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Crisis y nostalgia golpean a emigrantes

| La recesión que asuela ya afecta a la diáspora. Muchos se encuentran en la indigencia; algunos han vuelto para contar la historia. Otros tendrán que pasar otra Navidad afuera, a la espera de ayuda del Estado.

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El País

MIGUEL BARDESIO

Por las Fiestas, diciembre es el único mes que ingresan más uruguayos de los que salen del país; el 40% de la diáspora volvió al menos una vez a visitar a la familia.

En tres días, la Nochebuena empujará las copas al chin-chin en lo que para muchos será una reunión de reencuentro postergado, como si la Navidad fuera bisiesta y se disfrutara cada tanto. Son las historias de uruguayos de la diáspora que vuelven por estas fechas, tanto temporal como definitivamente, empujados por la nostalgia familiar o la crisis mundial.

Lourdes Rodríguez, por ejemplo, brindará con su madre y 13 hermanos después de cinco años en Estados Unidos y una tuberculosis terminal que la agarró ilegal en aquel país. Hasta fecha de muerte tuvo: el 7 de marzo de 2006 el mal iba a matarla, según el pronóstico médico. Pero sobrevivió y ha sido repatriada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, el 28 de noviembre pasado, junto a su hija de cuatro años.

Ella se declara feliz pero la amarga este regreso con los bolsillos vacíos y secuelas de salud. La enfermedad le costó medio pulmón y debe recurrir a veces a un tanque oxígeno, perdió un dedo, parte del sentido de la audición y contrajo una rara afección en los ojos, que siempre están lagrimosos. "Ahora, son lágrimas de felicidad", acota ella en la casa de su madre en Maroñas, adonde llegó para quedarse.

Por lo menos 500.000 uruguayos residen en el exterior, según un sondeo del "Departamento 20" de Cancillería, pero todos sospechan que habrían al menos 100 o 200 mil más que no entran a la estadística porque están ilegales y temen registrarse en los consulados. Ese "segundo país" atraviesa en este momento por un delicado proceso: la crisis ha reducido el trabajo y además de la nostalgia, apremia el bolsillo para pegar la vuelta.

En lo que va de 2008, la Oficina de Asistencia al Compatriota (OFAS, del Departamento 20), ha efectuado 75 repatrios de núcleos familiares, lo que significa más de 150 personas que, por estar en la indigencia o enfermos en el exterior, vuelven al país con el pasaje financiado por el Estado. Lourdes Rodríguez ha sido una de ellas.

También Néstor Ruiz, su esposa Natalie y dos hijos. La familia vivía en Tenerife (España), pero al decaer el trabajo en la construcción y hotelería, estaba a un tris de la calle. Encima, se sumó la enfermedad alérgica de uno de los niños. "Era una situación desesperante", relata Natalie desde su casa, en Salto.

Para el año que viene, las autoridades esperan un fuerte incremento de los repatrios. El director de la Dirección de Asuntos Consulares y Vinculación (el nombre completo del Departamento 20), José Luis Remedi lo admite: "Por las señales y las consultas que estamos teniendo, nos vamos a enfrentar a un aumento. Y lo estamos previendo, aceitando todo el sistema para responder y recibir a esa gente en dificultades". Remedi añade que se negocia con el Mides y la Intendencia de Montevideo para la creación de un "hogar de repatriados", que funcione de contención para aquellos que no tienen familia, ni nadie que los reciba.

A su lado, la directora de OFAS, Elizabeth Lluberas, coincide con el aumento y agrega: "Algo que nos sorprende estos días es que muchos extranjeros de terceros países, están consultando en nuestros consulados en el exterior las condiciones para radicarse en Uruguay".

Ahora mismo y sólo desde España, hay 48 solicitudes de repatrio, según dijo José Perdomo, presidente de la Federación de Casas y Asociaciones de Uruguayos de aquel país. "Se trata de familias, no personas, que se encuentran muchas en la calle o en refugios de Caritas o la Cruz Roja y 48 casos conocemos, tal vez haya varios más".

Perdomo se encuentra ahora en Uruguay y pidió una entrevista al canciller Gonzalo Fernández. "Le venimos a plantear esta problemática, que es muy grave. Quizás el país no esté en condiciones de afrontar los costos del regreso de estos uruguayos, pero hay mecanismos para hacerlo, a través de los organismos internacionales, por ejemplo"

El repatrio se concede sólo cuando existe indigencia o enfermedad y se comprueba que ni el emigrante, ni la familia puede costear el regreso. A la vuelta, el regresado se compromete a devolver el dinero del pasaje, aunque hasta el momento ha sido mínima la restitución, según Lluberas. "Algunos muestran voluntad, pero no tienen los recursos".

