles contundentes y algunas exageraciones sirven para mostrar una situación injusta contra la que Moore se ha vuelto un incansable paladín.

La frustración de que nada cambie.

Bowling for Columbine ya tiene 13 años y mire lo que pasó con las armas; Fahrenheit 9/11 fue hace 11 años y Estados Unidos sigue involucrado en conflictos. ¿Nunca se desespera?

—Tengo dos maneras de verlo. Me siento constantemente frustrado y a menudo me pregunto para qué me molesté en hacer esas películas. Está esa sensación de que uno hace estas películas con la esperanza que las cosas se pondrán mejor y eso no pasa. Pero hice una película que se llamó The Big One. Conseguí hablar con Phil Knight, el dueño de Nike. Le dije "¿Sabés que hay niños de 12 años trabajando en sus fábricas en Indonesia?" Después que salió la película lo cambió a 18 años. Presenté la idea del 99 por ciento y el 1 por ciento en Capitalismo: una historia de amor. Eso fue en 2009. Dos años después apareció el movimiento Occupy Wall Street. Creo que si hablás con alguno de esos jóvenes, eso fue una las cosas que impulsó el movimiento y le dio su vocabulario.

The New York Times

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Michael Moore. Foto: Netflix

MICHAEL MOORE

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