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PUNTA DEL ESTE | RAÚL MERNIES

A sólo dos cuadras de la playa Brava y a una de la parada dos de la Mansa, la calle Joaquín Lencina tiene ofertas gastronómicas hasta un 50% más económicas que las del Puerto, Gorlero o la tradicional "calle gourmet", Pedragosa Sierra.

Mientras en los lugares más tradicionales para salir a comer por la noche en Punta del Este (el puerto, Gorlero y los restaurantes de renombre) se puede llegar a pagar $ 800 por un chivito al plato completo, o $ 95 por un refresco de 300 c.c., a sólo tres cuadras de la tradicional avenida de la península hay un numeroso grupo de lugares que ofrecen platos similares, pero a menor precio.

Chivitos al plato completos por $240 y refresco de medio litro a $ 50 hacen que noche tras noche la calle se colme de vehículos y la gente soporte esperas de hasta 40 minutos para poder sentarse.

Si bien es cierto que las mesas no tienen la misma vista al mar que en el puerto, ni están rodeadas de carteles luminosos y vidrieras, como en Gorlero, los comerciantes de la zona reconocen que "desde que los precios en los lugares caros se dispararon", las sillas de la calle Lencina no tienen descanso.

"Antes trabajábamos más con la gente de por acá, los de Maldonado o los que trabajan en los hoteles y eso. Pero ahora esto está que explota de turistas todas las noches", afirma Luciano, que está encargado de una parrillada en el que se puede comer una porción (ocho costillas) de asado con guarnición de fritas o ensaladas por $ 200.

Ante la demanda, la parrillada, que abrió pensando en trabajar sólo por las noches, comenzó a abrir al mediodía con un menú preestablecido. Ayer el plato fue matambre a la leche con guarnición "que a los argentinos les encanta", comenta a la pasada, por $ 250.

Según Luciano, que tiene un salón con capacidad para 40 sillas y que, por lo menos, se llenan dos veces cada noche, en general los precios de la zona están "un 30% más baratos" que en el puerto.

Leonardo, dueño de otro de los locales de comida esa cuadra, tiene una visión parecida, aunque un tanto más radical.

"Se hacen los vivos y matan a los turistas. Nosotros ofrecemos lo mismo que ellos, pero cobramos lo que realmente salen las cosas", asegura.

"Lo peor es que no se dan cuenta de que con eso nos perjudican a todos, porque la idea de los precios caros se generaliza y después tenés las rotiserías de los supermercados llenas de turistas, que prefieren comprar la comida pronta ahí", agregó.

En su local, un plato de pesca del día con guarnición sale $ 260, una entrada de aros de calamar a la romana $ 190 y un refresco pequeño (300 c.c) $ 40.

Actualmente el 95% de los clientes de su local son turistas, asegura, y llegan a su puerta porque los precios "son un 40% más baratos".

Su local funciona todo el año, pero maneja dos cartas: una de alta temporada (del 15 de diciembre hasta semana de turismo) y otra para el resto del año. En la primera los precios tienen un ajuste al alza del entorno del 10%.

Un plato de costillas de cerdo con guarnición a $ 190, o de brótola, también con su correspondiente acompañamiento, a $ 270, inclusive chivito al pan con papas fritas a $ 180, son sólo algunas de las ofertas que se pueden ver desde lejos, expuestas en pizarras y carteles.

Uno de los bares instalados en esa cuadra, pionero en la zona y con un público más lugareño que el resto, maneja precios similares a los de sus vecinos y es víctima del mismo fenómeno.

"A la noche esto se llena de autos caros, de marcas que no conocemos. Casi no se puede transitar por la calle de la cantidad de gente que viene, por suerte", afirma entre risas uno de los mozos, que prefirió que su identidad no fuera revelada.

Un tradicional boliche de comidas montevideano también está instalado allí. Sus precios son un 20% más caros que en la capital, sin embargo siguen siendo inferiores a los de las zonas más populares. La porción de pizza vale $ 55 y un refresco de medio litro $ 65.

El cambio de horario también genera molestias. "Antes a las nueve de la noche tenías el primer turno, y a eso de las diez y media el segundo. Ahora como a las nueve todavía hay luz, la gente sale a comer toda junta a eso de las 10.30. Ya no podemos llenar el salón dos veces como antes", reflexiona. En su local hay lugar para 80 comensales.

Lugar. La zona de boliches de comida económica está en la calle Joaquín Lencina, entre Bulevar Artigas y Av. Francia. Allí están emplazados unos 10 restaurantes que ofrecen comidas variadas.

Pizzas. Si de pizza se trata, las opciones pueden ser por porciones (desde $ 55) o pizzetas para dos personas que cuestan $ 150 con muzzarella, o $ 200 con gustos.

Chivitos. Los chivitos, uno de los platos más pedidos tanto por los argentinos como por los brasileños que llegan a Punta del Este, tienen precios variados. Se puede encontrar en su versión al pan con papas fritas por $ 180, o completo al plato, cuyo precio oscila entre $ 250 y $ 300.

Pescados. Uno de los tradicionales platos de pesca del día (brótola, merluza, pez espada, etc.) se consigue por $ 260 o $ 280.

Mariscos. La típica picada de mar, o las entradas de mariscos también tienen versión económica, desde $ 190.