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Una revolución para la animación en Uruguay

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"Anina" es un proyecto que se viene desarrollando desde hace varios años y que adapta la novela infantil "Anina Yatay Salas" de Sergio López. Se estrenará el 19 de abril en cines de Uruguay y este mediodía se hizo una primera función para el equipo y la prensa.

Como es de esperar (y por suerte) se trata de una propuesta de animación muy distinta a las producciones para niños que suelen llegar a los cines. De hecho tiene un enfoque distinto al que tuvo el año pasado "Selkirk" de Walter Tournier. El ritmo y la historia tienen un carácter propio que exigen cierta apertura o sensibilidad de parte del espectador. Es decir, no hay que esperar una de esas animaciones al estilo Madagascar, en las que se paga la entrada para meterse en una montaña rusa con animales "graciosos". "Anina" va por otro lado y esto no quiere decir que vaya por terrenos aburridos.

Sorprende encontrar una anécdota muy sencilla y cotidiana con la que casi cualquiera puede identificarse. Anina, una niña preocupadísima porque su nombre y dos apellidos son capicúa, tiene una riña en el recreo de la escuela. La maestra la reprende y deja su castigo en suspenso durante una semana. La película transcurre en ese lapso, mientras Anina trata de darse cuenta qué castigo recibirá (el recurso con el que generan este suspenso es muy ingenioso).

El director Alfredo Soderguit es un gran ilustrador, especializado en literatura infantil. Para este proyecto supo rodearse de un muy buen equipo entre los que están Sebastián Santana y Alejo Schettini, entre otros. Pero vale destacar que Soderguit y Santana son, sin duda, los dos mejores ilustradores infantiles de Uruguay en las últimas décadas. Su arte en los diseños, los fondos e incluso en el uso del 3D es notable y le da un aire único a Anina.

Por otro lado el guión de Federico Ivanier va entre lo cotidiano y lo simpático, con secuencias que parecen especialmente pensadas para esos artistas. Se destaca por encima de todo la secuencia de la pesadilla, en la que Anina sueña con maestras fantasmas que cantan a coro y la amenazan con viejas técnicas "pedagógicas" como el gorro de burro, los golpes de regla y castigos escolares por el estilo.

Es probable que no despierte movimientos de masas como los de La era del hielo. Pero seguramente atraiga a mucho público, especialmente a padres curiosos y con ganas de que sus hijos descubran un cine distinto. Y es probable que por primera vez, una animación confirme que desde Uruguay el cine va generando una escuela propia basada en la aventura de lo cotidiano.

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