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Un artista mexicano que llama la atención en Estados Unidos

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Un pintor en busca de sus ancestrales raíces culturales.

El pintor mexicano Calixto Shibaja, con una obra que supera las cinco mil pinturas, se ha convertido en uno de los artistas mexicanos más queridos de Los Ángeles, asentado en un estilo precolombino de raíces indígenas.

Nacido hace más de cuarenta años en un pequeño pueblo de la costa mexicana llamado San Pedro Tapanatepec, este retratista supo ya a los 9 años que el arte sería una parte integral de su relación con la naturaleza y un vehículo para preservar las tradiciones de los nativos mexicanos.

"De pequeño me di cuenta de que era un artista. Hacía dibujos con el carbón, pintaba hojas y troncos de árboles con pigmentos naturales y hacía esculturas de adobe que ponía a secar al sol", relata Shaibaja, creador autodidacta.

Educado en el seno de una familia humilde, su padre, agricultor, y su madre, artista amateur, le enseñaron a vivir con sencillez.

Antes de cumplir veinte años, Shibaja se mudó a Jalisco donde obtuvo una Licenciatura en Optometría en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Gracias a esta formación, aprendió a trabajar con contrastes de luz, conocimientos que no tardaría en aplicar sobre el lienzo.

Tras un primer viaje a Los Angeles en 1985, Shibaja decidió regresar. "No pude encontrar una identificación con la esencia de la ciudad, con el capitalismo". "Me di cuenta de que todavía tenía que regresar al pueblo del que salí, aún añoraba esas cosas".

Quince años pasaron antes de que regresara a Los Angeles. Era el año 2000 cuando se lanzó a la búsqueda de sus raíces indígenas en territorio estadounidense, hallándolas en los campesinos que labraban los campos de cultivo californianos.

Y con ellos como fuente de inspiración, Shibaja firmó obras como La Frontera (2002), que representa la añoranza de aquello que uno deja atrás, o Construyendo un futuro (2006).

Hace cinco años regresó a la tierra de su padre, Chiapas, para difundir sus conocimientos prehispánicos entre la comunidad indígena.

Se adentró en la selva Lacandona y convivió con los nativos, enseñando a los niños a utilizar pinturas del entorno como herramienta para expresarse. Fue ahí donde Shibaja encontró la inspiración para realizar una de sus obras más características: Tomando Pozol.

Esa pieza retrata a nativos de pies y cabezas grandes que, según explica el artista, "buscan la espiritualidad y llenar espacios emocionales que están vacíos en el ser humano".

La mayoría de las creaciones del mexicano integran pigmentos naturales con el mármol y el vidrio, resaltando las figuras de las pinturas a través de relieves en tres dimensiones. Pese al color intenso que caracteriza su estilo prehispánico, el artista se atreve también con conceptos más modernos.

En 2012 firmaba así una obra titulada Gasol, el guerrero, una pintura acrílica que rinde homenaje a la trayectoria deportiva del jugador español Pau Gasol. La pieza, con textura de mármol y vidrio, incorpora también elementos históricos de El Quijote.

Desde hace más de un año, Shibaja vive y trabaja en un estudio situado en Gardena, una ciudad del condado de Los Angeles. No lleva una vida ostentosa. Tampoco la desea, ni la busca. "Creo que soy el pintor del momento, el artista del momento; el que vive la vida intensamente en ese momento y que trata de plasmarla en ese momento", dice sobre sí mismo.

En este ambiente íntimo y sencillo, el mismo artista construye con madera y tela los lienzos que utiliza para retratar sus pinturas. "Este año crearé quinientos lienzos y haré dos pinturas al día", vaticina Shibaja, que planea una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Long Beach para 2016.

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