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Batalla en el litoral: la disputa más incierta

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Foto: Fernando Ponzetto

ELECCIONES

A poco más de un mes de las elecciones, los candidatos del litoral despliegan su artillería. El Frente lucha por retener sus comunas; los blancos confían en el impulso de ser gobierno nacional.

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La siesta es sagrada en el litoral, pero no para los políticos ni para los militantes. Los candidatos van puerta por puerta a pedir el voto, así sea un martes a las tres de la tarde y aunque reconozcan de forma unánime que las preocupaciones de la gente están lejos de quién será el próximo intendente.

“Si no hay unión entre blancos y colorados, estos se quedan”, dice un salteño, militante del Partido Nacional. Un vecino colorado está seguro de que su partido va a volver al gobierno. No le cree a las encuestas de Montevideo. “Vienen, sacan una foto y se quedan con eso, cuando acá tienen que sacar 15 fotos para lograr una interesante”, dice. Un sanducero le abre las puertas de su casa a un candidato, lo escucha durante media hora, espera que despliegue el discurso armado. Cuando termina, le pregunta si le puede dar trabajo.

El Partido Nacional, por primera vez en décadas, se perfila segundo en las encuestas en Salto, detrás del Frente Amplio. En Paysandú parece noviembre: los blancos no contienen la euforia y confían en el envión de la aprobación del presidente Luis Lacalle Pou. Pero el FA, con un perfil un poco más bajo, sale todos los días a la calle a defender la gestión a capa y espada.

En los discursos todos dicen que van a ganar; es lo que tienen que hacer. Pero en el mano a mano, ninguno se aventura a afirmarlo. Convencer a un solo votante es ganar un soldado para esa batalla que definirán unos pocos.

Las intendencias de Salto y Paysandú son fuertes; junto con Maldonado y Canelones constituyen las circunscripciones electorales más importantes del interior. Hoy, junto con Río Negro, conforman un litoral frenteamplista que pelea con fervor por la reelección y despliega toda su maquinaria para no perder ante un Partido Nacional fortalecido por el impulso del gobierno nacional.

El litoral es clave: para el Frente, retener esas intendencias significa resistir. Para el Partido Nacional, consolidarse.

Desde Montevideo, las elecciones de Salto y Paysandú se ven polarizadas entre los blancos y los frentistas. En Paysandú, la pelea la dan el diputado Nicolás Olivera por el Partido Nacional y el abogado Guillermo Caraballo, que va por la reelección con el FA. La coalición de izquierda presenta dos candidatos más: la diputada Cecilia Bottino y Marcos García. También lo hacen los nacionalistas con el exintendente Bertil Bentos y el alcalde Mario Bandera. El Partido Colorado, que va atrás en las encuestas, tiene dos candidatos: Martín Irrazabal y David Helguera.

Por otro lado, los que dan la batalla en Salto son el frenteamplista Andrés Lima, que va por la reelección, y le sigue el médico Carlos Albisu por el Partido Nacional. Pero en un departamento históricamente colorado, el senador Germán Coutinho -intendente en el periodo 2010-2015- está convencido de que la pelea contra el Frente no la están dando los blancos sino los colorados. La izquierda, además, presenta a la edila Soledad Mazzarano y los nacionalistas candidatean al empresario Francisco Blardoni y César Mari por Cabildo Abierto. En tanto, los colorados tienen dos opciones más: Gonzalo Leal por Batllistas y Miguel Feris por Ciudadanos.

“El Frente, nosotros. Frente, nosotros. Frente… -dice Coutinho, mientras señala las casas identificadas con banderas en un barrio en la periferia de Salto- y la próxima casa va a ser de nosotros. Sí, ahí estamos. Nosotros”.

El senador, que dejó la intendencia en 2010 con un déficit de 700 millones de pesos, sueldos sin pagar y deudas con empresas privadas, sostiene que nadie puede afirmar que se quedó “ni con un par de lentes”, y dice que su salida tormentosa “solo fue ruido”.

En 2015, el exsenador Pedro Bordaberry salió en su defensa a través de una carta, donde admitió que uno de los errores de Coutinho fue “no haber hecho una planificación financiera”. Ahora, el candidato colorado se rodeó de economistas. “Es para mostrarle a la gente que eso lo voy a corregir”, dice. “Yo vengo de cinco años duros después de que me fui. Pero en los barrios la gente sigue con Germán”.

En los barrios periféricos predomina la cara de Lima y el nombre de Coutinho. “No es que nosotros seamos unos magos, es que esto no es Tacuarembó ni Cerro Largo”, explica Coutinho.

