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La vida a través de los filtros en las redes: ¿Cuál es su utilidad?

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filtros fotos selfie

Tecnología

Solo en Instagram y Facebook se estima que al menos 600 millones de personas utilizaron por lo menos una vez un filtro, esta herramienta que es cada vez más popular. ¿Qué hay detrás?

A principios de 2020, Federica vio que varias de las cuentas de particulares que seguía en Instagram habían incorporado sus propios filtros. Después de mirar algunos tutoriales de YouTube, instalar un par de aplicaciones y algún ensayo y error creó los suyos de belleza, color y hasta marcos fotográficos. Federica no tenía conocimientos previos de programación, pero siguió los pasos de algunos videos y lo logró.

Los filtros, así como su creación, son moneda corriente en las redes sociales desde hace alrededor de seis años.

La primera red social en incorporarlos fue Snapchat. En esa plataforma los “lens” llegaron tras la adquisición de Looksery y al principio variaban con los días: orejitas de perro, perfeccionamiento de belleza o el “vómito de arcoíris”, entre otros, marcaron una época.

Cuando Instagram creó sus historias para hacer mella a la red social del fantasmita, también incorporó los filtros, que en principio eran proporcionados por la propia plataforma y que luego fueron liberados para una creación más libre.

En 2021, el uso de los filtros forma parte de la vida cotidiana para quienes usan las redes.

Según la revista MIT Technology Review, Facebook e Instagram afirman que más de 600 millones de personas han usado al menos uno de los efectos de realidad aumentada asociados con las plataformas de la compañía y que los “filtros de belleza” son una categoría muy popular.

La misma publicación señala que desde Snapchat declararon que “200 millones de usuarios activos diarios juegan o ven Lenses todos los días para transformar su apariencia, mejorar lo que los rodea, jugar y aprender sobre el mundo”.

Las normas respecto a los filtros varió a través de los años, sobre todo vinculados a las transformaciones de la realidad y el cuerpo que plantean como resultado. Facebook cambió sus normas en varias oportunidades e incorporó las etiquetas que anuncian cuando una imagen usó una de estas herramientas.

Sin embargo, los efectos que la visión distorsionada de la realidad puede tener sobre los usuarios no está clara.

filtros fotos selfie
Foto: Shutterstock

Uso comercial.

Uno de los primero filtros de usuarios lanzados por Instagram fue el de Kylie Jenner, que permitía probar los diferentes tonos de labial de Kylie Cosmetics, la marca de la celebrity californiana. Pero ese uso entre lúdico y comercial no fue aislado.

En ese sentido, la uruguaya Agustina Sartori, directora de realidad aumentada e innovación digital en la marca estadounidense Ulta Beauty, fue una pionera en el área de los filtros. En 2012 cocreó GlamST, una empresa surgida en Uruguay y que vendía la tecnología de probadores virtuales de maquillaje a distintas marcas. Más tarde, la compañía Ulta Beauty adquirió la startup uruguaya y Sartori se incorporó al equipo en Estados Unidos.

“Creo que esta tecnología surge por la utilidad y la diversión. De alguna forma es una forma de tener acceso desde tu celular, no solo a divertirte y aplicarle algo divertido a tu cara o algo interactivo, sino también a la necesidad de explorar, probar y comprar un producto”, sostuvo.

De hecho, explicó Sartori, en el último año en el que las tiendas de maquillaje eliminaron los probadores, marcas como Ulta Beauty en Estados Unidos se valieron de esta tecnología. “Para las marcas es una oportunidad increíble para conectar con los consumidores y mantener el consumidor cercano de una forma muy personalizada”, remarcó.

Y añadió: “En el último año vivimos un crecimiento agigantado de lo que es la adopción de esta tecnología. Estamos hablando de que incrementó 12 veces el engagement y uso de usuarios en nuestra plataforma”.

El detrás.

El uruguayo Juan Cardelino, arquitecto senior de realidad aumentada de la compañía estadounidense Ulta Beauty, explicó a El País que los filtros se utilizan para manipular imágenes en distintas plataformas: desde la fotografía hasta en el cine.

“Un filtro digital es lo mismo que un filtro en la realidad; un filtro en la realidad es un tipo de objeto que separa cosas, como si fuera un tamiz que separa por volumen o por peso, o con determinado criterio”, señaló.

Cuando esos filtros se llevan al plano de la realidad aumentada se “toma prestado” el conocimiento y se lo usa con otros fines. “ Por ejemplo tenemos intención de remover impurezas de la cara como cicatrices o acné. Como se ven como si fueran el granulado que se genera en una foto nocturna, usamos las mismas herramientas para modificarlas”, detalló.

Y agregó: “Esa es la parte más visual, después está lo computacional qué tiene que ver con programar eso en una computadora y hacerlo de forma eficiente para que funcione en celular que es un dispositivo bastante limitado y que lo haga en tiempo real”.

Cardellino señaló que “crear un filtro implica indicar qué quiero hacer, ocultar o modificar. Luego nosotros lo acercamos al mundo gráfico de los diseñadores e imitamos las técnicas en un programa de computadora . Hay un poquito de matemática y otro de programación”.

La masificación de los filtros se explica, según el experto, en que la velocidad en la que los celulares procesan las imágenes mejoró de manera exponencial en los últimos años. “Cuando nosotros empezamos con estos desarrollos creábamos una especie de tótems donde funcionaba una computadora; sin embargo, gracias a que los celulares incorporaron tarjetas de video, muy vinculadas a los juegos móviles, nos beneficiamos de eso y ahora este tipo de tecnología es más accesible”, destacó.

Algunos filtros de Instagram
Algunos filtros de Instagram

El cuerpo mediado por las tecnologías

 Mariangela Giaimo, doctora en Ciencias Sociales y profesora de alta dedicación del Departamento de Humanidades y Comunicación de la Universidad Católica del Uruguay, explicó a El País que el debate sobre si los filtros son “buenos o malos” remite a la mediatización de los cuerpos y a la idea que la investigadora Teresa de Lauretis plantea sobre una “identidad simbólica y otra material”.

“Los filtros evidencian que existe una mediatización a través de la que existen nuestros cuerpos simbólicos y materiales, como lo online y lo offline”, señaló.

Para la académica, no solo debe pensarse a los filtros como una forma de perpetrar construcciones de ideal de belleza, sino pensarlos en su “poder de agencia” (o intervención) que tienen quienes los usan para modificar voluntariamente sus cuerpos.
Giaimo destacó que en ese sentido la academia en general tiene dos miradas: por un lado la que plantea la tiranía del sistema que oprime y domina los cuerpos a través de la tecnología para continuar con los ideales de belleza hegemónicos; pero, por otro lado, en una visión más posfeminista, señala que usar los filtros para construirte puede ser leído como una forma de resistencia.

Para Giaimo decir que los filtros son “malos” sería caer en un error: “Creo que la tecnología no es la que exacerba las nociones de belleza virtual, sino el uso que tenga cada uno. Por ejemplo, hay quienes tienen acceso a ellos y no los utilizan; también hay usos más de tipo artísticos que nada tienen que ver con los problemas estéticos”, remarcó.

Para la académica, los filtros se convierten en un lente más a la construcciones mediatizadas de los individuos: “Los usos de los filtros en las redes sociales mediatizan cuerpos que ya están mediatizados desde hace mucho tiempo con los medios tradicionales”, concluyó.

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