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Una militancia feminista que reclama a marcha camión

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El 8 de marzo fue la primera vez que todas las mujeres murguistas marcharon juntas. Foto: Jazmín Hamawi

LAS MUJERES SE HACEN SU LUGAR EN EL CARNAVAL

Hoy y mañana se desarrolla encuentro internacional de mujeres murguistas.

En Paraná no existe una murga de mujeres, pero la mitad del staff de la Cacho Bochinche son “pibas” de distintas edades que alzan su voz contra el patriarcado. Se hacen sentir, notar y escuchar en este ambiente murguero que las invisibiliza desde siempre.

Las cuestiones artísticas se dirimen en asambleas y este año decidieron “entre todes” que el salpicón se cantara en lenguaje inclusivo, cuenta Manuela Moreira, de la Cacho Bochinche. La batería tiene a dos mujeres y “está empoderada”. Pero el hecho es poco frecuente: Laura Ganz es la única mujer que desempeña ese rol en Uruguay dentro de La Mojigata.

Todos los hombres de la Cacho Bochinche salen de escena cuando llega el turno del cuplé “Femininja”. El director está a punto de tirar el tono, pero lo frenan, ‘sos varón, andate’. Y arrancan a cantar contra el acoso, la violencia de género y los femicidios usando la melodía de Fuiste, el clásico de Gilda.

También hablan de la trata, los pañuelazos, y el aborto legal. “Que sean eternos los derechos que supimos conseguir”, se cierra este cuplé escrito 100% por mujeres.

La primera vez que estas ocho féminas cantaron en un escenario sin sus compañeros varones fue hace un mes en Santa Fe. La causa ameritaba su presentación en solitario: el festival se hizo a fin de que “las pibas” recaudaran fondos para decir presente en el primer Encuentro Internacional de Mujeres y Mujeres Murguistas en Uruguay.

Este evento inédito se desarrolla hoy y mañana en Montevideo. Incluye talleres, debates y espectáculos gratis en el Teatro de Verano. Hoy y mañana desde las 19:00 cantarán cinco murgas argentinas, dos chilenas y las cuatro anfitrionas (Cero Bola, Sophie Jones, Pelala que va al Pan y Nuez Changa).

El colectivo uruguayo Encuentro de Mujeres y Mujeres Murguistas recibe a 350 colegas del exterior en estas jornadas de convivencia, intercambio murguero, aprendizaje y militancia feminista.

Habrá 18 talleres con diversos enfoques en los rubros canto, arreglos, puesta en escena, texto, interpretación, batería, maquillaje, vestuario, y teatro de lo oprimido.

Todas las clases serán dictadas por mujeres y se transmitirá el espíritu de poner voz a lo femenino, en vez de “reproducir el discurso masculino a través del arte”, según Sofía Mieres, una de las 30 organizadoras del evento, e integrante de la murga de mujeres Cero Bola.

Valientes pioneras

Malena Yunes está aburrida de oír ciertos comentarios: “En las murgas de mujeres solo se habla de menstruación”. Tuvo que aguantar que le preguntaran cómo hacían en La Mascarada para trabajar en equipo “si son todas histéricas”.

La respuesta podría haber sido que estas 13 mujeres mendocinas se organizan de forma colectiva y en comisiones, pero los hechos y la trayectoria son mejor prueba: la agrupación lleva dos décadas en el circuito generando espacios y defendiendo derechos con su canto.

“Los reclamos de hoy se veían hace 20 años: el estereotipo, cómo debíamos ser o se esperaba que actuáramos; el bombardeo de la mujer objeto, la presión de ser linda”, enumera Mariana Gómez, única miembro fundadora que perdura en La Mascarada.

Mariana fue una de las tantas víctimas de este “género netamente machista”. Recibió críticas sin sentido ni argumento de parte de su familia y la sociedad entera: “las chicas y esas cositas que pretenden hacer. No se entiende qué quieren decir”, la increpaban. Pero el amor al género y el compromiso a una causa noble pudieron más.

