El búlgaro tuvo un gran tercer set y se quedó con el título tras vencer en la final al japonés Kei Nishikori. Volvió a celebrar luego de casi tres años.

Debieron pasar casi tres años para que Grigor Dimitrov, muchas veces señalado como el pequeño Roger Federer del circuito, volviera a ganar un título.

El búlgaro se impuso 6-2, 2-6, 6-3 a Kei Nishikori en la final del torneo de Brisbane y de esa forma culminó una semana casi soñada, y de otros tiempos, venciendo a tres top 10 camino a la copa.

El actual 17 del mundo se impuso tras una hora y 48 minutos al nipón, rompiendo de esta forma su racha negativa ante Kei, quien le había vencido en los tres partidos anteriores.

Dimitrov basó su triunfo en siete aces y tres roturas del servicio de Nishikori de las cinco chances de que dispuso. El campeón no ganaba un título desde el de Queens 2014 y sobre césped, condiciones bien diferentes a las del verano australiano pre-Abierto.

Esta fue la quinta participación del búlgaro en el torneo y también la mejor, con victorias sucesivas en cuartos frente a Dominic Thiem (ocho del mundo), en semifinales sobre Milos Raonic (tres, principal cabeza de serie y defensor del título) y en la final frente a Nishikori, cinco del escalafón mundial.

El exocho del mundo y entrenado por el venezolano Daniel Valverdú, había caído hasta el 40 del ranking el año pasado, cuando decidió comenzar a trabajar con el exintegrante del equipo de Andy Murray.

FERNANDO TETES

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