“Lo máximo que estuvo el Partido Colorado fuera del gobierno fueron cinco años. Pero la fuerza de Lacalle les está dando un impulso. No entregan la elección”, dice. “Históricamente, si votaban flojo, entregaban la elección. Pero esta vez van a pelear hasta el final”. Y se aventura a precipitar que si el Partido Nacional consigue de un 18% para arriba, “va a ser difícil que el Frente Amplio pierda”. Lo más peligroso para Coutinho es una votación en tercios.

En una tarde gélida, Carlos Albisu recorre el barrio Ceibal. Durante el trayecto, el candidato se encuentra con un vecino que a sus 90 años revoca una pared del frente de la casa. Le advierte que tenga cuidado, pero el anciano le resta relevancia. Tiene algo importante que decirle.

-Yo digo una cosa… Si no hay unión entre blancos y colorados, va a ser difícil.

El candidato sonríe.

-Ahora les toca a ellos apoyarnos.

Albisu es otorrinolaringólogo de profesión. Comenta que el trato con los pacientes lo acercó a la política. Que algunos iban al consultorio con alguna dolencia recurrente, y ahí él notaba un problema de fondo que la medicina no iba a curar. Siempre había algo más que un dolor en el cuerpo: preocupaciones, condiciones de vida muy precarias o hasta una calle sin asfaltar.

Sobre una vereda de tierra, un vecino le pide a Albisu que bituminice las calles si es electo. El candidato reconoce el problema, y además explica que tanto él como su esposa, que es pediatra, ven muchos casos de alergias por el polvo que levantan autos y ómnibus al pasar por calles de tierra. El vecino lo confirma, y agrega que además “hay que colgar la ropa de noche, si no se llena de polvo. Y encima, cuando la colgamos de noche, nos la roban”.

En una casa lindera lo espera una vecina con una foto de sus familiares a caballo, llevando banderas del Partido Nacional. Se la muestra y le cuenta uno por uno quiénes son. “Nosotros somos blancos, pero blancos de verdad, no de esos que se cambian para un lado y para otro”, le dice la vecina. Albisu le agradece.

Al ser consultado por una eventual alianza entre blancos y colorados, como la que reclamaba el vecino y de la que renegaba la vecina, el candidato nacionalista se limita a decir que él tiene esperanza de ganar.

El barrio que recorre es históricamente colorado y lo sabe, pero allí también hay una lista, la 450, que lo apoya bajo el eslogan “Colorados con Albisu”. Y hay otra lista más, del sector Ciudadanos, que también lo eligió a él. Dice que en ese barrio, como otros, “se están dando vuelta”. Además espera que en los próximos días se sumen más sectores colorados a su propuesta. “Se están captando votos colorados y también gente que votó a (Guido) Manini Ríos”, dice.

En su despacho, Coutinho bromea: “Este negocio me salió horrible. Yo nunca jugué un balotaje porque ahí me perdía al frentista de Salto. Pero me lo pidieron varias veces y salí a buscar gente. Fue un trabajo de titanes, costaba que votaran a Lacalle en los barrios”, comenta el senador. “Se me enojaron los socios frenteamplistas y ahora tengo a toda la barra de la coalición en contra. Es un arma que yo ayudé a crear. Yo mismo me metí en este embrete”, dice entre risas. “Pero bueno... les voy a ganar igual”.

Para el candidato blanco hay una ventaja más aparte del apoyo de la coalición y de que su partido esté en el gobierno nacional: “La gente conoce a Lima y conoce a Coutinho, y los dos tienen un desgaste importante. Nosotros en esto somos bastante nuevos. La gente quiere un cambio”, afirma el candidato.

Paysandú: otro hecho de supuesta agresión

El FA de Paysandú emitió un comunicado el 15 de agosto: “El compañero Juan José Domínguez fue atacado violentamente, y el ensañamiento para con él lo hacen un ataque selectivo y dirigido”. Guillermo Caraballo cuenta que Domínguez estaba entrando el auto con su esposa cuando fue abordado por cuatro personas que los agredieron. “Estaba todo abierto y no entraron. Dejaron la billetera y la cartera, no se llevaron nada”, cuenta Caraballo. Ante la pregunta específica de si el hecho tuvo un móvil político, responde: “No fue un robo”. Álvaro Guigou, presidente del FA en Paysandú, dice lo mismo. Esperaron una semana para repudiar el ataque porque no estaban seguros. Pero ahora, “está claro” que la agresión tuvo que ver con la militancia de Domínguez.

