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Uruguayos buscan mejorar la vida en el espacio

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Estudiantes participaron del desafío robótico First Lego League. Foto: Francisco Flores

Tecnología

Más de 1.500 estudiantes participan hasta hoy de la Olimpíada de Robótica del Plan Ceibal.

Proponer soluciones innovadoras a los problemas que pueden tener los astronautas en el espacio. Esa es una de las consignas de la quinta edición de la Olimpíada de robótica, programación y videojuego del Plan Ceibal, en la que —desde ayer y hasta hoy— están participando más de 1.500 estudiantes de 6 a 18 años de distintas instituciones educativas de todo el país.

Durante estos dos días, los más de 350 grupos están desde las 9:00 hasta las 17:00 horas programando junto a sus compañeros, mostrando sus stands y contándole a todo aquel que se acerque de qué trata la solución que encontraron.

Hay, a su vez, varias competiciones de aplicaciones, de videojuegos, de programación. Y se está desarrollando también la First Lego League. Se trata de un concurso mundial de robótica —que en Uruguay se celebra durante esta instancia— en la que 44 equipos deben completar la mayor cantidad de desafíos en un plazo de dos minutos y medio con su robot, que está íntegramente diseñado con piezas y software Lego.

"El robot de Lego debe cumplir ciertas misiones, como si estuviera en el espacio: llevar comida o agua a algún lugar, hacer despegar a una nave, pasar por una serie de obstáculos, cambiar de lugar o empujar determinados objetos y sacar a un astronauta de un sitio y colocarlo en lo que sería la estación espacial. La competición se hace en una gran maqueta donde están los distintos desafíos que deben completar. Se busca medir la fuerza y la precisión del robot", explicaron desde la organización del evento.

Los ganadores —que serán anunciados hoy— representarán a Uruguay en competencias internacionales de Lego League.

Los más pequeños trabajaron con placas programables. Foto: Francisco Flores
Los más pequeños trabajaron con placas programables. Foto: Francisco Flores

Problemas y soluciones.

Dos adolescentes del liceo rural de Las Tocas de Caraguatá (Tacuarembó) decidieron apuntar a la higiene personal de los astronautas.

Descubrieron que en el espacio se debe ingerir la pasta dental porque no tienen donde desechar los residuos. A largo plazo, según investigaron, eso les puede causar indigestión o problemas gastrointestinales, debido a un componente presente en todas las pastas dentales: el flúor. Ante ello, decidieron crear una pasta con ingredientes naturales, libre de flúor y que además tiene propiedades antibacterianas y astringentes. "Está hecha de arcilla blanca, sal marina, esencia de menta, infusión de salvia y aceite de almendras. No solo es barata —cuesta $ 66 los 90 gramos— sino que también es fácil de hacer", dijo una de las creadoras de la pasta.

Los estudiantes del liceo 6 de Rivera decidieron, en tanto, apuntar al traje de los astronautas para mejorar la salud: idearon una serie de sensores que se añaden a un traje convencional y que conectados a un sistema informático monitorean a la persona: miden el pulso cardíaco, los niveles de azúcar, el estrés, la temperatura, así como la masa muscular y el deterioro del tejido óseo.

Alumnos de Mercedes (Soriano) crearon un calzado con pasto sintético que estimula los puntos de relajación de la planta del pie con el fin de mejorar el estado de ánimo y disminuir el estrés y la tensión. "Para utilizar el calzado se debería crear una caminadora para que el astronauta camine sostenido por un arnés que aplique presión hacia abajo", dijeron.

Purificar el agua de la laguna del sauce

Entre las muestras que podrá verse hoy en el LATU están las llamadas "placas programables" que permiten desarrollar varias acciones automáticamente. Thiago, Mateo y Joaquin, los tres de 11 años, llegaron de San Carlos a Montevideo para mostrar un circuito que permite medir la turbiedad del agua y purificarla. A escala, idearon lo que sería la Laguna del Sauce. A través de un tubo sacaron parte del agua a un recipiente al que iluminaron con luz ultravioleta; cuanto más luz pasara, más limpia estaba el agua. La placa previamente programada, captaba la intensidad de esa luz y mostraba en números el nivel de turbiedad: si la cifra que aparecía en la placa era mayor a 600, el agua estaba muy contaminada y pasaba a un filtro. En cambio si era menor a 600 no tenía que purificarse. El filtro estaba elaborado de algodón, arena gruesa, arena fina, grava y carbón activo —que elimina toxinas pero no los coliformes—. Una vez que termina de filtrarse pasa a través de otro tubo a un nuevo recipiente donde el agua ya se ve mucho más clara. Se vuelve a medir la turbiedad mediante la luz y la placa programable. Se le coloca además en este caso dos gotas de cloro o luz ultravioleta que matan los coliformes del agua que quedaron. Una vez que la turbiedad da menos de 600, pasa a una piscina de uso doméstico. Programar la placa y hacer la maqueta les llevó cerca de dos semanas.

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