Remedi, por su parte, habla de un cambio de política en estos regresos solidarios. "Antes, se concedían sólo en caso de extrema indigencia. Ahora, hemos subido un escalón más y ya cuando están desempleados y en riesgo serio de desembocar en la pobreza extrema, los retornamos".

Tal fue el caso de la familia Ruiz, de Salto. Ellos llegaron el 31 de octubre, justo el día en que tenían el desalojo. "Yo trabajaba, pero mi esposo no y era imposible mantener a la familia", asegura Natalie.

En España, evalúa Perdomo, la situación se vuelve muy difícil. La desocupación trepa al 13%, aunque las cifras entre inmigrantes podrían ser mayores. "Conocemos muchísimos casos de uruguayos en situación complicada, en el paro o con los permisos vencidos porque no están pudiendo trabajar y el gobierno no los renueva" (ver nota aparte).

POR LAS FIESTAS. Los repatriados son los casos extremos de regreso y la demostración de que no siempre le va bien al emigrante. Al contrario: muchos terminan en la miseria, con menos de lo que se fueron. "Es un mito que tenemos que derribar y que ha sido alimentado por los mismos emigrantes. Para el que se va es muy difícil reconocer que está mal", asegura Francisco Burguete, asesor de la flamante Oficina de Retorno y Bienvenida.

Sin llegar a ese extremo, también hay una incontable cantidad de uruguayos que ha vuelto o piensa hacerlo por sus propios medios. Y otros que retornan ahora por las fiestas.

El mismo Perdomo, de las asociaciones uruguayas en España, vino a pasar Navidad y Fin de Año pero también prepara su regreso definitivo en marzo.

Según números de la Dirección Nacional de Migraciones, diciembre es el único mes del año en que ingresan más uruguayos de los que se van. En 2007: 80.200 entraron contra 74.377 que se fueron. El resto del año -salvo julio por las vacaciones- salieron muchos más de los que ingresaron. Este año, la tendencia es similar, dicen fuentes de esa repartición.

Ocurre que el uruguayo emigrante, en la medida de lo posible, es "vueltero". Un estudio de los demógrafos Martín Koolhaas y Adela Pellegrino revela que un 40% de la diáspora reciente regresó al menos una vez al país, de visita. Los que vuelven con mayor frecuencia (66%) residen de Argentina, donde la cercanía ayuda, y los menos (14%) son aquellos que viven en Estados Unidos: la lejanía y las dificultades para volver a ingresar en el caso de los ilegales, complican el viaje.

En cuanto a regresos definitivos, Koolhaas y Pellegrino estiman que unos 120.000 emigrantes uruguayos volvieron en los últimos años a radicarse en el país y representan el 20% del total de la diáspora.

En enero, una ley exoneró de impuestos aduaneros a vehículos y efectos personales de los uruguayos que volvieran con el compromiso de hacerlo en forma definitiva. Hasta ahora y desde julio, cuando se reglamentó la ley, 110 autos han llegado de la diáspora y 235 paquetes por efectos personales: muebles o herramientas de trabajo. Los datos los ofrece el director de Asuntos Consulares, Federico Xiviller. Y añade: "Esto representa, aproximadamente a unas 1.400 personas que han vuelto en los últimos 6 meses, y muchas más solicitudes y consultas".

"VOLVÍ A NACER". Lourdes Rodríguez tiene 35 años y viajó en 2003 con su pareja a Estados Unidos. Al año siguiente, nació Valentina, su hija. "Trabajé en decenas de lugares, en limpieza, una fábrica de cosméticos... hasta 20 horas por día", relata hasta ese punto una historia común a muchos emigrantes.

Pero llegó 2006 y Lourdes empezó a sentirse mal, se agitaba y pasaba el día cansada. Por confiada en su salud, demoró en consultar al médico. Finalmente, su esposo la llevó al hospital "casi de arrastro". La tuberculosis estaba tan avanzada que le diagnosticaron la versión terminal y que moriría en poco tiempo. Lourdes no caminaba, ni hablaba y perdió 25 kilos, siendo una mujer delgada.

Por una amiga, la familia se enteró en Uruguay de la gravedad del cuadro. Y pidieron ayuda en OFAS. "Es duro, pero nosotros fuimos a ver cómo traer las cenizas porque nos decían que se moría", recuerda Rosario, hermana de Lourdes.

