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Fiesta sónica

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Picón deberá encender los motores con su selección musical.

Fernando Picon, Valentina Nirenberg y Maru De Armas amenizarán previa, VIP y post show de Babasónicos el 17 de julio en el primer ciclo de Sesiones Estéreo.

Fernando Picon creció rodeado de vinilos. En su casa no había televisor y se divertía al manipular el tocadiscos. Educó su oído en los recreos del liceo. Valentina Nirenberg es melómana desde la niñez. Hizo un curso de sonido, pasó música en Lucas Terry con 17 años, trabajó en Ronda de Mujeres, le agarró el gusto, se compró equipos y despegó.Maru De Armas musicalizó su primer evento hace un año y medio; es autodidacta y bajo perfil pero con su Mac delante se transforma. Pasaba música de onda, hasta que un día dijo, ‘puedo cobrar’.

Picon rebobina y llueven los recuerdos: en el ‘85 arrancó la revolución de la música house y las grandes fiestas pero no existía internet. "Si te gustaba mucho la música, te enterabas igual. Empecé a ir a las disquerías apuntadas a DJs donde vendían vinilos, no casetes, hago el clic y pienso, ‘no había ni CDs’. Ese fue el vínculo más grande que me fue asociando a la electrónica", rememora. No se formó en ninguna academia porque en aquel entonces no había chance de acceder a cursos, "estábamos bien en pañales".

Para Valentina los DJs que perduran son aquellos que investigan y se meten. 
Para Valentina los DJs que perduran son aquellos que investigan y se meten. 

Hace 25 años que ejerce la profesión de DJ. Primero hizo cumpleaños, casamientos hasta que configuró un estilo, creó un nombre en el ambiente e incluso llegó a musicalizar junto Cerati, hizo la previa de un show de Shakira y tocó tres veces con David Guetta. Pero a pesar de la experiencia, los nervios previo a un show son tan intensos como el primer día y permiten que se mantenga viva la adrenalina. "Siempre es un desafío, no sabés el público con el que te vas a encontrar, el estado de ánimo, el entorno. No podés decir, hoy voy y la rompo".

Valentina Nirenberg se dice afortunada porque nunca le tocó animar cumpleaños ni casamientos. Le consta que el DJ está en constante lucha entre sus preferencias personales y lo que le gusta al público. En ese tire y afloje debe adaptarse para encajar: "dentro de todo el espectro que escucho, más o menos le encontramos la vuelta para que sea del agrado de las dos partes". No disfruta cuando le piden canciones, "esa cosa de cumpleaños de 15, pasame tal. La otra noche en un bar (no importa cuál) me decían, poné algo más movidito que queremos correr las mesas. Pero yo tengo esta cabeza, vos me contrataste por mi propuesta, cada uno viene con su impronta".

A Maru De Armas le da vergüenza decir que es DJ, prefiere definir su función como musicalizadora. "Un DJ puede ser alguien con un grabador y un casete. Si hace mover a otro ya está, es DJ, pero hoy en día son todos DJs, está de moda". La búsqueda constante, la actualización, el testeo, el ensayo y el error han sido para ella su única escuela. La primera vez que pasó música fue en evento en Carrasco. Su única arma era una computadora y el monitor no paraba de moverse: estaba en plena Rambla, soplaba el viento, se le volaban los pelos, tenía el sol de frente y no veía nada, "después de eso decís, ta, puedo con todo, te vas haciendo más fuerte".

Maru escucha algunas bandas latinas pero se niega a pasar música en español, "no tengo definido por qué. Me gusta Babasónicos, Soda Stereo pero no es algo que me guste pasar, no me lo puse a analizar porque ni siquiera lo considero".

Maru de Armas confiesa que jamás pasaría pachanga porque no es su estilo. 
Maru de Armas confiesa que jamás pasaría pachanga porque no es su estilo. 

Anti playlist.

Picon lleva cuarto siglo en este rubro y las anécdotas lo delatan. Confiesa que en los comienzos la única forma de pasar música era, "aunque parezca una bestialidad, con dos doble caseteros y un amplificador en el medio, solo subías el volumen porque ni mixer tenía". Algo guarda de esa impronta: se maneja con CDs y aunque no reniega de la tecnología, prefiere no cambiarse al palo de la computadora "porque en muchos casos te da una tendencia a ser más haragán". Percibe que en su ambiente muchos llevan una playlist armada y él no es afín a ella. "Llevo mucho más música de la que podría abarcar, tengo muchos estilos y me voy manejando según la devolución que tengo en la pista: pruebo, si veo que para un lado no funciona, tengo la cintura de moverme hacia otro dentro de ciertos parámetros que configuran mi estilo".

Sus otras dos colegas tampoco son amigas de armar playlist. Maru se detiene a analizar el día anterior cómo es el perfil del lugar, el público y se maneja dentro de esos límites, "me armo una playlist mental". Valentina lleva muchos gigas y se deja sorprender por el público que está en la pista. No se condiciona: "tengo mucha música funk, a veces tiro una y cero onda, otras veces tiro una y explota todo, entonces digo, es por acá. Se adapta a lo que pide cada fiesta en particular sin perder su sello. "No soy David Guetta, no puedo pasar lo que sea y que todos gocen, parte de nuestro laburo es leer lo que está pasando y darle nuestra impronta".

Estilos.

Hace 25 años armar la disquera propia era un sacrificio por la complejidad para conseguir los álbumes y el alto precio, pero constituía el diferencial: "tenías una disquera exclusiva, o sea que si no te contrataban a vos no iban a poder escuchar música distinta". La realidad era otra: "la gente iba a escuchar música diferente al boliche, hoy es al revés, van a escuchar lo que suena en la radio, es algo frustrante para el DJ", confiesa Picon.

El sello de Valentina es "hacer bailar". Un coctail o una muestra de arte puede terminar en "fiestonga" si ella está detrás, "de repente tiro una movida y se arma".

Maru plantea un paseo por distintos géneros (funk, disco, house), "intento que tengan de todo". Disfruta de lo retro pero evita lo comercial, se mueve hacia lo exclusivo. No pasa música en español e intenta que suene "una que les guste a todos pero que no sea un pop comercial".

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