“La murga tiene esa cosa valiente y estoy segura de que se milita desde ese lugar. Hay una responsabilidad social de lo que se dice y lo que no”.
Dos décadas atrás costaba aún más comprender y aceptar que 15 mujeres se plantaran en el escenario a gritar sin pelos en la lengua que el temor ya no las podía condicionar ni detener. “No era tan difícil de entender: chau miedo al miedo. Hemos sufrido por ser mujeres despreocupadas en lo que vaya a pensar el otro”, asegura Mariana.

La Mascarada ensayó tres años antes de debutar. Al principio se juntaban cinco mujeres en la Escuela Popular de Teatro de Mendoza o en algún parque. La cita de lunes y jueves era sagrada. Recuerdan estos días como “mágicos”.

La primera presentación oficial fue el 28 de diciembre del 2000 en el micro cine de la municipalidad. El estreno sucedió entre seres queridos que celebraban “esta juntada de mujeres. Las críticas vinieron después, cuando dijimos, ‘mirá lo que podemos hacer’”.

Mariana siente que se evolucionó, aunque la mujer todavía tiene mucho terreno por conquistar. “Algo estaba latente y sucedió una explosión literal hace un par de años. Pero esto no termina, queda la réplica, y continúa en Carnaval y fechas especiales (8 de marzo, por ejemplo). Hay que seguir diciendo, haciendo y visibilizándonos”.

Movida murguera que traspasó fronteras

Las murgas de mujeres Pelala que va al pan, Sophie Jones, La Debutante y Cero Bola empezaron a juntarse en diciembre de 2017 para “repensarnos, ver el lugar que ocupan las mujeres en Carnaval, y conocernos entre nosotras”, cuenta Sofía Mieres, de Cero Bola. Así surgió el primer Encuentro de Murga de Mujeres y Mujeres Murguistas: se hizo en febrero de 2018, fue local, y su nombre bautizó a este colectivo que continuó trabajando en talleres anuales.

“Tenemos la necesidad de formarnos para seguir existiendo ya que hemos sido invisibilizadas por mucho tiempo”, manifestó.

Este año redoblaron la apuesta y se animaron a armar un evento internacional: esperaban que se anotaran 100 mujeres, pero recibieron 350 murguistas de Chile y Argentina.

Pañuelazo: una pegada femenina a todo nivel

El pañuelazo ganó terreno como modo de manifestación: el verde por el aborto legal en Argentina, y el amarillo a favor de la ley trans en Uruguay. El colectivo Encuentro de Mujeres y Mujeres Murguistas adoptó esta moda para interpelar la poca presencia femenina en el concurso oficial: solo 13 de 350 murguistas son mujeres. Hicieron a mano 250 pañuelos rojos con la inscripción “sin nosotras no hay carnaval” para llevar en el Desfile Inaugural y se agotaron ese mismo día. Sacaron mil más y están sin stock: la venta sirvió para financiar parte de la estadía de las murguistas extranjeras. “La situación en Argentina está jodida y sino les dábamos alojamiento su participación en el evento iba a ser inviable”.

8M Y MÁS

Las mujeres que se visibilizan y oponen

Mientras la pluma de las “pibas” de murga Cacho Bochinche se vio atravesada por el debate sobre la ley de aborto, las mendocinas de La Mascarada aún no pudieron abordar este asunto. “Hay un par de compañeras para las que implicaría abrir una grieta. Está el tema ahí pero habría que charlar un poco más para ver cómo podemos encararlo”, comenta Mariana Gómez.

Las mujeres murguistas uruguayas recordarán por siempre este 8 de marzo: “fue la primera vez que marchamos todas juntas, y se sumaron personas que no participan de forma activa en el colectivo. Fue súper emotivo. Tomó tremenda fuerza por el canto, y al ir disfrazadas y maquilladas tuvo gran visibilidad”, dice Sofía Mieres. Ella es parte de Cero Bola, murga que decidió no volver a participar del concurso oficial del Carnaval tras escuchar la devolución que hizo el jurado de por qué no pasaban la Prueba de Admisión: supieron que corrían con gran desventaja respecto al coro de murga. “Hacen reír, cantan re prolijo pero es como que a la paleta del pintor le faltara un color”, les dijeron. Las 17 murguistas se dieron vuelta y no volvieron a concursar. Desde entonces, hacen giras por el interior y militan.

Cartel en la marcha del 8M. Foto: El País
Cartel en la marcha del 8M. Foto: El País

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