Euforia conocida.

En Paysandú, el diputado Olivera del sector Alianza Nacional se perfila como el favorito en las encuestas. Aguarda a que llegue El País para empezar una caminata por un barrio al Este de la ciudad. Lo rodean unos 50 militantes con folletos y banderas; algunos llevan una planilla para recabar datos de los vecinos. Un parlante con el jingle en loop rompe la calma de Paysandú a las cuatro de la tarde de un día de semana. Entre la música, los gritos y la euforia de los blancos, las declaraciones del candidato son casi inaudibles.

Olivera se recuesta en la tradición blanca del departamento, pero también en la gestión de Lacalle Pou: “Nosotros tenemos una fortaleza en el proyecto. Una cuestión importante es que vamos a trabajar con el gobierno nacional”, dice.

Sobre lo que tiene en vilo a los sanduceros, Olivera responde lo mismo que responden todos a lo largo y ancho del país: el empleo. “Pero en lo que compete a la intendencia, a los sanduceros les preocupan las calles y caminos. El empleo, como quien dice, es una responsabilidad compartida”, plantea Olivera.

De todos modos, prevé crear una especie de Uruguay XXI a nivel departamental, con el nombre “Paysandú for export”. “Van a venir a invertir argentinos”, asegura Olivera. “Nosotros somos por donde muchos van a llegar a entrar. Esa zona rica de Argentina: San Luis, Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos… No podemos permitir que los tipos sigan a Montevideo y Maldonado y quedarnos mirando cómo pasan: tenemos que vender lo nuestro”, dice, mientras corre de casa en casa, entra en los comercios, saluda con abrazos.

Una hora más tarde, el exintendente Caraballo asiste a una presentación de una lista en un salón cerrado y con pocos tapabocas. Esa misma mañana, todos los candidatos sanduceros se reunieron con el Cecoed para establecer criterios al momento de hacer campaña. Distanciamiento, tapabocas, aire libre, evitar aglomeraciones... Todos lo acordaron pero ninguno lo cumple. En Salto tampoco. “Sí, nos relajamos un poco”, admite Coutinho. “Pero la campaña hay que hacerla igual”.

En la presentación de la lista, Caraballo exclama: “¡Seguro esta sea la presentación con más energía en lo que va de la campaña!”, aunque no haya jingle ni banderas ni gritos de los militantes. “Yo se los firmo: ¡el 27 de setiembre gana el Frente Amplio!”, dice el candidato. Se muestra seguro y confiado.

Pero en una conversación con El País, Caraballo hace el siguiente razonamiento: “En un clima de tanta incertidumbre, yo, como ciudadano corriente, tengo un montón de incertidumbres. Entonces, no sé si optar por una incertidumbre más. Salvo que al intendente quieran sacarlo porque se robó todo, por ejemplo. Pero eso no pasó. Entonces la gente va a decir: ‘Bueno, dale. Que siga este’”.

Para el candidato del Frente, a nivel nacional se optó por el cambio porque “el Partido Nacional fue muy crítico y el Frente Amplio quedó muy dañado”. Caraballo dice que eso en Paysandú “no prende”. “Nosotros no sentimos que el Partido Nacional haya logrado instalar una cosa de gobierno corrupto. No. No hay una razón”, asegura, y advierte que el suyo es un razonamiento “muy doméstico”, pero que “hay que meterse en la cabeza de los vecinos”.
Para los candidatos nuevos, la gente quiere el cambio. Para los que ya estuvieron, la gente quiere lo conocido.

Unos contra otros.

Dos días antes de ser agredido, el militante Beto Acosta se encontró con Albisu en el interior de Salto. Se sacaron una foto y la esposa de Acosta la publicó en Facebook. “Momentos únicos de la verdadera militancia, cruzarnos con grandes referentes de distintos partidos políticos y poder dialogar libremente”, escribió ella. “De eso se trata. La política es relacionamiento social”, escribió Acosta.

“¿Y? ¿Qué dicen por allá en Montevideo?”, pregunta Juan Ribeiro, uno de los compañeros de militancia de Acosta y testigo del hecho. Todos están sorprendidos por la dimensión que tomó el episodio. Quienes acompañaban a Acosta esa noche dicen que en la televisión solo muestran una parte del video, que circularon rumores que no eran ciertos. Mientras a 400 kilómetros se buscaba rédito político, un testigo dice que la víctima pudo ser otro: “Imaginate si esto le pasa, por ejemplo, a la barra del Partido Colorado. Entre ellos hay mucha gurisada, son muchos. Imaginate si le pasaba a un gurí chico”, dice. Otro de ellos comenta que el agresor tenía rencor hacia Andrés Lima, que estaba enojado con su gestión. “Podés enojarte, putear, pero después te vas a tu casa y se te pasa. De ahí a hacer esto, que fue premeditado… Hay que estar enfermo”.

