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Paul Taylor hizo lucir a su grupo de artistas

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Sobre música de Piazzolla, Taylor desplegó algunos de los mejores momentos del show.
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La danza norteamericana ha sido clave en el desarrollo de la danza moderna, y durante mucho tiempo lideró en el terreno. La visita de la Paul Taylor Dance Company a Uruguay, para dar dos funciones la semana pasada en el Auditorio Nacional Adela Reta (desgraciadamente sin tanto público como se hubiera deseado), volvió a mostrar la excelencia de un equipo de bailarines y de un coreógrafo que los lideró con creatividad y rigor, sin perder la frescura.

Las tres coreografías que se vieron corresponden a distintos períodos en la carrera de Taylor, y eso permitió tomar contacto con varios momentos de su trayectoria. A su vez, seguramente fueron seleccionadas para este espectáculo por presentar distintos lenguajes escénicos, asunto que le dio dinámica y variedad al resultado.

Abrió con Mercuric Tidings, que sobre fragmentos de partituras de Schubert exhibió una coreografía ágil, que alternó muy bien los pasajes rápidos con los lentos, ofreciendo un juego de figuras de gran eficacia técnica y mucha creatividad. Pero seguramente, a juzgar por los aplausos de la platea, llegó más al público la segunda parte, Piazzolla Caldera, en parte por el reencuentro que supone ver en escena una coreografía inspirada en el talento del gran músico argentino. Taylor se valió de ese revolucionario del tango para desplegar una coreografía que estiliza el baile tanguero, un recurso que muchos coreógrafos han transitado, dado lo seductor del desafío.

Es que el tango en sí ofrece tantas variantes y tal riqueza coreográfica, que volcarlo, y recomponerlo, desde una danza experimental, para un escenario de gran despliegue, y con bailarines de este calibre, es una tentación sin duda irresistible. Taylor trabajó lógicamente con el baile rioplatense y el juego de seducción que conlleva. Planteó la seducción, el desplante y el enfrentamiento. Jugó a rehacer el baile entre hombres, y entre mujeres. Todo esto apoyado por un despliegue escenográfico también seductor, que a nivel visual fue lo mejor de la noche. Tanto el vestuario como la escenografía, ambos en manos de Santo Loquasto, vistieron magníficamente ese tramo del espectáculo, concretando un clima de ensoñación. Una serie de lámparas, que en un momento se mueven acompañando a los intérpretes, fue uno de los aciertos a la hora de resolver esta coreografía, que el público aplaudió con vehemencia.

El tercer tramo volvió a sorprender proponiendo un cambio de clima, desde la fatalidad del tango a la frescura de Bach. El coreógrafo ofreció en Esplanade una danza llena de vitalidad, cuya frescura no eclipsó los aspectos técnicos. Y el público volvió a aplaudir cerradamente, despidiendo con gratitud a esta compañía extranjera.

La danza norteamericana ha dado muchas alegrías al público uruguayo, desde el American Ballet, liderado por George Balanchine en 1941, hasta José Limón, que llegó con su compañía y su creatividad en los años 50 y 60. Taylor presentó coreografías que ya tienen su tiempo, y que hablan de los años 70, 80 y 90. Y las mismas ofrecieron un programa encantador, que quedará en el recuerdo de muchos seguidores del género.

SABER MÁS

Paul Taylor Dance Company (****)

Coreografías: Paul Taylor. Primera parte: "Mercuric Tidings", sobre fragmentos de la Sinfonía N° 1 y N° 2, de Franz Schubert. Segunda parte: "Piazzolla Caldera", sobre Ástor Piazzolla y Jerzy Peterburshsky. Tercera parte: "Esplanade", sobre música de Johann Sebastian Bach. Sala: Auditorio Nacional Adela Reta. Funciones: viernes 31 y sábado 1° de agosto pasados.

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