Colectas, rifas y préstamos financiaron un viaje de Rosario para "estar en los últimos días". Pero Lourdes empezó a recuperarse. Seis meses después, el hospital decidió que había gastado mucho dinero en una inmigrante ilegal y tuvo que irse. Entonces aparece la posibilidad del repatrio, pero el médico no lo autorizaba porque la presión del avión reventaría sus débiles pulmones.

Lo intentaron en barco, pero el capitán de un crucero se negó a trasladarla por su ilegalidad. Rosario escribió al presidente Tabaré Vázquez y a la semana, Gonzalo Fernández la llamó por teléfono: Lourdes podría volver en el Capitán Miranda, que pasaría por Nueva York. Pero esta vez ella misma prefirió quedarse para reconstruir el lazo con su hija. Debido a la enfermedad, la niña había sido separada de la madre por la familia paterna. "Llegó a no reconocerme, eso fue lo más duro", cuenta con la voz quebrada.

Finalmente, se subió a un avión el 28 de noviembre. "Tenía miedo de morirme, como tuve muchas veces pero viajé con una enfermera uruguaya que me atendió allá e iba más tranquila".

Aníbal, otro de sus hermanos, agradece a amigos y al Ministerio que posibilitaron el regreso. "Con todos los gastos, estamos llenos de cuentas y esta Navidad la pasaremos a Jugolín, pero con mi hermana en casa".

La cancillería con espíritu social

Con tres funcionarios, la Oficina de Asistencia al Compatriota atiende la problemática social de los uruguayos en el exterior.

Tiene dos grandes áreas: medicamentos y social. La primera consiste en facilitar la compra de fármacos en el exterior para pacientes uruguayos. "Son medicamentos que ni se producen ni importan a Uruguay. El paciente viene con la receta de Salud Pública y a través del cónsul se hace la compra", explica Elizabeth Lluberas, directora de OFAS.

El área social atiende los casos de repatrios, apoyo a viajeros, localización de uruguayos perdidos, accidentados, detenidos o fallecidos en el exterior. "Se atiende por lo menos a 15 o 20 personas por día", añade Lluberas.

El repatrio debe solicitarlo el mismo interesado en el consulado más cercano. Entonces, se inicia una investigación para determinar la situación de la persona. El cónsul deriva la solicitud a OFAS, donde se decide el caso. Se da prioridad a familias con niños o enfermos. "En general, en 10 días aproximadamente se termina el trámite".

Las cifras

120 mil Emigrantes uruguayos regre-saron al país en los últimos años, lo que representa una quinta parte de la diáspora.

75 Cantidad de núcleos familiares que repatrió la Cancillería en 2008 por indigencia en el exterior. Esperan más para 2009.

110 Autos de retornantes entraron al país desde julio por la ley que exonera de impuestos aduaneros a aquellos que vuelvan a radicarse.

En España, pierden los permisos

Néstor Ruiz volvió repatriado al Uruguay cuando estaba sin trabajo y el gobierno español no le renovó el permiso de residencia, por lo que pasó a encontrarse indocumentado.

España ofrece la posibilidad a los inmigrantes de radicarse, con contrato de trabajo, pero para ello hay que estar activo seis meses al año por lo menos. Si el tiempo de desempleo es mayor a medio año, se pasa a ser un indocumentado. Como la Madre Patria entró en crisis, con desempleo de 13%, muchos uruguayos cayeron en la misma situación de Ruiz.

José Perdomo, presidente de la Federación de Clubes y Asociaciones de Uruguayos en España, asegura que la mayoría de los uruguayos trabaja en los rubros construcción y servicios: hotelería y gastronomía. Y "son dos sectores que están muy golpeados por la crisis. Además, viene un poco de xenofobia. Ese discurso de que los inmigrantes le sacan el trabajo a los nativos".

"El Servicio Exterior quedó chico"

El Servicio Exterior ha quedado con menos funcionarios de los necesarios, señala el Embajador José Luis Remedi, director del Departamento 20. Actualmente, 280 personas trabajan en Montevideo y el exterior, mientras que en los `70 eran 350. "Crecieron las colonias y los problemas, y el Servicio se achicó", aclara, y se refiere también a las carencias económicas: "Cancillería representa el 1% del presupuesto nacional".

Según Remedi, el Servicio está muy bien calificado en lo diplomático, político y económico, pero existen carencias en la "formación esencialmente humanitaria".

"Lo estamos haciendo a la uruguaya, con el corazón, pero sería bueno contar con formación en ese ámbito. Hemos conversado con la Organización Internacional para las Migraciones, para acuerdos de cooperación y asistencia técnica. También buscamos formar en la sensibilización de temas como la trata, el narcotráfico, la violencia doméstica y el tráfico de órganos".

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