En el lugar de los hechos, quienes estaban con Acosta relatan en detalle cómo fue el ataque. La madre de Ribeiro, Virginia Texeira, también fue salvajemente atacada: uno de los agresores -menor de edad, hijo del que atacó a cuchillazos a Acosta- le rompió el tabique con un termo. Un corte y más de 10 puntos le atraviesan la cara.

Aquel miércoles a la noche, el grupo colgaba carteles y pasacalles en los alrededores de una rotonda. En una esquina estaban Acosta y Texeira. En otra, a unos 30 metros, el resto de los militantes colgaban el último cartel de la jornada. El agresor pasó cerca de Acosta y pisó uno de los carteles. Hubo un intercambio de insultos y se fue. Minutos después volvió con su hijo y se paró al lado de ellos. Los increpó y Texeira le pidió que se retirara. Ante la negativa, cuentan los testigos, Acosta le tiró un puñado de tierra. El agresor se abalanzó sobre él con un cuchillo en cada mano. “Lo abrazó y lo giraba. Él le daba las puñaladas en el pecho y el hijo se las daba en el estómago”, relata Texeira. En total recibió siete.

Para algunos, la agresión fue producto de discursos de odio. Para otros, fue lisa y llanamente violencia. Para las víctimas no hay una explicación.

“Pensamos y pensamos y no entendemos por qué. Yo milito hace 40 años y nunca me pasó algo así. Después del ataque (el agresor) quedó ahí parado frente a Beto. No se escapó, quedó quieto, como esperando que la Policía se lo llevara. Por más vueltas que le dé, nada me cierra”, dice Texeira.

En una esquina del barrio Ceibal, Albisu y sus militantes se encontraron con un grupo de partidarios de Lima repartiendo listas, al igual que ellos. El dirigente barrial del Frente se acercó, se saludaron y se sacaron fotos. “Ese es el mensaje que hay que dar ahora”, se escuchó.

Los departamentos más polarizados

Según la última encuesta de Opción dada a conocer en los primeros días del mes, las intendencias más disputadas son las de Salto, Paysandú y Río Negro. En Paysandú, el Partido Nacional lidera las encuestas con el 43% de intención de voto y el Frente Amplio con 40%, con un 15% de indefinidos. En Salto, el FA lidera con el 37%, le sigue el PN con 31%, el PC llega al 21% y los indefinidos llegan al 12%. En Río Negro, el PN alcanza el 44% y el FA tiene un 36%, mientras que el PC alcanza el 5%. El porcentaje de indecisos es de un 13%. Por otro lado, el director de Factum, Eduardo Bottinelli, sumó un departamento más a la lista de los más peleados: Rocha. El politólogo dijo a radio Sarandí que esas cuatro intendencias, en las que actualmente gobierna el Frente Amplio, presentan “cierta competencia”. Bottinelli explicó que pese a que los números muestren una importante paridad, son intendencias “consolidadas” y que “no aparecen desgastadas”, por lo que el Frente Amplio podría quedarse con la victoria. En Río Negro, el candidato nacionalista que encabeza las encuestas es Omar Lafluf, actual diputado y dos veces intendente (2005-2015). Además, el sartorismo tiene un candidato: Pablo Delgrosso. El PN le disputa el cargo a Oscar Terzaghi, que renunció para hacer campaña por la reelección y es el único candidato que presenta el Frente. En Rocha, el frenteamplista Aníbal Pereyra busca la reelección con el apoyo del MPP. Además, el Frente presenta otros dos candidatos: Artigas Barrios y Mary Urse. Por el Partido Nacional van el exdiputado Alejo Umpiérrez, que cuenta con el apoyo del sartorismo, y el exsenador José Carlos Cardoso. En diálogo con El País, Omar Lafluf sostiene, al igual que todos los candidatos, que el empleo es la principal preocupación de la población. Pero agrega: “Vamos a entendernos. El desempleo no arrancó por la pandemia. Nosotros tenemos el cierre de muchísimos tambos”, dice. Además, está convencido de que la gestión del gobierno nacional va a favorecer a los candidatos nacionalistas. Pero puntualiza: “El gobierno no le restó ni un solo recurso a la intendencia, y eso favorece al gobierno de turno para hacer obras”, sostiene.

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